Secuestrada (Indefensión Aprendida)

7-Sesión fotográfica

El tiempo pasaba asquerosamente lento. Jamás se me hubiera ocurrido pensar que podría llegar a aburrirme tanto, aunque no se si se trataba de aburrimiento exactamente. En mi caso aburrirme solía resultar complicado, incluso cuando todavía llevaba una vida normal. Siempre había algo que estudiar, algo que practicar, algo que arreglar... Y cuando no lo había, el hecho de estar a solas con mis pensamientos era demasiado agotador y siempre dormía mucho.

Era difícil dormir allí. Aunque había alguna que otra manta, el suelo no era muy cómodo y hacía frío. Por no volver a hablar de la humedad... Claro que no podía quejarme, era un secuestro al fin y al cabo. Y eso era justamente lo que me dificultaba conciliar el sueño y dejar que pasase el tiempo más deprisa. Por alguna razón sentía la necesidad de mantenerme despierta por si algo ocurría, no quería que pudiera pillarme por sorpresa. Tampoco es que tuviera miedo de lo que fuese a ocurrir, ha había calculado todos los riesgos y todos los posibles finales.

Solo quería asegurarme de no perderme nada. Al fin y al cabo, creía que esos días serían los últimos de mi vida.

Estaba sentada, jugueteando con los restos plásticos de las bridas que acababa de romper; hacia ya horas que las marcas enrojecidas de las muñecas habían desaparecido, solo esos trozos de plástico me recordaban que hacía poco había estado atada. Escuché con antelación las voces y las pisadas en la escalera al otro lado de la puerta, por eso decidí no moverme cuando les vi entrar.

Geb fue el primero, llevaba su máscara cubriéndole la cara como habitualmente. A veces me preguntaba si también salía a la calle con ella o era solo para que yo no le reconociera, era un poco aterradora no creo que me lo hubiese contado aunque le hubiese preguntado directamente, no solía ser muy hablador, al contrario que Seth. Pero no fue Seth el que le acompañó ese día, si no un extraño.

El hombre que le seguía no cubría su rostro, cosa que me hacía pensar que, quizás lo de la máscara era sólo una obsesión de Geb. A esa gente no le importaba que pudiese reconocerlos. Lo cual sólo significaba que mi muerte estaba más que confirmada, aunque todavía no sabía cuando, a nadie se le ocurriría dejarse ver por la víctima y luego permitirle seguir con vida.

El que le acompañaba era mucho más alto y corpulento que Geb, tenía barba y pelo canoso. Vestía demasiado elegante para el lugar al que había venido.
Me miró de arriba abajo sin decir nada, yo le devolví la mirada inquisitiva, tamvien en silencio. No parecía impresionante.

- ¿Ahora acostumbras a tenerlas sueltas? -dijo dirigiéndose a Geb.

-No. ¿De qué hablas?

Enseguida se acercó a mi y me agarró bruscamente del brazo para levantarme. Se me escapó una leve risa, aunque creo que ninguno de los dos le prestó atención. Se venía el espectáculo.

- ¿Qué has hecho? -exigió saber.

-Rompí la brida -dije sin más-. Era un poco molesta.

- ¡Pero serás...!

Creo que estuvo a punto de pegarme, al menos lo intentó. No era capaz de descifrar su mirada a través de la máscara y mucho menos su expresión, pero sabia que lo hubiera podido hacer perfectamente. Solo lo detuvo la orden de su, aparentemente, jefe.

-Ya basta -dijo calmado-. No es como si hubiera podido escapar igualmente y de todas formas había que quitárselo. Sólo no vuelvas a cometer el mismo error, otra te podría haber complicado más las cosas de haber querido. No perdamos más el tiempo...

-Sí, Atum.

Estuve tentada de volver a reírme. ¿Todos tenían motes egipcios? Empecé a plantearme la posibilidad de que fuesen una secta. Geb soltó mi brazo asumiendo que yo no era ninguna amenaza.