37. Nathan Brown

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Lena

Estaba en el hospital sentada en la sala de espera tratando de mantener la calma y paciencia porque los doctores no me han dicho nada desde hace más de dos horas. Ya se estaba haciendo de noche y yo sigo sin obtener alguna respuesta sobre Aitana.

Las dudas terminaron cuando escucho a un doctor mencionar lo típico.
—¡Familiares de Aitana Harper!.—dice un doctor que había salido de una habitación.

Yo levanto mi mano y al mismo tiempo me levanto para ir a dónde está el.

—¿Le sucede algo a mi hermana?.—digo.

Umm no, cómo crees. Solo la apuñaló el diablo

—Ella tiene una herida un cuanto grave, hubiera sido peor si la navaja o cuchillo hubiese perforado el riñón. Pero al parecer todo ya está bien, Aitana había perdido mucha sangre pero ya se le hizo una transfusión.—dice eso y yo solo le doy las gracias.

El va a la habitación donde supongo está Aitana, no sé si esperarla o irme. Tal vez se quedará un rato más. La idea de irme me parece mejor.

Salí del hospital y comencé a caminar directo a casa. La luna ya estaba saliendo y al mismo tiempo las lámparas de las calles de Cincinnati se estaban prendiendo.

Varias personas entraban y salían del hospital, yo salí completamente del lugar y pude notar que las calles estaban solas. No quise tomarle importancia pero al decir verdad me daba un poco de miedo caminar a estas horas.

Aún faltaban varias calles para llegar a casa, pero tuve que parar cuando miré a dos hombres discutiendo un tanto fuerte, miraba como se daban empujones y no tardó mucho tiempo para que llegaran a los golpes. Tuve que retroceder unos cuantos pasos para esconderme en el callejón que se encontraba ahí.

Me puse de rodillas y me escondí detrás de un bote de basura, escuchaba como los tipos de decían de cosas mientras se golpeaban.

Miré al reloj que estaba en mi muñeca y ya marcaban las 9:00 de la noche. Estos tipos no paraba de golpearse y parecía que nunca lo dejarían de hacer.

Estaba dudando si salir de ahí y correr o quedarme aquí hasta que ellos terminaran, seguramente me quedaría hasta el amanecer si no salgo de aquí ya.

1, 2, 3... Salí de donde estaba y comencé a correr. El local de café al que solía ir estaba abierto y a tan solo unos pasos de mi, yo seguía corriendo aunque los hombre se hayan quedado a unas calles atrás.

Entré al local agitada de tanto correr y la cajera se me queda viendo un trato preocupada y rara a la vez. Pude ver que solo habían unos cuantos clientes en el lugar y pude conocer a uno.

—¿Señorita Harper?.—dice el señor Brown que se encontraba sentado en una mesa junto a la ventana.—¿Qué te sucede?.

Esta vez el se para de su lugar y camina hacia a mi. Estaba segura que mi cara ahora estaba roja de la vergüenza que sentía.

—No me sucede nada señor Brown, gracias.—le digo sonriendo.

—Sientate conmigo, llamaré a la mesera para que te dé algo que te tranquilise. Mírate, te ves asustada y agitada.—dice.

—No es nada en serio.—le digo.

—No corriste por deporte, ¿O si?.—dice sonriendo.

—No. Solo que unos tipos de comenzaron a golpear unas calles atrás y pues tuve que correr.—digo.

—¡Oh!, chica por Dios hubieras llamado a tus padres o... A tu novio.—dice.

Bueno Nathan, si supieras que mi padre murió desde que tenía catorce años, que nunca tuve una madre por culpa del diablo y que el chico al cual yo amaba me lo arrebató el mismísimo diablo. Si tan solo lo supiera señor Brown.

Trato con el diablo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora