45-Consulta médica rutinaria

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Era un hospital bastante pequeño, probablemente solo estaba preparado para atender solo a la población local. Tan sólo tenía dos plantas y en ese momento se encontraba casi vacío. Eran fiestas, así que la gente aunque estuviese enferma evitaría pasarse la noche en una consulta y la mayor parte de la plantilla se encontraba de vacaciones. Por suerte había suficiente personal para que a mi me atendiera otro enfermero, la mujer de antes parecía más interesada en el cotilleo que en mi estado, lo cual no le podía reprochar, porque a pesar de que últimamente ya no se hablaba de mi, seguía siendo una chica desaparecida en extrañas circunstancias con una historia familiar peculiar.

Michelle me dejó sola en la consulta sin darme detalles de lo que iba a ocurrir. Yo suponía que, ahora que sabía mi nombre, no tardaría en localizar a mi madre y llamarla, a parte de mi hermano, ella era la única familia directa que me quedaba.

El enfermero que me atendió debía tener unos treinta años. Tenía profundas ojeras, andaba arrastrando los pies y con los hombros hundidos. Se veía claramente que no tenía ganas de estar trabajando esa noche, pero a pesar de eso me dedicó una sonrisa y fue tan amable como pudo ser.

La herida en el pie fue la primera en la que intervino, probablemente la más fácil también. Lo hizo porque le llamé la atención andando al entrar, cojeando exageradamente.

Luego se ocupó de mi mano izquierda, la cual estaba bastante bien teniendo en cuenta que yo había podido curarla un poco hacía unas horas. Él la vendó de nuevo y luego prosiguió con el cuello, quitando el parche para verlo.

Su expresión no era para nada reconfortante, de hecho parecía más preocupado de lo que debería y no estaba segura de porqué.

La otra enfermera también estaba en la sala, tomando nota en el informe según lo que él le dictaba.

-Necesita puntos... Pero eso no es lo que me preocupa. Es una herida muy profunda y puede que haya perdido mucha sangre, quizás necesite una transfusión y ni siquiera sabemos su grupo sanguíneo.

-Si es quién yo pensaba, debe figurar en la base de datos -dijo con notable optimismo-. De todas formas tengo entendido que la madre no tardará en venir y podría confirmarnoslo.

-De momento apunta que desinfectaré si herida y pondré puntos provisionales, hasta que llegue el médico de guardia.
Ella escribió y él siguió con su trabajo. Intentaba quejarme lo mínimo posible, pero a esas alturas todo me dolía tanto que ya no me afectaba cuando había algo nuevo. Yo sólo quería dormir. Empezaba a dolerme el estómago de hambre y cansancio, cansancio penas podía mantenerme recta sentada sin agarrarme de algo y cada vez me costaba más mantener los ojos abiertos.

En varias ocasiones había llegado a dormirme durante un par de segundos, no lo suficiente para que fuera obvio pero si para confundirme a mi misma casa vez más.

-Voy a por otro café  ¿quieres uno? -dijo la enfermera.

Su estridente voz conseguía mantenerme alerta, además del sonido de cajones abriéndose, herramientas de metal y plásticos romperse cada vez que el enfermero abría otra venda.

-No, pero traeme una botella de agua.
La chica se marchó dejándonos a solas. Cuando salió pude ver, antes de que volviese a cerrar la puerta, que el Policía no se había movido del sitio y Michelle discutía por teléfono.

El enfermero siguió con mi chequeo rutinario, me tomó la tensión, que estaba por los suelos.

- ¿Te has sentido mareada últimamente? -preguntó.

Asenti. Literalmente, hacia un par de horas me había desmayado, pero eso él no lo sabía. Tampoco sabía que cada vez que me levantaba se me oscurecía la vista y tenía la sensación de que el suelo desaparecía bajo mis pies.

Secuestrada (Indefensión Aprendida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora