Como de costumbre Seokjin merodeaba por los pasillos del cálido lugar; mirando todo a su alrededor y curioseando. Sabía que no encontraría nada fuera de lugar, pero, tampoco tenía muchas otras cosas para hacer. Escuchaba atentamente la vibración en el ambiente provocada por cada paso que daba o cada exhalación exagerada que emitía. Tal y como esperó, nada fuera de lugar o al menos, eso parecía.
Conforme se acercaba a la habitación de el castaño unos ruidos extraños parecían hacerse notar y el aura de Seokjin empezaba a sentirse tensa. Esos no eran ruidos cualquiera; tenían toda la contextura de espesos y ahogados sollozos. No tuvo que pensar mucho para abrir de golpe la puerta de la alcoba del castaño y encontrarse con algo que le desgarró el corazón de maneras que ni él podría explicar. Después de todo, SeokJin siempre fue el más sentimental del grupo, aunque esto no se trataba de su afán por ser el centro de atención.
Hoseok estaba sentado en un pequeño rincón de su habitación; con los ojos rojo. Sus pómulos y cuello cubiertos por las finas líneas curvas que se formaban conforme las lágrimas bajaban por sus mejillas, ¿cuantos días tendría sin dormir?
Todo él estaba desordenado, su cabello, su ropa,s us pensamientos. De inmediato se apoyó sobre sus pies con intención de cerrarle la puerta en la cara al mayor y lamentándose de no haberle puesto seguro antes.
Con firmeza SeokJin sujetó las muñecas del castaño y lo miró por uno cuantos segundos.
- No quiero tu lástima.
- No es lástima. No vengo a aconsejarte y mucho menos a reñirte.
-Hablamos mañana, Jinnie. En serio no quiero esto.
Para ese momento a SeokJin no le importaban las reglas de espacio personal que había acordado consigo mismo, luego de descubrir su gusto por el género masculino. Abrazó al menor por sobre su cintura y recostó cuidadosamente su cabeza en el hombro de éste solo para susurrar:
- Extraño tanto que salgas allá y te rías de mis fabulosos chistes, eras el único divertido. En verdad te extraño... No te preocupes, tal vez no sea hoy, pero descubriré que tienes y te ayudaré. Veras que volverás a sonreír.
El castaño tragó en seco al sentir que el mayor se alejaba de él, y volvía para irse lentamente.
- Hyung...
- Dime.
- Apague la luz.
El mayor asintió dando pasos lentos hacia el interruptor.