28-Regreso y cómplice

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- ¿Quién llama? -preguntó ella indiferente.

Ya me veía venir que no contestaria a mi pregunta tan fácilmente. Se le daba muy bien eso de evadir.

-Seth. Uno de ellos -dije, con la esperanza de que si yo contestaba a sus preguntas, ella haría lo mismo.

Samantha se encogió de hombros mientras se inclinaba a dejar la taza vacía sobre la mesa.

-Hmmm... ¿No habías dimitido?

Desde luego se burlaba de mi. No sabía como empezar explicárselo, para que se diera cuenta de hasta que punto era grave la situación, pero de todas formas ella no lo entendería. Sam no sabía la relación que yo tenía con esa gente, lo que ellos conocían de mi... Si no hacía algo, estriamos muertos, ambos.

-Uno de los coches... -empecé a explicar tratando de mantener la calma- tuvo un accidente, el conductor murió.

-Qué bien -dijo con media sonrisa irónica.

Por supuesto que se alegraba. Seguramente en el fondo deseaba que fuera yo el que se muriese.

-La Policía se involucró -continué.

No reaccionaba, ni lo más mínimo, su expresion no cambiaba. ¿Que diablos ocurría en esa cabeza? A veces parecía no tener emoción alguna. Sólo se quedó mirándome como esperando un final a la historia que le estaba contando.

-Encontraron tu sangre Samantha, en el coche que conduje yo. Eso ha encendido las alarmas, en ambos bandos.

-Vaya... Ni siquiera me acordaba -parecía ser sincera pero no estaba sorprendida-. ¿No lo revisaste para deshacerte de las pruebas?

-Cada milímetro... O eso pensaba.

Esbozó media sonrisa mientras se miraba la palma de la mano izquierda donde tenía una imperceptible y diminuta cicatriz. ¿Cómo pude pasarlo por alto? Yo mismo lo había visto cuando la saqué del coche, ese corte fresco en su mano. Pero olvidé buscar con qué se lo había hecho. En su momento no le di más importancia.

- ¿Cómo? -le pregunté.

-No lo planeé, de verdad. Había un borde afilado bajo el asiento y... aproveché.

- ¿Por qué?

No respondió, desvió la mirada a un lado. Me abalancé sobre ella cogiéndola de los hombros para llamar su atención.
Nada, ni una expresión. A veces me hacía preguntarme si dé verdad despertaba en algún momento, si no estaba siempre sonámbula.

- ¿Por qué Sam? -insistí.

Tragó saliva con dificultad, por un momento había olvidado que fui yo el que le dijo expresamente que no hablase. Quizás me estaba pasando, e exigía demasiado.

-Para que pudiesen echarle la culpa a alguien si moría. Era el propósito de todo esto.

La solté, estaba siendo demasiado brusco. Le pedía demasiado a una chica que sólo vivía para morir.
La dejé allí y fui a mi habitación a cambiarme. Luego abrí el cajón de mi mesilla y saqué la pistola, comprobé la munición.

- ¿Dónde vas?

Samantha apareció en la puerta de la nada, apoyándose en el marco.

-A intentar solucionarlo.

Abrí otro cajón del armario y mi cartera, vacié el contenido y dejé allí el carnet de conducir y el de identidad verdaderos. Podía ocurrir cualquier cosa y preferiría que no consiguieran todos esos datos sobre mi.

- ¿Por qué? ¿De verdad merece la pena?

-Si antes me querían muerto... Ahora pagarían por conseguirlo. Me echan la culpa de que se haya involucrado la policía.

Secuestrada (Indefensión Aprendida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora