CADUCEO

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El hombre sabía que ya no estaba en la capacidad de digerir una ración tan grande de costillas de cerdo y cerveza como en antaño. Había visto un documental de las anacondas en la selva, y cuando dichos ofidios se atracaban como cena a un tapir pequeño, al final se quedaban durmiendo por un par de meses. Ahora, él entendía el porqué.

Mientras su compañero sufría los efectos de una sustancia emética mezclada con su bebida, él estaba casi dormido en el parque de la colonia "Sierravista". Ya había perdido la esperanza de encontrar al sospechoso "Frosty". En ese momento solo esperaba que le pasara el sopor para regresar a su casa.

Fue entonces que lo vio. El tipo, que solo era un muchacho, apareció en el sitio husmeando como un venado asustadizo. Ticas lo vio pasar, pero el chico ni se fijó, ya que el detective estaba casi acostado, y las primeras sombras invadían el sitio.

El recién llegado avanzó hacia las canchas de basquetbol y se fue directo hacia los árboles. Empezó a buscar entre los huecos de las raíces para ver si "El mechas" había dejado algún paquete de hierba olvidado. En esas estaba cuando Ticas se acercó, pero como no tenía la energía para perseguir a nadie, llegó a la cancha y empezó a ver al piso como quien busca algo.

"Frosty" se percató del hombre que se acercaba, y se quedó congelado a la espera de salir corriendo lo antes posible. El joven estaba paranoico.

Pero entonces el investigador que estaba a muchos metros, le gritó:

— ¡Muchacho! ¿Me ayudas a buscar mi cartera?, se me perdió por aquí...Si la encuentras te daré un reconocimiento, yo ya no miro con esta oscuridad.

Frosty escuchó con atención, y pensó que si el sujeto le daba un par de billetes podría comprarse un poco de hierba, por lo que asintió y empezó a imitar al viejo obeso que fingía buscar.

— ¡Es café! Y tengo todo mi sueldo ahí... — comentó Ticas de forma casual.

El muchacho se empezó a concentrar tanto en aquella tarea que no se dio cuenta de las maniobras del tipo. El detective se acercó por detrás y sorprendió al chico doblándole el brazo y llevándolo en contra de uno de aquellos frondosos árboles.

Frosty chilló como una niña al encontrarse en aquella situación, pero entonces la mano libre del tipo reptó hacia aquella zona en su ingle, y sin más le atrapó los testículos.

Entonces Alexis experimentó un dolor tan profundo que cortó sus gritos en seco, su captor apretó con saña, ejecutando una maniobra que el investigador llamaba "el rompehuevos", esto estaba destinado a ablandar al sospechoso de una sola vez para ir directo al grano.

— ¿Tú eres Frosty, cabrón?... — inquirió el torturador con voz temible.

El muchacho no podía articular palabra alguna por el sufrimiento que padecía, así que asintió de forma silente con la cabeza.

— ¡Decime donde tenés la droga y el dinero, o te quedás sin tener hijos!

Alexis berreó de dolor, y Ticas comprendió que tenía que reducir la presión para dejar que el sujeto hablara. Una vez liberado, el chico dijo casi llorando:

— "El mechas" tiene la droga, él es el jefe de la San Patricio...ya déjeme...

— A mí no me engañas... ¿o me vas a decir que tampoco mataste a la vieja que hallaron allá abajo? — preguntó Ticas mientras continuaba con su salvaje interrogatorio.

— ¡Yo no fui! ¡Se lo juro! Fue el "tipo de negro" Él la trajo en medio de la lluvia y la metió en ese hoyo...creo que quería esconderla porque la patrulla andaba cerca... — declaró el chico casi al borde del desmayo.

— ¿El hombre de negro?... ¿Y yo soy el perro tonto de la película? ¿Me estás llamando "chucho"... mierdero? — cuestionó Ticas pensando en esa película que tanto lo hacía reír.

— ¡No... yo no dije eso!... — replicó Alexis con una voz temblorosa.

— ¡Confesá todo lo que sabés, o te arranco los huevos! — le susurró al oído el sujeto con un aliento que apestaba a cerveza y crueldad.

— ¡Déjeme ir! Yo solo le robé el anillo que tenía la muerta...y también la varita con alas, pensé que era de oro...— dijo el joven mientras sollozaba de puro dolor.

Mientras Alexis clamaba por su libertad, Ticas soltaba aquella parte sensible y buscaba una de sus bolsitas incriminadoras. Encontró una de cocaína, y se la metió en el bolsillo del pantalón al chico. Quería repetir la jugada que había hecho con el greñudo del pie roto. Pero en ese instante, puso atención a las palabras de "Frosty". El detalle del anillo solo era conocido por la policía, no habían compartido nada parecido con la prensa. Por lo que, el muchacho podía estar confesando algo. Y cuando oyó ese otro pormenor, preguntó curioso:

— ¿Cuál varita con alas?

— La tengo en mi bolsillo derecho... es mi amuleto, por si él me busca — indicó el gordo jadeando.

Ticas metió la mano de forma confianzuda, encontrando aquel objeto. Era cómo lo que había descrito el chico, una varita con alas que inmediatamente reconoció como el símbolo que identificaba a una profesión relacionada con la salud. Pero el trozo de metal estaba pegado a una plaquita donde estaba gravado un nombre. Era la identificación de un nosocomio de la ciudad. El detective soltó al chico lentamente ya que estaba perplejo porque acababan de presentarle al dueño de aquella placa, y solo alcanzó a decir:

— ¡Puta madre! ¿Decís que la muerta tenía esto?

— En la mano izquierda...el anillo estaba en su dedo. Era de diamantes, me dieron un forro de lana en el centro, y con eso me fui a Bolívar, donde una tía que está peleada con mi abuela...— dijo Alexis.

— ¿Por qué no fuiste a denunciar esto a la delegación, cabrón? — reclamó Ticas indignado.

— ¿Está loco? Nadie me hubiera creído....capaz me meten preso. El tipo de negro se bajó de un carro azul. Y llevó cargando a la muerta...llegó a ese hoyo y la metió ahí....Entonces pasó la patrulla, y él se fue. Yo estaba en el techado, le vi la cara, y cuando se fue....fui a ver...ahí estaba ella...le robé el anillo y "eso"...Después me fui....Al día siguiente, yo sabía que la mujer seguía ahí, pero cuando la encontraron, me fijé que el tipo estaba observando cerca de aquel árbol...entonces hui. — habló el chico como una ametralladora, estaba temeroso que el sujeto volviera a torturarlo si soltaba una mentira.

Los residuos de la borrachera del detective se habían esfumado, dejó a Alexis parado junto al árbol y echó a correr hacia la salida, en dirección de su auto.

Frosty no entendió la premura del sujeto, pero se sintió aliviado cuando lo vio marcharse. Sabía que debía irse porque aquel maldito podría regresar, entonces empezó a caminar. Fue en ese momento que el chico sintió un bulto extraño en uno de sus bolsillos y con algo más que curiosidad metió la mano en él.

De forma lenta y reverente alzó aquella bolsita rellena de polvo blanco frente a sus ojos. Y en ese instante, el joven esbozó una sonrisa de felicidad plena.

 Y en ese instante, el joven esbozó una sonrisa de felicidad plena

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