11.

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 Habían pasado unos días desde el accidente en San Mungo y las cosas en la casa de los Potter habían cambiado repentinamente. Ahora Draco Malfoy se encontraba pasando sus últimos días de reposo allí, mientras que Albus Potter recién los comenzaba.

Claro que este último haría que a Scorpius le diera un infarto.

- ¡Albus!, ¡¿Qué diablos estás haciendo aquí?!- Lo riño. Era bastante tarde como para estar despierto en un día de semana y el rubio se había despertado para ir al baño. Sus planes cambiaron rotundamente cuando no encontró a Albus durmiendo en la cama de al lado donde se suponía que debía estar.

Él asomo la cabeza desde la puerta de la nevera y lo miro serio- ... ¿Preparándome un sándwich?

- ¡Vuelve a la cama!, ¡Ahora!- ¡Tenia que cuidarse! Albus había perdido mucha fuerza después de lo ocurrido y no debía estar levantándose por nada, y mucho menos por estupideces como esa.

- ¡Pero si yo quiero un sándwich!- Hizo un puchero, encaprichado. Scorpius se le acerco cruzado de brazos.

No iba a mentir, ese gesto si lo había ablandado un poco, pero se había prometido a sí mismo no volver a caer en esa carita de perrito mojado que ponía cuando quería conseguir algo.

- ¡No! ¡No vas a comer ningún sándwich!- Declaro mientras lo agarraba del brazo suavemente.

Albus alzo la cabeza, mirandolo suplicante. El rubio hizo un sonido con la lengua.

- Bueno, yo te lo preparo - Dijo mientras tiraba de él para llevarlo a la mesa de la cocina. Lo sentó ahí mirándolo ceñudo y Albus le respondió con una sonrisa inocente.

- Eres increíble- Mascullo mientras regresaba a la nevera.

- ¡Gracias! – Lo escucho decir. Rodo los ojos mientras sonreía burlón.

- No era un cumplido.

- Cualquier cosa que venga de ti es un cumplido para mí- Le respondió juguetón. Se giró hacia él encarnando una ceja.

Desde que volvieron del hospital Albus no dejaba de hacerle ese tipo de comentarios a Scorpius, y el otro maldecía internamente ponerse tan nervioso ante estos, aunque él creía que lo disimulaba bastante bien.

No entendía que le pasaba, en Hogwarts varios chicos y chicas le habían coqueteado por cartas o incluso en los pasillos, pero el nunca se ponía nervioso.

- ¿En serio solamente se te ocurrió eso?- El de pelo azabache rió- Algún día volverás a la normalidad- Suspiro mientras abría la nevera y buscaba el queso con la mirada.

- Tú si eres increíble, y si es un cumplido- Lo escucho decir a sus espaldas. Su corazón dio un vuelco.

Yo también tengo que volver a la normalidad, pensó mientras agarraba el queso con una mano y se incorporaba.

***

Después de cumplir con los caprichos del ojiverde, Scorpius lo llevo escaleras arriba.

Jamás lo admitiría en voz alta, pero a él le encantaba ser el encargado de recostar a Albus en su cama y arroparlo con las sabanas. Ya que se suponía que el de pelo azabache no debía hacer fuerza de ningún tipo, se encargaba de él durante la noche, a lo largo del día era atendido por los enfermeros a los que Harry pagaba.

Mientras que Scorpius estaba distraído acomodando las sabanas sobre él, Albus estudiaba su rostro atentamente. Era tan lindo. Le daban ganas de estirar la mano y acariciar su cabello, así que lo hizo.

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