Capitulo 44

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  Su beso fue suave mientras se deslizaba entre sus muslos y apoyaba los dos brazos a ambos lados de su cabeza. Temblando de excitación, _____ enroscó los dos brazos alrededor de su cuello y notó que él también estaba temblando.

- _____ -susurró él-. Abre los ojos.

Ella lo miró asombrada de la ternura que encontró en su mirada. Hubiera creído que un hombre en su situación parecería mucho más fiero.

-¿Qué?

- Voy a ir despacio. No tienes que apretar la mandíbula de esa manera. Y mantén los ojos abiertos. Si me miras, podré decirte lo que estoy haciendo.

- ¿Cómo puedes estar... tan calmado?

- Créeme, no estoy calmado, sólo tengo cuidado

- ¡Oh, Justin! Gracias por estar aquí.

_____ notó el destello de deseo incontrolado en sus ojos antes de quedar absorta por completo en la sensación cuando la penetró. Notó su calor y tamaño. El se retiró y volvió a entrar y ella gimió de placer ante aquella fricción que no se parecía a nada que hubiera conocido.

- ¿_____?

- Ha sido un gemido de felicidad -murmuró mirándolo a los ojos
.
Justin tenía la respiración jadeante, pero mantuvo los movimientos lentos.

- Voy a penetrar un poco más.

- Sí.

Todo lo demás, comprendió _____, por muy delicioso que hubiera sido, iba encaminado sólo a aquello, a la última conexión. Nada en el mundo le había parecido tan perfecto como abrir su cuerpo a aquel hombre y ser llenada por él.

Justin se deslizó aún más adentro y encontró resistencia. Se detuvo al instante y la miró a los ojos.

- Ahí está.

_____ tenía el corazón desbocado. Un movimiento y su vida habría cambiado para siempre. Ya no sería virgen y conocería la maravilla de estar unida íntimamente a otra persona. Y no a una persona cualquiera, sino a Justin. Un movimiento más y ella sería una con él en todo el sentido de la palabra.

_____ deslizó las manos hacia sus nalgas y se las apretó con firmeza.

- Vamos por ello.

Mientras él empujaba con suavidad al principio, ella se alzó para recibirlo, resuelta a compartir aquel momento. El agudo dolor la hizo lanzar un grito.

- ¡Maldición! -exclamó Justin deteniéndose en el acto.

- Está bien -tembló contra él-. Ya se me está pasando. No te retires. Ya se ha pasado. Ámame. Ámame como un hombre ama a una mujer.

Con un bramido, Justin embistió hasta dentro y la fiereza que ella había esperado ver antes brilló en sus ojos cuando la miró.

Mientras ella le devolvía la mirada, una fiera intensidad ardía dentro de su cuerpo. Había esperado estar desnudos los dos esa noche, pero no había adivinado que la despojara de la esencia misma de su alma y ella a él. Lo miró a los ojos y comprendió que los dos estaban viendo profundidades que nunca había imaginado. Y su mundo se trastocó porque supo que la conexión que estaban haciendo no duraría sólo esa noche, ni siquiera el verano, porque duraría para siempre.

CONTINUARA...  

Mi Dulce Tentación - (Justin Biber y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora