Capitulo 48

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  _____ se sintió loca de celos, pero no quería que él lo supiera y apartó la mirada.

- Ya sé que es una ingenuidad creer que no. ¿Las llevaste... a nuestro rincón secreto?

Él la asió por la barbilla y la obligó a mirar

- ¿Crees sinceramente que llevaría a nadie a nuestro rincón secreto? Es un insulto que pienses una cosa así.

- ¡Oh, Justin! -no pudo ocultar la sonrisa de felicidad-. Gracias. Hubiera odiado que hubieras llevado a alguien allí, desnudo o vestido, con sexo o sin sexo.

- Ya lo sé. Por eso no lo he hecho nunca. Pero quiero hacer el amor contigo allí, en la arena. Y quizá en el agua.

_____ se humedeció al imaginarlo.

- No sé si podré esperar hasta el jueves por la noche.

- Yo tampoco. Pero no lo quiero estropear todo. Mientras tanto...

Se inclinó y la besó con fiera posesión en la boca.

- Ve al corral a las siete y media el jueves por la noche -murmuró contra sus labios.

- Lo haré.

Justin se levantó a pesar de su intento por retenerlo y miró a su alrededor.

- Supongo que tendrás que cambiar esto por si aparece alguien de tu familia.

- Supongo que sí, pero lo instalaré otra vez si quieres.

- ¡Oh, claro que quiero!.Tenemos un asunto pendiente en esta habitación, algo relacionado con pañuelos de seda y guantes de piel.

_____ se estaba volviendo loca de deseo.

- Justin, si condujeras la furgoneta hasta el bar y volvieras, quizá...

- No -agarró el pomo de la puerta antes de ceder a la debilidad-. Es mejor que me vaya. Tampoco quiero que nadie sepa que dejé la furgoneta toda la noche al lado del bar. Y puede que me vea alguien abandonar tu casa al amanecer. Si de verdad queremos mantener esto en secreto todo el verano, será mejor que tengamos cuidado.

Ella suspiró.

- Supongo que tienes razón.

- ¿No la tengo siempre?

- ¡No, no la tienes, hombre arrogante!

Se rió y le lanzó un cojín, que él atrapó con una sola mano.

- Has perdido puntería, Lambert. Debes estar desentrenada. ¿Cuándo ha sido la última vez que has lanzado una pelota de béisbol?

- No lo sé. ¿Quieres que practiquemos el jueves por la noche en vez de ir al rió?

- ¡No!

- Entonces sal de aquí. Tengo más que leer.

El comentario produjo el efecto deseado e hizo que a Justin se le inflamaran los ojos de deseo.

- De verdad que sabes cómo enganchar a un hombre.

- Te prometo contarte todo lo que lea.

Justin esbozó una sonrisa.

- Ah, de paso, enhorabuena por tu nuevo estado.

- Gracias. Creo que va a gustarme.

- Yo sé que a mí sí. Este es con diferencia el mejor proyecto de verano de toda tu vida.

Con un guiño desapareció en el recibidor.

_____ escuchó hasta que oyó cerrarse la puerta principal. Entonces, se levantó, se puso una bata y se acercó al recibidor. Quizá cambiara de idea y volviera con tanta necesidad de amarla como ella tenía de él.

Pero el ruido del motor se fue alejando al mismo tiempo que sus faros se desvanecieron por el camino.

Apenas podía soportar que se hubiera ido. La había llevado de la inocencia al conocimiento y ahora le deseaba tanto, que era como una obsesión. Quizá hubiera sentido lo mismo por cualquier hombre que la hubiera desflorado, pero lo dudaba.

Por una parte, ningún otro hombre la hubiera conocido lo suficiente como para hacer que aquella experiencia fuera tan cegadora.

Ningún otro hombre hubiera tenido la ternura y cariño que Justin había mostrado en cada paso del camino. Y ella no se podía imaginar a otro hombre más bello en el acto de hacer el amor.

Y mientras estaba allí de pie escuchando se desvanecía por fin el sonido del motor descubrió la debilidad fatal de su plan. Si no podía soportar que se fuera después de pasar una noche haciendo el amor con él, ¿en qué estado quedaría cuando el verano llegara su fin?  

Mi Dulce Tentación - (Justin Biber y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora