6. Noche larga

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Lena

Me quedé parada en las escaleras mirando a la ventana, cerré y abrí los ojos para ver si había visto mal o si se trataba de una jugada de mi mente pero no era así. La sombra aún seguía ahí.

Corrí a mi habitación y cerré la puerta fuerte detrás de mi, miré el reloj y este marcaba las 2:43 de la tarde, me recosté en la cama y encendí la televisión. Estaban las caricaturas animadas.

El timbre suena, salgo de la habitación y bajo por las escaleras, miro a la ventana donde había visto la sombra pero esta ya no estaba, cuando estoy frente la puerta la abro y miro a un repartidor de correos, el sonríe y dice:

—¿Lena Harper?.—pregunta leyendo una tabla.

—Si, soy yo.—lo miro confundida, el me extiende una caja pequeña y yo la tomo en manos.—Disculpe pero, ¿Quién me mando esto?.—digo mirando la pequeña caja.

—No me dijeron quien la mandó señorita, que tenga una buena tarde.—dice por último para así subir al auto donde este venía.

Entré de nuevo a casa, me senté en un sillón, y me dispuse a abrir la caja, tomé unas tijeras que estaban en la mesita que se encontraba a un lado de mi y abrí la caja.

Esta tenían muchos papelitos que cubrían lo que venían en la caja, cuando quité todos los papelitos me quedé sorprendida con lo que estaba viendo, era el celular de Aitana. Este encendía y funcionaba a la perfección pero cuando busqué si tenía alguna señal de donde se podría encontrar o los mensajes y llamadas que le mandé no estaban.

No tenía ni la menor idea de porqué el secuestrador había mandado el celular de Aitana a casa

Si es que se trata de un secuestrador recuerda

Oh cállate

Pero en la caja aún había algo más, cuando seguí buscando encontré una uña, en serio, ¿Una uña? No sabía si era de Aitana o de otra persona.

Dejé la cajita junto con las cosas que venían en ella en la mesa y subí a mi habitación. Necesitaba llamar a Jones para avisarle sobre este paquete que acaba de llegar a mi casa.

Pasaron las horas y el sol se iba metiendo poco a poco yo seguía encerrada en mi habitación, Jones me dijo que me mantuviera en casa pero por una u otra razón no me sentía protegida aquí.

Era de noche y había un poco de viento frío que se colaba por mi ventana. Tomé mi pijama y me cambié para así intentar dormir, no sin antes revisar toda mi casa, asegurarme que la puerta y las ventanas estuvieran cerradas.

Después de que hice eso me recosté en mi cama mirando algunas fotos en mi celular cuando se escucha como abren la habitación de Aitana.

Me paré lentamente de la cama y caminé de puntitas hacia la puerta, giré la perilla de ella y abrí la puerta lo más lenta y silenciosa posible, cuando salí de mi habitación la puerta de Aitana estaba abierta completamente.

—¿¡Quién está ahí!?.—digo tomando un florero que estaba en el librero.

Y sigues pensando que la persona que está aquí te va a contestar

¿Acaso no te cansas de entrometerte?

Caminé a pasos lentos a la habitación de Aitana pero algo captó mi atención, la luz de la sala se prendió de la nada.

Con un carajo, ¿Qué está pasando en esta casa?. Nunca habían ocurrido este tipo de cosas aquí y no entiendo porque pasa ahora.

Estás sola no jodas

¿Y eso qué tiene que ver?

Yo nada más digo

Entré a la habitación de Aitana, encendí el foco y busqué por toda la habitación si había algo o si faltaba. Pero no, todo estaba en su lugar pero había algo que no pertenecía ahí, una rosa roja estaba en la cama de ella.

La puerta se cerró causando un ruido muy fuerte haciendo que me espantara, la ventana de la habitación de Aitana también se cerró, intenté abrir la puerta pero no podía.

Mierda y mil veces mierda.

La desesperación entró en mi cuando escuché pasos acercándose a la puerta, mis manos comenzaron a sudar de los nervios.
Me separé de la puerta cuando miré que la perilla de esta era forzada para abrirse, pensé que era el mismo tipo que secuestró a Aitana pero cuando la perilla dejó de moverse yo me acerqué a la puerta y la abrí.

No se encontraba nadie en casa, el librero estaba caído de un lado haciendo que un par de libros se cayeran, la luz de la sala ya estaba apagada.

Corrí a mi habitación y me encerré en ella, esta noche va a ser larga.

Daba vueltas por toda la cama, no lograba dormirme por más que quisiera, solo quiero que Aitana vuelva sana y salva a casa para que se acabe el problema.

—Creo que eso va a ser imposible.—escuché una voz de hombre susurrandome al oído.

¡Maldita sea!, ¿Que fue eso?

Me paré de mi cama rápido y encendí el foco, no había nadie, no sé si mi mente me está haciendo unas malas jugadas pero esto ya no me gusta en lo absoluto.

Salí de mi habitación y encendí todos los focos de la casa, tomé el florero que tenía hace rato y bajé las escaleras, miré en la sala y no había nadie. Miré en la cocina y como era de esperarse tampoco había nadie.

Salí al jardín de la casa y prendí la lámpara que traía en mi mano busqué por todo el jardín pero no encontré nada.

Cuando estaba por meterme de nuevo sentí una mirada, miré hacia atrás y vi a un hombre parado del otro lado de la calle, parpadeo un par de veces pero cuando miré otra vez ese hombre ya no estaba.

Me devolví a casa y fui a mi habitación, no sé cuánto tiempo pasó pero yo logré quedarme dormida.

—Oh pequeña Lena, ¿Dónde te escondes?.—escuchaba la voz de un hombre. Yo tapaba mi boca ahogando mis gritos pero no podía evitar que pequeños sollozos salieran de mi, de mis ojos salen muchas lágrimas. Miraba a Aitana tirada en el suelo mirando a la nada.

De un momento a otro siento como toman de mi brazo y me alzan, no pude evitar gritar cuando miré a la persona que me tomó del brazo.

—Te encontré pequeña...—susurra.

¡Carajo!

Mi respiración estaba agitada, había tenido otra pesadilla con Aitana y el mismo hombre al cual no le podía ver la cara.

Otra maldita pesadilla.

Encendí el foco y miré el reloj de pared, este marcaban las 4:00 de la mañana.

Fue una larga y rara noche...

Trato con el diablo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora