Capitulo 41

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  Y él estudió su cuerpo, aprendió la caricia que la hacía gemir, el lametón que la llevaba más lejos, el frotamiento que la volvía loca. Mientras la llevaba al precipicio por segunda vez, sintió una fiera oleada de posesión. Los pensamientos racionales se borraron cuando consiguió extraer de ella aquellos íntimos jadeos mientras se iba oleada a oleada en explosivas convulsiones.

Justin la devolvió con suavidad a la tierra entre tiernos besos sobre los muslos y los rizos mojados antes de incorporarse a su altura y apartarle el pelo de la cara.

_____ lo miró con los ojos grises nublados de asombro. Tenía los labios entreabiertos, pero no emitía ningún sonido.

Justin sonrió. Estaba igual que él la noche de la furgoneta y le gratificó haber creado aquella expresión en su cara. Deslizó un dedo por la curva de su cuello y su caja torácica hasta encontrar la perla. La alzó, se la llevó a los labios y la besó antes de depositarla de nuevo entre sus senos.

La mirada de _____ se nubló mientras se pasaba la lengua por los labios. Justin se alegró de ver retornar el deseo a aquellas profundidades grises, porque él estaba muy lejos de haber acabado. y le encantaba saber que el colgante de perla se había convertido en un símbolo de la intimidad que acababan de compartir. Si fuera por él, se lo pondría siempre y, cada vez que se moviera sobre su piel, recordaría las sensaciones que él le había producido con su lengua.

- ¿Cómo te sientes? -preguntó.

- Como una concubina. ¿Cómo te sientes tú?

- Como el hombre más afortunado de la tierra.

Ella suspiró.

- Esto ha sido mucho mejor que como lo describían los libros.

Él le frotó el labio inferior con el dedo.

- Pero sigues siendo virgen.

La sonrisa de ella fue pura seducción.

- Tómate la libertad de encargarte de eso cuando gustes, vaquero. Por si no te has dado cuenta, soy una muñeca en tus manos.

La erección de él palpitó. _____ hacía parecer que el siguiente paso fuera lo más natural del mundo y él intentó mantener el mismo tono de voz.

- ¿Qué te parece ahora?

- Ahora estaría bien -susurró ella con voz perezosa deslizando un dedo por su erección-. A menos que prefieras que yo...

- Esta vez no.

Maldición, estaba más tenso que una ternera en un lazo y sólo conocía una forma de relajarse. Pero no quería que ella captara su agitación y se pusiera nerviosa. Todo lo que había hecho hasta el momento había sido para relajarla. Bueno, no era del todo cierto. Ella estaba tan lasciva, que no había podido evitarlo.

- ¿Quieres que ponga la música?

Había estado tan absorto en ella, que no se había dado cuenta de que la música había terminado.

- Déjalo. Creo que en este momento deberíamos escucharnos el uno al otro, lo que digamos, como respiremos y los gritos que lancemos...

A ella se le nublaron los ojos de pasión.

- De acuerdo.

Justin se apartó para alcanzar un preservativo de la mesilla.

- Puedo ponértelo yo. He practicado.

- ¿Practicado? -preguntó él con un ataque de celos-. ¿Con quién?

- Con el señor Pepino.

Justin empezó a reírse.

- Sólo lo harías tú, _____.

- ¿Te parece divertido?

- Claro que me parece divertido -le dio un beso e intentó quitarle el envoltorio, pero ella lo mantuvo fuera de su alcance-. Dámelo.

Se rió. No podía dejar de imaginarla en la cocina extendiendo un condón sobre un pepino una y otra vez hasta hacerlo bien.

- ¡Quiero enseñarte lo buena que soy! -protestó ella rasgando el paquete.

- No. Vamos, _____. Estoy demasiado excitado. Si empiezas a vacilar, puede que explote.

- No vacilaré.

- Lo harás.


CONTINUARA...  

Mi Dulce Tentación - (Justin Biber y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora