Un crimen sin pistas, reabre los casos sin resolver atribuidos a un asesino en serie. Una pareja de detectives deberán armar aquel rompecabezas , corriendo contra el tiempo, ya que el viajero está empeñado en dejar su marca.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Hace mucho tiempo, hubo un detective novato llamado Wilmer... que resultó demasiado ingenuo y tuvo que pagar un precio muy alto para darse cuenta cómo funciona este mundo en realidad...— comenzó el anfitrión de la casa en un tono sarcástico y desesperanzado.
Y mientras almorzaban él siguió con su relato:
— Todo comenzó "la noche del incendio del lado este". Yo empecé de detective aquí en La Concordia...Mi compañero y supuesto mentor, en aquel tiempo, era Ticas....Nos tocó atender un asalto a un night club ubicado sobre la calle Los Girasoles...un sitio llamado "Hot Kiss"...Ahora, todo eso son oficinas...Cuando ingresamos al sitio, los forenses ya estaban ahí. El jefe del equipo se llamaba Jesús Carrillo, un veterano que actualmente está jubilado. Fue una carnicería. Siete muertos...Seis por herida de arma de fuego...pero uno de ellos había sido atacado con un salvajismo que jamás había visto...Veinte estocadas en el tórax y espalda...degollado...y fue entonces que vi por primera vez "la marca". Un tajo limpio en el pómulo izquierdo. La víctima se llamaba Roberto Serrano, un criminal de poca monta que se dedicaba al robo en agencias bancarias. Toda su banda fue asesinada ese día... Las cámaras de vigilancia fueron desactivadas y las grabaciones borradas. Nunca se supo si fueron los amigos de Serrano o alguien más quien lo hizo.
— ¿Y esclarecieron el caso? — preguntó la oyente con algo más qué interés.
— ¡Para nada! Se declaró como un asalto fallido. Se especuló que los delincuentes se habían eliminado entre ellos, pero lo cierto es que el dinero robado, jamás apareció...Pronto sabrás que muchos casos en este distrito quedan en la total impunidad.
Melisa hizo un gesto de solidaridad, que invitaba al narrador a continuar.
— Unas semanas más tarde, encontramos a la segunda víctima. Se llamaba Ermelinda Pinto, una divorciada que vivía en el barrio Los Almendros... Esta vez fue más limpio. Degollada de un tajo...y marcada en el pómulo izquierdo... para ese momento yo no relacioné ambos casos.
— Más tarde, aparecieron dos cuerpos más: Lorena Garay y Julia Quiñonez... Cuando revisé los expedientes...y compartí eso con Ticas y el inspector en jefe... que dicho sea de paso, no era Garrido... Al verificar la evidencia se nos hizo claro que era el mismo asesino en todos los casos....fue entonces cuando empezó la cacería... Se movilizó a toda la delegación. Se hacían rondas extras por todo el barrio...y al final...dejó de atacar...Pero de repente, aparecieron víctimas en la zona sur...unas semanas después al oriente, y también al norte...La ciudad entró en pánico....¡mucho fue culpa de la prensa que magnificó los hechos!
Melisa recordaba brevemente que en esa época, en la escuela habían dado charlas para evitar a los extraños y se les animaba a regresar temprano a casa.
— Cuando todas las delegaciones empezaron a comunicarse entre sí, tratamos de hacer lo mejor que pudimos compartiendo la información. Pero aun así estábamos a oscuras, de acuerdo a un experto en psiquiatría que asesoraba en La central, se notaba que el sujeto era lo que se llama Spree Killer, o asesino excursionista...