2. El dulce Kim YuGyeom

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El reloj marcaba las 7:45 am y como todos los días, el auto encargado de llevarlo, se estacionaba en el mismo lugar de siempre en el estacionamiento de la prestigiosa universidad de Harvard.

Kim YuGyeom, el muchacho de apenas diecinueve años descendía del automóvil despidiendo amablemente a su chofer, listo para empezar sus clases como estudiante de la carrera de Música. YuGyeom apenas estaba en la mitad de su primer año y cada día parecía como el primer día, el muchacho aún tenía corriendo sobre él, la emoción de estudiar la carrera que tanto le gustaba.

YuGyeom se dirigió como siempre a su clase sosteniendo sus libros en una mano, mientras que con la otra chequeaba su reloj, vigilando que aún estuviera en hora.

Era muy popular entre los alumnos de la universidad. Con su atrayente belleza se había ganado muchos admiradores, tanto hombres como mujeres. Casi a diario, recibía invitaciones a salir y una que otra propuesta subida de tono, pero las rechazaba todas, pues era muy joven para pensar en tener pareja, al menos era lo que él pensaba y la muerte de su abuelo quien había cuidado de él desde que era un bebé, estaba aún muy fresca en su memoria para pensar en ocupar sus pensamientos con algo más.



...

-¡Buen día, YuGyeom! -saludó uno de los amigos del joven universitario.

-Hola, MinGyu. Es la primera vez que te veo llegar a tiempo. -devolvió el saludo, sonriente.

-Mi mamá prácticamente me botó de la casa, dijo que no iba a aguantar que me siguieran dejando afuera en clases. -respondió el muchacho conocido como MinGyu.

Los dos muchachos rieron un rato para luego entrar al salón de clases. Pasaron dos horas y todos se retiraban cansados luego de un riguroso examen sorpresa.

-Creo que lo echaré a perder otra vez. -se lamentaba JiMin, una de las pocas amigas cercanas de YuGyeom quien llevaba tomando el mismo curso por segunda vez.

-Estoy seguro que lo hiciste bien, además siempre puedes hablar con el Sr. Couton para que puedas subir tu nota, quizás un trabajo extra o algo así. -trató de consolar YuGyeom.

-Gracias, pero creo que pasaré esta vez, no nací para ir a la universidad. -respondió la joven alejándose del grupo.

El resto de chicos se dirigió al campus para pasar un rato de despabilamiento mientras conversaban de cosas banales y esperaban que inicie su segunda clase.

YuGyeom amaba estar en la universidad. Era como un segundo hogar. Después de la muerte de sus padres, su abuelo temió quedarse solo y sobreprotegió al muchacho al punto de casi tenerlo encerrado en la mansión donde residían. Creció bajo los cuidados de sus nanas, demás sirvientes y rodeado de todo el amor de su abuelo.

El rostro de YuGyeom era muy parecido al de su madre y esto le agradaba al anciano hombre, pues amaba a su nuera como si fuera su propia hija y su carácter noble y apacible era muy parecido al de su padre. El abuelo Kim estaba muy contento de al menos tener al niño consigo, ya que él era la viva imagen de una extraña mezcla de sus padres. La belleza física de su madre y la belleza espiritual de su padre.

Pero el abuelo Kim no pudo pasar todo el tiempo que hubiera deseado con su nieto. Un buen día fue diagnosticado con una arritmia cardíaca que años más tarde lo llevó a sufrir un infarto y posteriormente a fallecer un frío día de invierno, dejando a YuGyeom solo. Sí. Solo. YuGyeom no conocía más familia que su abuelo y al fallecimiento de éste, mucho se preguntaron los empleados de la mansión que sería de él. Sí, por su apariencia y sublime personalidad, era cariñosamente apodado como ciervito o pequeño ciervo, por sus amigos y empleados de la mansión. Sin embargo su abuelo había pensado en casi todo, dejando la tutoría de su nieto a su mayordomo en jefe, hasta que este cumpliera los veinte años, tiempo en el cual, el heredero podría reclamar todos los bienes que le dejó su abuelo.

The Boy and The Beast || JinGyeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora