_____ sabía que las dos últimas semanas en Copperville serían duras, pero no había imaginado que tanto. Se moría de deseo por Justin, pero eso ya lo había esperado. Pero los momentos que no había esperado eran los peores, momentos en que su primer impulso era llamarlo para compartir alguna confidencia de su vida y se iba a marcar el teléfono sin darse cuenta. Entonces, la verdad la asaltaba. No importaba lo que hubieran prometido acerca de ser siempre amigos, su amistad estaba muerta.
Pero la más exquisita tortura todavía estaba pendiente: la fiesta de aniversario de sus padres junto con su despedida en el parque. Todo Copperville acudiría... y también Justin, por supuesto.
Para el día de la fiesta, _____ ya había empaquetado casi todas sus cosas y se había dado cuenta demasiado tarde de que el único vestido lo bastante festivo como para el acontecimiento que no había guardado era el de margaritas. Justin probablemente pensaría que se lo había puesto a propósito, y la única razón por la que seguía colgado era porque se había olvidado de meterlo en la bolsa que iba a dar a una asociación de caridad.
Llegó al parque temprano para ayudar a sus hermanos y cuñadas en los preparativos. Trabajaron sin descanso bajo el ardiente calor, hinchando globos, encendiendo las barbacoas y persiguiendo a los revoltosos niños. _____ dio las gracias por la frenética actividad que la ayudaba a apartar a Justin de sus pensamientos.
Pero el pulso se le aceleró en cuanto vio su furgoneta y a él bajar y empezar a descargar cajas de cerveza.
- Voy a ayudarle -anunció Rhino.
- No empecéis a probarlas hasta que hayamos terminado aquí -le advirtió Joan, su esposa.
_____ los miró de soslayo trabajar, gastarse bromas y reírse. Pronto, sus otros tres hermanos se reunieron con ellos y todos actuaban como amigos, así que empezó a tener esperanzas de que ya hubieran hecho las paces con Justin.
- ¡Eh, Dozer! -lo llamó Cindy-. Es hora de que Tim y tú empecéis a cocinar. La gente está empezando a llegar y la pareja homenajeada estará aquí en pocos minutos.
- Ya voy -gritó Dozer.
Deena siguió atando globos en la parra más cercana.
- Hammer -llamó a su esposo-. Necesito que vigiles a Jason y a Kimberly en los columpios.
Hammer se dirigió a los columpios.
- Jason, hijo. Déjale montar a Kimmy.
_____ intentó no fijarse en Justin mientras vaciaba hielo en un contenedor para poner los cuencos de las ensaladas. Nunca lo había usado para hacer el amor con Justin como había planeado, pero cada vez que lo veía se acordaba.
- Cindy, ¿en qué nevera metiste las hamburguesas y los perritos calientes?
- En la roja.
_____ vació la última bolsa de hielo en el contenedor.
- Joan, esto ya está.
- Para qué es? -preguntó Justin.
_____ lo miró y supo por el brillo de su mirada que había pretendido que la pregunta la alterara. Se sonrojó sin poder remediarlo.
- Nosotros, eh...
- Es para las ensaladas, para que no nos envenenemos con la mahonesa -respondió con rapidez Joan.
- No sirve sólo para eso -dijo Rhino agarrando un trozo de hielo para meterlo por la espalda de su mujer.
Ella lanzó un grito y agarró un puñado de hielo antes de salir corriendo tras él por el parque.
Y así fue como Justin y _____ se quedaron solos. Justin agarró un trozo de hielo y lo miró.
- Nunca llegamos a hacerlo.
_____ tenía la garganta tan seca, que no podía hablar. Sólo sacudió la cabeza.
- Supongo que ya nunca lo haremos -dejó caer el hielo al suelo y se acercó más a ella-. ¿Qué tal estás?
- Bien -se arriesgó a mirarlo a los ojos y apartó la vista de nuevo. Demasiado potentes-. ¿Y tú?
- Bien. Pensé llamarte para ver cómo te iba pero no quería poner las cosas peor.
- Sí, probablemente me hubiera sentido peor. Justin, ¿mis hermanos...?
CONTINUARA...
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Mi Dulce Tentación - (Justin Biber y Tú)
Teen FictionA _____ Lambert le resultaba muy embarazoso seguir siendo virgen. Pero haberse criado en un pueblo pequeño con cuatro corpulentos hermanos protectores... era como haber llevado un cinturón de castidad. Había leído montones de libros sobre sexo, pero...