- No lo suficiente. Dame la oportunidad de cortejarte un topo. Déjame comprarte flores y quizá una botella de buen vino
- ¿Debería comprar lencería o algo?- La lencería estaría bien -le colocó la perla entre los senos-. Y ponte esto. Me gusta la forma en que descansa ahí.
- Supongo que cuando la compraste, nunca imaginaste una escena como ésta.
- Conscientemente no, pero en cuanto la vi quise regalártela. Supongo que quería que algo mío te tocara donde yo no podía hacerlo.
- Hemos superado las restricciones sin demasiado problema.
- Sí, pero ahora tenemos que enfrentarnos al mundo real con la culpabilidad y esas cosas. Y todavía tenemos que dar el gran salto -la miró intensamente-. Quizá cuando llegue el momento, no sea capaz de hacerlo.
_____ sonrió con superioridad.
- Estoy segura de que sí, a juzgar por lo de esta noche.
- Supongo que tienes razón.
- Entonces, ¿cuándo?
- ¿Mañana por la noche? Ah, no, espera. Maldición. Le prometí a mi madre que la llevaría a Flagstaff a una feria de antigüedades. Mi padre también irá y aprovecharemos para comprar unos caballos.
- ¿Y cuánto tiempo estarás fuera?
- Tres días. Hasta el domingo. Maldita sea. No creo que pueda cancelarlo. Lleva meses planeado.
- Tres días se me harán una eternidad.
- Dímelo a mí.
_____ dibujó la línea de su mandíbula.
- Podríamos volver a mi plan original y acabar en mi casa esta noche.
Él la miró un largo momento y por fin sacudió la cabeza.
- No. De verdad que quiero que sea una ocasión que recuerdes para siempre.
- No creo que la olvide, sea cuando sea. Para decirte la verdad... me da miedo de que cambies de idea en tres días.
- ¿Después de lo de esta noche? ¿Estás de broma?- ¿Lo has pasado bien esta noche?
Justin le agarró la cara entre las manos.
- Lo he pasado mejor que en toda mi vida. Y te prometo que no cambiaré de idea.
El corazón se le inflamó de una emoción que no podía nombrar y las lágrimas le afloraron a los ojos.
- Gracias, Justin. Eres un verdadero amigo.
- Hago lo que puedo.
- ¿A qué hora volverás el domingo?
- Cerca del mediodía.
- Entonces podrías venir a mi casa esa noche.
- Lo haré.
El corazón le dio un vuelco en el pecho.
- Te esperaré hacia las ocho.
Dejar a _____ en la puerta de su casa fue lo más difícil que Justin había hecho en su vida.
Probablemente fuera un tonto por no haber aceptado su invitación y pasarse toda la noche haciéndole el amor. Ahora tendría que esperar tres días. Después de haber estado esperando toda su vida.
Un momento. ¿De dónde había sacado aquella idea? No podía ser verdad. Seguramente ______ no habría tenido nada que ver con su infructuosa búsqueda de esposa. Era sólo que no había encontrado la mujer adecuada todavía. Oh, Dios. Quizá sí.
Por impulso, se detuvo en el bar Ore Cart a tomar una cerveza. Todavía era un hombre soltero y sin obligaciones y eso era lo que hacían los solteros y a él le gustaba disfrutar de su libertad.
CONTINUARA...
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Mi Dulce Tentación - (Justin Biber y Tú)
Genç KurguA _____ Lambert le resultaba muy embarazoso seguir siendo virgen. Pero haberse criado en un pueblo pequeño con cuatro corpulentos hermanos protectores... era como haber llevado un cinturón de castidad. Había leído montones de libros sobre sexo, pero...