23/01/19

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Las mañanas son totalmente diferentes del resto del día. En las mañanas me levanto, me baño y desayuno sin pensar nada en particular.

Aunque odie madrugar, no puedo negar qué hay algo de hermoso en ello. Las mañanas son diferentes de las tardes. Y la razón es simple, se le dice mañana aunque esté oscuro aún, a diferencia de la tarde que tan pronto oscurece se vuelve noche.

Y aún así cada cosa tiene su encanto. La mañana con sus amaneceres, el día con su sol de medio día, la tarde con sus atardeceres y la noche con su luna y sus estrellas (Apenas visibles por la contaminación de la ciudad).

En las mañanas hay que levantarse mientras aún está oscuro, de alguna forma uno saca energías para levantarse y después de bañarse ya me despierto de veras. Sin embargo lo que hace especial a las mañanas no es eso (más bien es lo que la hace tediosa). Lo que hace especial a las mañanas es ver que esta llena de la energía de las personas que también tienen que madrugar, es ver como con el cielo aun negro cientos de luces se acomodan en la autopista, de un lado rojas y pequeñas y del otro blancas y brillantes, es sentirse una pequeña parte de un montón de personas que también se levantan, es ver como poco a poco el color del cielo cerca de las montañas cambia, es sentir el frío colarse entre los huesos y ver como el sol se levanta lento y perezoso apenas despierto para comenzar un nuevo día con uno. Es pensar que esa sensación solo se sentirá hasta que me gradúe.

Pensamientos desbordadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora