Capitulo #08|(Editado)

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Al volver al edificio las restantes horas de trabajo se esfumaron rápidamente, pasaron rápido para la suerte de todo los empleados.

Me dirijo al ascensor cargando mi bolso en mi hombro, apretó el botón de este y sus puertas se abren lentamente.

Mis pasos se dirigen a su interior cuando una mano pesada se reposa en mi hombro izquierdo, provocando miedo de mi parte.

Giro mi cuerpo rápidamente y observo al hombre frente a mi, sus ojos grises me nublan y mi boca no puede sincronizar una palabra.

Mi mirada se dirige a mi hombro y el quita su mano de forma rápida y torpe, — Señorita Brown, voy a un almuerzo con mi padre si quiere puedo alcanzarla a su hogar.

Escucho sus palabras con determinación, como si dependiera de cada una de ellas.

Los nervios invaden mi cuerpo y la única respuesta que encuentro en mi diccionario es, — Si, claro. — murmuro sonriendo.

Su sonrisa contesto mi aceptación, se para justo a mi lado y ambos entramos en el ascensor, sin mencionar ninguna palabra.

***


— Entonces lo diseñaste tú? — digo caminando al auto exclusivamente caro.

La arrogancia y lo egocéntrico que describe a este famoso ser humano rebosa cualquier vaso de oro.
Sus palabras al salir del edificio fueron, "Te presentó al proyecto R3".

Se para delante de la puerta de acompañante y la abre, cediendo mi paso al interior de este caballerosamente.

Le agradezco con un gesto acompañado de una sutil sonrisa, — Fue diseñado por mi padre. Sólo existen tres vehículos de este mismo diseño o modelo.

Asiento mientras lo observo rodear el auto para luego subir, — Diría que es un diseño familiar. Sólo Raymond, mi hermano y yo lo tenemos.

***


El viaje se basó en 10 minutos llenos de risa y incomodidad. Algunos segundo del viaje fueron espantosos gracias a sus charlar por celular, y otros fueron graciosos por su horrible humor.

Abre la puerta,— Gracias por el aventón. — sonrío abandonando el vehículo.

Cierra la puerta y su mirada se fija en mis ojos, — Denada Señorita Muffins.

Cómo siempre la costumbre que posee mi cuerpo de darme el mismísimo trabajo de salir obligada de mi cama fue espantoso

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Cómo siempre la costumbre que posee mi cuerpo de darme el mismísimo trabajo de salir obligada de mi cama fue espantoso.

Malditos Lunes.

Las ganas de seguir apegada a ella se notan en mis ojeras, las cuales gracias a la existencia del maquillaje logro disimular.

Agarró las carpetas que invaden mi pequeño escritorio y me dispongo a iniciar con mi maravilloso trabajo.

Camino hasta las puertas y tocó con mis nudillos, — No está, descuida el desayuno lo traje yo. Pero si quieres entra y deja las carpetas en su escritorio. — habla Aída de forma amable.

Decido sacarme trabajo de arriba, así que de forma educada entró a la oficina y dejo sus carpetas listas para su inspección especial.

Noto al lado del teclado de la PC, un plato diminuto con dos muffins de vainilla con cereza.
La tentación corre por mis venas y mi mano derecha no demora ni un solo segundo en llevar uno a mi boca.

Sonrío observándolo, como toda niña al obtener su dulce favorito. Le doy un pequeño mordisco con delicadeza y lo saboreo inútilmente.

Las puertas a mi espalda se abre brutalmente, — Señorita Brown?.

Los nervios se encargan de darle un color a mi rostro, no contesto.

Trajo la mezcla en mi boca y doy la vuelta, — Son deliciosos. — contesto con una sonrisa a la vez que señalo mi mano ocupada por un muffins.

Sonríe, — Si? — hunde su ceño.

Asiento avergonzada, — Lo siento es que..

Me interrumpe, — Te tentó?.

Vuelvo asentir. El niega con una sonrisa y camina, a su aparentemente muy cómodo asiento.

***

Me encuentro con el nuevo empleado de la grandiosa empresa, el chico de recepción, Mathias. A pedido del jefe tuve el placer de enseñarle la estructura por dentro y mostrarle cómo se atiende a una persona en este lugar.

El chico entendió mis instrucciones básicas y se dispuso a comenzar su primer día aprendiendo los números de la agenda, números importantes de emergencia, etc.

Ya en mi lugar me acomodo en mi asiento, — En unos minutos nos reuniremos en la sala directiva para los regalos

—Si, Romina me avisó.

—que compraste? —Pregunta curiosa.

— Me tocó un hombre así que le compré un perfume.

Los minutos pasaron, y ahora mismo nos encontramos todos los empleados de la empresa reunidos en una sala gigante, todos formando un círculo con nuestros asientos.

Las personas eran llamadas por su amigo invisible, ellos le entregaban su correspondiente obsequio y así es la rutina aburrida.

Mi turno llegó, — Jon — el nombre de mi compañero sale de mi boca en un grito.

Jon se levanta de su asiento, me acerco a el y le entrego su obsequio con una sonrisa.

Lo abre, y muestra a toda la ronda, — Gracias.

Le respondo con una sonrisa, mostrando mis perlas blancas y vuelvo a mi asiento incómoda por los ojos de todos sobre mi persona.

— Mi turno — grita Romina parándose a mi lado, — El señor López.

Todos aplauden de manera obsesiva, como si el choque de palmas fuera una carrera por quién merece un ascenso.

No señores.

Las chicas de cafetería, administración y economía lo miran con detalle. Sin perderse ningún rasgo de tal dios.

El se levanta y acerca a ella, — Gracias Romina — recibe su obsequio.

De su boca salió un comentario gracioso, y ninguno de sus empleados dudo si reírse o no. Todos estallaron en risa ridículamente.

Luego de varios minutos de mi incómoda espera, el jefe resaltó su masculina voz. — Sara.

Los nervios no demoraron en hacerse presente, mis manos comenzaron a sudar y mi cuerpo se movía peor que una gelatina.

Me levanto evitando sus ojos, — El regalo está arriba.

Asiento mirando a Romina, ninguno de mis compañeros abrió su boca. Sólo las chicas me matan con la mirada.

Lo siento.

***


El abre las puertas ansioso y mis ojos no demoran en brillar. Una bandeja dorada con muffins de distintos sabores ocupa su escritorio.

Río emocionada al notar una caja en movimiento, — Que es?.

— Averigualo.

Me acerco tímidamente, la abro y un hermoso ser asoma su cabeza en un ladrido emocionado.

Un cachorro gris, Cocker ingles está ocupando mis manos mientras bajamos al piso 13.



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¿Quieren el siguiente?
Esperaré sus estrellitas.

Mi jefe, yo y su ex |#Wattys2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora