Despertó. No sabía si habían pasado minutos, horas o siglos. Pero al ver hacia el techo observó que aún no oscurecía. Sus procesos mentales trataron de iniciar, pero se sentía desorientada, fuera de toda coordinación. Y fue ahí donde sintió el dolor, y no solo eso, sino una versión superlativa del mismo que jamás había experimentado en su vida.
Trató de incorporarse, pero la detuvo una sensación lacerante y cálida en su pierna izquierda. Al alzar su rostro y ver a su alrededor, quedó completamente horrorizada. Estaba acostada sobre un charco de sangre. Algo definitivamente había salido muy mal. Sus voces se escuchaban cómo murmullos. Solo pudo distinguir algunos sollozos y frases que la conminaban a actuar:
— ¡Canal trece!
— ¡Llámalo!
— ¡Dile del hombre de negro!
Debía moverse rápido, pero se percató que eso solo era un deseo en su mente ya que su mano se desplazaba con una dificultad y lentitud que no le era familiar. Tomó el radio y habló. Se sorprendió del tono de su voz. Era apenas un balbuceo.
— Will, ayúdame.
— Melisa... ¿eres tú?... ¿qué pasa? — respondió su compañero con un tono metalizado.
— Ayúdame...Te necesito...
Luego escuchó un par de voces que no logró distinguir:
— ¿Qué pasa si regresa ese tipo? — replicó una de ellas con terror. La detective dirigió su mirada hacia la baranda quebrada, pero no vio a nadie.
— ¡Dile a Will del sujeto! — indicó otra voz con súplica.
De repente empezó a regresar a un estado de sopor, pero recuperó la conciencia cuando escuchó los gritos de Wilmer. Se aproximaba con rapidez. Quiso alzar la voz para decirle donde se encontraba, pero no pudo. Los minutos corrían con una lentitud anormal, y entonces se le ocurrió una idea alarmante: estaba muriendo.
En ese instante él apareció.
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Cuando Wilmer llegó al lugar, sintió como si le hubiesen dado un golpe en la boca del estómago. El escenario que tenía ante sí era inimaginable. Se inclinó y empezó a examinar la situación. Se percató que la chica sangraba de la pierna izquierda, y con la primera inspección pudo confirmar que Melisa tenía enterrada una varilla metálica, ya que había caído sobre un soporte que estaba sobre el piso, y lucía erizado de púas de unos diez centímetros.
Entonces solo pudo pensar en una cosa: "Buscar ayuda"
Recordó el curso básico de primeros auxilios que había recibido en un campamento no muy lejos de ahí. Por lo que empezó a quitarse el cinturón para improvisar un torniquete mientras cambiaba su radio de frecuencia para comunicarse a la delegación y a los servicios de emergencia.
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LA MARCA DEL VIAJERO
Misteri / ThrillerUn crimen sin pistas, reabre los casos sin resolver atribuidos a un asesino en serie. Una pareja de detectives deberán armar aquel rompecabezas , corriendo contra el tiempo, ya que el viajero está empeñado en dejar su marca.