Capitulo 54

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  - Dijiste que querías verlo.

- ¡Oh, sí! -aseguró aunque la técnica era lo que menos le importaba en ese momento.

Se inclinó y extendió la manta en la arena. _____ se estiró en ella mientras él empezaba a quitarse la ropa con manos temblorosas sin poder dejar de mirarla. Era como una diosa de la naturaleza. Nunca hubiera podido imaginar que su rincón secreto se podría convertir en un sitio tan seductor.

El domingo por la noche ella le había cautivado con las sábanas de satén y la habitación teñida de rosa, pero había algo más salvaje en la escena que tenía delante. No muy lejos, un par de coyotes aullaron quizá apareándose a la luz de la luna. El sonido despertó unos instintos tan básicos, que haría bien en ignorar.

- Coyotes -comentó _____-. Suenan tan... primitivos.

Justin ya había acabado de quitarse la ropa y metió la mano en el bolsillo de los vaqueros. Notó un tono de urgencia en la voz de ella y se arrodilló en la manta con el corazón desbocado. Sólo estaban jugando, se dijo a sí mismo. Sería una locura tomarlo en serio.

- Entonces, profesora, ¿qué quieres intentar?

Ella abrió el libro y se apartó un poco para que la luz de la luna iluminara la página.

- Esto.

Los coyotes aullaron de nuevo mientras Justin contemplaba el dibujo en blanco y negro de una pareja apareándose como todas las criaturas de la naturaleza. Contuvo el aliento sabiendo que aquello era lo que había llenado su imaginación al escuchar sus aullidos pero sin imaginarse que ella querría hacer una cosa así. Pero Dios.. amarla de aquella manera con los sonidos de la noche rodeándolos... se moría de deseo.

La miró y sintió un temblor. Aquel apareamiento primitivo sería de gran importancia para él, pero para ella podría ser una experiencia rara.

- ¿Estás segura?

_____ cerró el libro despacio y rodó sensualmente sobre el estómago. Antes de que Justin se diera cuenta de lo que estaba haciendo, se había alzado con las rodillas y las manos ofreciéndole su redondo trasero en la invitación ancestral de una hembra ante su macho elegido.

Su cuerpo no podía negarse. La sangre le hervía y una necesidad salvaje lo asaltaba. Agarrándola por las caderas, se colocó detrás de ella. Un bramido gutural se le escapó de la garganta mientras luchaba por contener el deseo de sumergirse en ella hasta lo más hondo. En vez de hacerlo, entró con suavidad para no asustarla.

El deseo lo invadió cuando la encontró húmeda y preparada. Sin embargo, se contuvo deslizando la mano por su cintura para descender y masajear el duro botón para que aumentara su excitación. Con un pequeño grito que fue casi una súplica, _____ alzó las caderas y él ya no pudo contenerse más y se deslizó con suavidad en ella.

Y por segunda vez en su vida sintió una sensación de conexión increíble, incluso mayor que la primera vez. Y con ello, un impulso que nunca había conocido, el de vaciarse dentro de aquella mujer y verla redondearse con su hijo.

Pero sabía que eso no era posible; se había puesto un preservativo. Con un bramido de placer mezclado con una profunda frustración, se retiró y embistió con más fuerza golpeándola con los muslos. Ella murmuró palabras de ánimo y Justin aumentó el ritmo mientras el rincón del río se inundaba de los sonidos y aromas de su acoplamiento. Los dos quedaron empapados de sudor bajo el caliente aire de la noche mientras los golpeteos de sus cuerpos se aceleraban y se hacían más fuertes. Sus gemidos y suaves gritos se mezclaron con las llamadas de las criaturas nocturnas, el viento en los árboles y el gorgoteo del arroyo.

_____ se comprimió contra él un momento antes de verse sacudida por las convulsiones. Sus ondulaciones lo volvieron loco y supo que aquél era el momento de plantar su semilla. Gritando su nombre y apretándola para que lo recibiera, la danza de acoplamiento que lo había conmovido hasta el alma llegó a un poderoso final.

_____ permaneció tendida en la manta con la espalda protegida por el cuerpo de Justin preguntándose cómo se habría creado aquel problema tan terrible. Se había enamorado loca, apasionada y desesperadamente de su mejor amigo. Lo que había empezado como un juego de liberación para ella se había convertido en lo más importante de su vida.

Ella no creía que una mujer debiera sacrificar su carrera por ningún hombre y sin embargo, eso era exactamente lo que deseaba hacer.

Sabía que Justin nunca dejaría Copperville mientras sus padres lo necesitaran, o sea que cualquier mujer que quisiera estar con él tendría que quedarse en el pueblo. Y ella quería estar con Justin, hacer el amor, reírse y jugar con él y tener hijos con él.

Sobre todo tener hijos y hacer el amor como lo hacían pero sin usar protección. Pero por otra parte su sueño había sido explorar una gran ciudad, hacer viajes exóticos y tener muchos amantes. Y cuando se cansara de todo aquello, sentaría la cabeza y formaría una familia, probablemente allí mismo, en Copperville.

Pero ahora todos aquellos sueños le parecían vacíos y solitarios. ¿Qué sentido tenían si no podía estar con Justin? Casi preferiría quedarse y llevar la vida de una ranchera antes de perderlo.

CONTINUARA...  

Mi Dulce Tentación - (Justin Biber y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora