ESCRIBIENDO "LA MARCA DEL VIAJERO"

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El año recién pasado podría decirse que fue interesante, en términos laborales

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El año recién pasado podría decirse que fue interesante, en términos laborales. Hasta la mitad del mismo trabajé en una empresa textil como encargado de una de las áreas de producción. Podría calificar esos meses cómo cuando en las películas, el héroe navega a través de un río caudaloso en una balsa de goma, pero a lo lejos nota que su camino terminará, de forma abrupta, porque se dirige hacia una catarata, y carece de remos para desviar su curso . Es lo que se llama "ver la llegada de lo inevitable".

Desde el principio de ese año, se había asignado a nuestra área a un supervisor adjunto, un sujeto peculiar. Era la clase de tipo que no lograba entender un chiste inteligente aunque este se le explicara diez veces, por ende carecía de sentido del humor, y tenía la mente más cerrada que una caja fuerte.

Sabía que estaba ahí para evaluar mi puesto, y debido a que yo compartía mis funciones con otro compañero, estaba consciente que el tipo, al final, llegaría a la conclusión que yo ya sabía desde hacía tiempo...mi posición era completamente irrelevante. Las dos plazas podían unirse y una sola persona podría manejarlo todo.

Y durante esos meses noté que empecé a ser ignorado en reuniones y decisiones que atañían a mi área. De forma sistemática fui relegado, y sobajado por las jefaturas. Por mi lado eso ya me tenía sin cuidado, yo solo esperaba el desenlace fatal.

Así, el día que comenzó el mundial de futbol en tierras rusas, y a las cuatro de la tarde hora local; el sujeto entró a mi oficina dándome la noticia que mi contrato laboral había llegado a su fin. Me envió al departamento de recursos humanos donde se me indicó que esa decisión se debía a una reestructuración en la empresa. Se me pagaría la indemnización de ley, y el valor de la misma equivalía a seis meses de sueldo...lo cual era un alivio temporal.

Pasé el siguiente mes bastante pendiente de los partidos de aquel torneo internacional sin perderme ninguno, cosa que nunca había hecho, ni siquiera en mi juventud. Me dedicaba a limpiar la casa, cocinaba, y a veces escribía. Mi búsqueda laboral había iniciado, pero como tenía proyectado un viaje en el mes de Agosto, no me esforzaba mucho.

Llegó la fecha de aquellas vacaciones planificadas, y a pesar de mi situación de desempleado, sin remordimiento, visité la CDMX. En realidad, amé cada momento de mi estadía en dicha ciudad. Fue algo refrescante, casi mágico...y eso me hizo olvidar todas las penurias y humillaciones que me había dejado la primera mitad del año.

Cuando regresé a mi realidad, me dediqué de lleno a buscar trabajo, a las labores caseras y a terminar de escribir Trinitatis...la última parte la concluí en Septiembre...coincidiendo con el aniversario de los veinte días negros, lo que no fue intencional.

Al final y siguiendo las recomendaciones del genio de Maine, sabía que debía descansar de aquella historia antes de comenzar con su revisión. Creía que pasarían un par de meses baldíos antes de poder repasar las aventuras de Violeta Alberti y las reinas, en su rescate del alma de Fabiola Guevara. Así, puedo decir que será algo que retomaré en el futuro cercano...y para aquel crítico que me indicó que cierta parte era muy corta....le contesto que en la segunda revisión intentaré alargar el encuentro de Violeta y su padre...bueno...si lo amerita.

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⏰ Última actualización: Feb 22, 2019 ⏰

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