Capitulo 8

267 6 0
                                    


  _____ apenas se había puesto vestidos en su vida, pero esa noche le pareció apropiado. No quería llevar algo demasiado recargado cuando el calor había subido a casi treinta y cinco grados, así que acabó escogiendo un vestido playero de margaritas porque sabía que a Justin le gustaban esas flores.

Cuando se plantó ante el espejo preguntándose si debía ponerse alguna joya recordó la perla ovalada que le había regalado Justin en su graduación. Sólo se la ponía en ocasiones especiales y esa noche le pareció una de ellas.

En cuanto estuvo lista, sintió otra oleada de aprensión. Si Justin había aceptado su plan, debería estar más calmada a esas alturas, pero aquel plan era demasiado excitante incluso con la ayuda de Justin.

Su bungalow alquilado no estaba muy lejos del pueblo y decidió ir andando para aplacar un poco los nervios. Se puso las gafas de sol, se colgó el bolso y salió. En cuanto hubo recorrido una manzana comprendió que había cometido un error. Llegaría al restaurante más asada que el rollo de carne.

Justin aparcó frente al Nugett cuando ella pasó ante la farmacia a dos manzanas más allá. Mientras caminaba, _____ lo observó saltar de la furgoneta polvorienta. Pero él llevaba una camisa limpia y un sombrero Stetson de color gris que nunca le había visto.

Estaba condenadamente atractivo, con aquellos fuertes muslos encasquetados en los vaqueros y la espalda acentuada por la bonita camisa vaquera gris. Bastante a menudo, en los años que hacía que lo conocía se había encontrado pensando que su amigo era muy guapo, pero últimamente no le había pasado. Lo estaba notando de nuevo en ese momento.

Quizá le estuviera afectando toda aquella lectura. De repente, se encontró pensando qué tipo de amante sería Justin, pero apartó la idea con rapidez. No debería tener aquel tipo de pensamientos acerca de él. Justin se horrorizaría si se enterara.

Como si hubiera sentido sus ojos clavados en él, Justin se dio la vuelta antes de entrar en el Nugget.

- ¿Se te ha estropeado el coche?

- He decidido venir andando.

- ¡Pero si estamos en junio!

- Ya me he dado cuenta. Tengo que admitir que tengo un poco de calor.

Al acercarse, _____ olió su loción de afeitar y vio que no tenía barba. Por algún motivo, el hecho de que se hubiera afeitado para ella le produjo un cosquilleo en el estómago.

Justin la miró de arriba abajo tras las gafas y sacudió la cabeza.

- Pensé que te había enseñado algo. Ahora, después del paseo, ese aire acondicionado helado te sentará fatal.

- ¡Por Dios! Pareces mi madre. ¿No podrías al menos haber dicho que me queda bien este vestido? Me lo he puesto porque sé que te gustan las margaritas.

- El vestido está muy bien. Pero vas a pillar un resfriado.

Cada vez más irritada, comprendió que en secreto había esperado la típica reacción de las películas cuando una chica que es un poco chicazo aparece con un vestido.

Justin abrió la puerta para ella y las campanillas sonaron.

- Mira, si vas a mantener esa actitud, quizá sea mejor que nos olvidemos del asunto.

- ¿Y entonces qué?

- ¡Eh, ustedes dos! No queremos refrigerar a todo el pueblo -gritó Janice, la camarera que llevaba toda la vida trabajando en el Nugget.

Justin dejó que la puerta se deslizara y se dio la vuelta hacia _____ con expresión impasible.

- ¿Qué hacemos?

Ella no quería abandonar su plan. Necesitaba a Justin y, además, él se había arreglado y duchado para la cena.
- Vamos a tomar un poco de rollo de carne.

Justin mantuvo la puerta abierta para ella por segunda vez e intentó no aspirar su aroma al pasar. Cuando la había visto llegar con aquel coqueto vestido de flores, casi se le había secado la garganta. Entonces, ella se había acercado lo suficiente como para poder ver la transpiración en su escote, justo donde descansaba la perla.

Había tenido que hacer un esfuerzo por no agacharse a lamer la humedad que desaparecía en el valle de sus senos. ¡Debía haber perdido la cabeza! Aquellas fantasías no iban con _____, la chica que montaba la bici sin manos por la Colina Suicida o tiraba la bola de béisbol con tal fuerza que te hacía daño en la mano. ¡Pero esa chica era una mujer ahora! Ya no podía ignorar la verdad por más tiempo. Se había fijado alguna vez en ello, como la primera vez que la había visto en bikini y había notado que llenaba las copas del sujetador. Y la vez del baile en que había estado a punto de besarla, pero había recuperado la razón antes de cometer una estupidez.

La siguió al interior del restaurante hasta el fondo, el sitio que siempre ocupaban en el Nugget. Por el camino consiguió devolver los saludos de gente a la que conocía de toda la vida, pero toda su atención estaba clavada en la forma en que las caderas de _____ se contoneaban bajo la tela de margaritas. El vestido se abrochaba en la espalda y se imaginó que no llevaría más que unas braguitas debajo.

¡Maldición! Tenía que, dejar de pensar de aquella manera. A finales de la tarde había decidido que quizá debería intentar que tuviera una aventura. Se le habían ocurrido dos posibilidades y se había dicho a sí mismo que más valía que fueran Mitch o Randy antes que algún buitre de Nueva York.

CONTINUARA...  

Mi Dulce Tentación - (Justin Biber y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora