- Yo no diría eso. Y alguien tiene que cuidar del rancho. Ya noté el invierno pasado que mis padres cada vez están más torpes.
- ¿Les has insinuado alguna vez que no querías hacerte cargo?- Es que sí quiero hacerme cargo. Han luchado mucho por levantar ese negocio y mantenerlo. Se morirían si tuvieran que venderlo a unos desconocidos cuando ya no pudieran trabajar -la miró a los ojos-. Si tú fueras hija única, ¿te irías a Nueva York?
_____ estaba a punto de decir que sí cuando vaciló.
- Probablemente no. Es una suerte que mis hermanos quieran quedarse aquí para toda la vida -dirigió una mirada de simpatía a Justin-. Puedes venir a verme cuando quieras. Te enseñaré Nueva York a fondo.
- Gracias. Quizá te tome la palabra.
- Podríamos pasarlo de maravilla. Iremos a lo alto del Empire State, a la Estatua de la Libertad, a Central Park y a Times Square. Prométeme que irás a verme, Justin. ¡Sería maravilloso!
- De acuerdo. Te lo prometo.
El corazón se le encogió al pensar lo bien que lo pasarían para después tener que regresar y dejarla allí.
- Me siento mucho mejor sabiendo que vendrás a verme. Supongo que siempre he soñado ver esas cosas contigo. Hasta puede que espere a que vayas para hacer algo de turismo. Así lo veremos juntos por primera vez. Y hasta podríamos ir a un restaurante caro al menos una vez y...
- No pienso llevarte a un restaurante caro a menos que comas algo más que ahora.
_____ miró a su plato y agarró el tenedor.- Supongo que estoy distraída. No puedo pensar en otra cosa que en mi viaje y en prepararme para él -alzó la vista hacia él-. Justin, sé que crees que estoy loca por querer hacer eso antes de irme.
- No, no estás loca.
Justin posó el tenedor y dejó de intentar comer.
Dios, estaba preciosa. No bonita, atractiva o pasable, sino preciosa. Nunca se lo había admitido a sí mismo antes, pero probablemente siempre lo hubiera sabido a un nivel inconsciente.
- ¿Entonces lo entiendes?
- Sí:
_____ lanzó un suspiro de alivio.
- Gracias a Dios. Me preguntaba cómo podría convencerte.
- Ya estoy convencido.
- ¿Entonces vas a ayudarme? ¿Buscarás a alguien y me lo presentarás?
Quizá Justin hubiera sabido todo el tiempo lo que tenía que hacer o quizá sólo hubiera necesitado tiempo para asimilar la verdad. Pero ahora no podía verlo de otra forma. Era peligroso, extremadamente peligroso y había muchas cosas en juego. Sin embargo, era la única respuesta y él era lo bastante hombre como para cargar con las consecuencias.
Inspiró con fuerza.
- No tengo que buscar a nadie. Ya sé quién lo hará.
- ¿Lo sabes? -los ojos le chispearon y se sonrojó-. ¿Quién?
- Yo.
CONTIUARA...
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Mi Dulce Tentación - (Justin Biber y Tú)
Teen FictionA _____ Lambert le resultaba muy embarazoso seguir siendo virgen. Pero haberse criado en un pueblo pequeño con cuatro corpulentos hermanos protectores... era como haber llevado un cinturón de castidad. Había leído montones de libros sobre sexo, pero...