Capitulo 24

215 7 0
                                    


  Cuando ella se retorció sobre la manta, la falda se deslizó hacia arriba. O quizá él la hubiera subido con aquella manera tan sutil que tenía de despojarle de la ropa. Entonces, deslizó la mano entre sus muslos apretándola contra la seda mojada de sus bragas. El dorso de su mano encontró el punto que palpitaba y apretó. _____ se estremeció y Justin volvió a besarla en la boca antes de apartarse un poco de sus labios.

- ¿Quieres que pare?

- No -susurró ella jadeante-. Pero yo no... nunca...

- ¿Ningún hombre te había puesto la mano ahí antes?

- No se habían atrevido.

Justin frotó la frente contra la de ella.

- Pero debes haber hecho esto... tú misma.

- No, lo he leído.

- No es lo mismo.

- Ya lo sé, pero... Prométeme que no te reirás, pero no quería estar sola cuando sucediera.

- ¡Oh, cariño! -la besó con ternura en la frente, la nariz, los párpados y por fin en los labios-. No estás sola ahora.

Y entonces, en medio de aquellos besos hechizantes, deslizó la mano por la cinturilla de sus bragas. Cuando ella sintió sus dedos deslizarse por sus húmedos rizos, dio un respingo.

- ¿Es eso un «no»?

Ella empezó a temblar para contener la necesidad de apretar los muslos. Su mano allí era maravillosa, pero la asustaba también.

- Ha sido sólo una reacción.

- ¿Debo parar?

- No, pero esto es tan personal... Justin.

- Sí señora. Lo más personal del mundo.

Deslizó la mano hacia abajo y empezó un lento masaje.

A _____ le costaba respirar cada vez más por el efecto de su caricia.

- Al menos... está completamente oscuro.

- Eso puede ayudar. Al menos a primera vez.

_____ se sentía como si la estuviera transformando en una masa líquida y caliente.

- ¡Oh, Justin!

Se apretó a sus hombros cuando la tensión aumentó.

- No tardará mucho ahora -dijo él inclinándose para darle un suave beso en los labios-. Déjate ir, _____.

- No sé cómo se hace.

- Tu cuerpo lo sabe. Abandónate y siente -la apretó un poco más-. Justo ahí.

Ella gimió cuando la presión se hizo insoportable y el cuerpo se le arqueó y tembló bajo su mano.

Justin se acercó a su oído para susurrarle:

- ¿Te acuerdas de mi sueño? Tú montabas desnuda hacia el río tan excitada que tuviste un orgasmo y entonces yo te arranqué del caballo, te tiré al suelo, te abrí las piernas y...

Ella gritó cuando las convulsiones la asaltaron oleada a oleada hasta el delicioso alivio. Y todo el tiempo, sin dejar de apretarse contra Justin, el hombre que le había llevado a aquella tierra de magia y había conseguido que pasara aquel milagro. Y él la apretó con la misma fuerza cubriéndole la cara de besos y riéndose con suavidad triunfante.  

Mi Dulce Tentación - (Justin Biber y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora