15/04/19

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Ese sentimiento de olvido, de nostalgia, de una misteriosa felicidad revoloteando entre recuerdos.

La emoción que se asoma en siluetas de personas y lugares olvidados. El miedo de recordar algo que te pueda traer dolor. Y aún así danzar entre confusas formas en la memoria.

Sentir estar al borde de un abismo, atado de la cintura a una fina cuerda que te trata de regresar a la "seguridad". Y aún así tener deseos de correr, coger impulso y lanzarse al abismo. Y caer, seguir cayendo sin ser consciente del tiempo. Sentir la angustia en la boca del estomago y una latente emoción en el corazón. Sentir el viento pasar veloz por las imaginarias mejillas que poco a poco levantan una sonrisa.

Caer, y en el trayecto recordar. Recordar a medida que te acercas al peligroso final. Recordar, la sangre palpitando, el calor, el movimiento, las carcajadas, la desesperación, la fe, la furia, la alegría, las peleas, los gritos, las sonrisas, la muerte, la resistencia, la lucha, la esperanza. Recordar la adrenalina cargada fluyendo en la sangre, haciéndote mover, levantándote todas las mañanas, encontrando la manera de sacarte de la desesperación.

Caer sin parar. Las emociones bombardeándote sin cesar. Recordar el frío de las mañanas y el sol que se levanta perezoso. Recordar los momentos con el corazón trotando desbocado. Recordar el ruido dentro de la cabeza. Recordar esas caras sonrientes y aquellas que lloran. Recordar tus manos manchadas. Recordar las que agarraste.

Escuchar la música que ronda por ese vacío y llenarte de todo, de absolutamente todo. De las lágrimas y de las risas. De la desesperación y de la esperanza. De la furia y de la Paz.

Y de repente abrir los ojos, recordando quién eres.

Pensamientos desbordadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora