Maratón 2/2
Dió un pequeño suspiro al adosarse suavemente a lo que parecía ser un mueble, parecía ¿verdad?obviando el hecho de que los muebles no se movían y el "objeto" colocado detrás suyo pareció dar el respingo de su vida al sentir su contacto.
- ¿Qué rayos haces, SeokJin? - inquirió HoSeok separando levemente su cuerpo del de él mayor.
El asustadizo SeokJin estaba anonadado, no obstante, a los pocos segundos se dignó a contestar.
-¿Qué rayos haces tú en mi habitación? - reprochó este con el mismo tono acusador.
-Esta es mí habitación. - afirmó soltando una leve risilla.
- ¿C-cómo?
- Esta es mi habitación, SeokJinie...
El mayor echó un vistazo a sus alrededores para dar por afirmada la teoría de el más pequeño.
-Ya veo... Lo siento mucho, no debería estar aquí.- terminó de separarse de el castaño y suspiró con pesadez.
- No te preocupes, Hyung-. Sonrió de forma ladina y burlonamente mencionó-. Existe una gran diferencia entre tu habitación y la mia.
- Insisto, no sé como pasó.
- Bueno...
SeokJin se volteó dispuesto a salir de la habitación, pero, fue detenido por la mano de el menor por sobre su muñeca.
- SeokJin...
- ¿Si?
- ¿Estás molesto?
- ¿Por qué debería?...¿Por la estúpida broma que me gastaste? ¿O porque me hiciste salir de mi habitación solo para recibirla? - contestó con ironía quitando de un tirón la mano de el menor de por encima de su muñeca.
HoSeok tragó en seco y volvió su vista a la de el mayor quien estaba todo manchado.
-Lo siento, Hyung.
SeokJin rió sarcasmo. <<Claro, él lo siente.>>
- Déjalo así.- contestó con sequedad.
HoSeok estaba afectado, pues nada de lo que había planeado anteriormente con YoonGi había dado frutos; su plan fue todo un desastre y era su culpa, pues debió suponer que SeokJin se pondría celoso de el Pelimenta. Así como también debió suponer que no estaba de humor para las bromas después de lo sucedido.
En su cabeza merodeaban pensamientos sobre que debería hacer ante tal situación y su idea más cuerda y acertada por el momento fue implementar el famoso "plan B" obviado en muchas ocasiones por él y solo recomendado como última opción.
Con determinación agarró al mayor por su brazo e hizo que sus pies retornaran de tal modo que ellos volviesen a quedar cara a cara; no estaba seguro de lo que hacía, pero, era ahora o nunca y definitivamente, no había mucho tiempo para dudas. Acercó sus labios a los esponjosos de el mayor para luego unirlos con ligereza, formando así un suave e inconstante beso, con sabor al mejor manjar existente en los confines de la tierra, o al menos así era para ambos, porque definitivamente; ese beso era único en su especie.