42-Medianoche en el bosque

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Al cabo de unas horas en coche ocurrió lo temido y esperado, nos quedamos tirados en una carretera medio desierta durante la noche.

-Treinta kilómetros -dijo él-. La ciudad más cercana...

Habíamos salido del coche después de dejarlo en el arcén. Nos alejamos de la carretera y nos intentamos en el bosque por precaución. Bastante lejos para que nadie nos viera desde la carretera y suficientemente cerca para no perder el camino. Todavía no sabíamos si nos habían seguido o no.

Encendí la linterna que oportunamente había encontrado en el coche y con la otra mano agarré el cuchillo fuertemente, solo por si acaso. Tener un arma me daba seguridad, más incluso que el hecho de no estar sola en ese camino.

No íbamos andando muy rápido, tanto por el hecho de que estaba oscuro como porque no estábamos en condiciones de echar carreras por el bosque. Hacía bastante frío, a pesar de que allí no nevase seguía siendo invierno.

Detuve mi mirada sobre Ángel durante unos momentos, estaba muy callado. No sabía que le había ocurrido o si le habían llegado a hacer algo. Por lo menos se le veía menos aturdido que cuando despertó, miraba decidido hacia adelante. A pesar de algunas heridas que yo le vi, no parecía tener ninguna dolor y si no era así, se esmeraba muy bien en ocultarlo. Al contrario que yo.

Quizás me había pasado con el numerito de hacerme la muerta. Aunque ahora mis principales heridas estaban cubiertas y protegidas de cualquier posible infección, dolía. Y a cada paso que daba, una punzada en mi pie me recordaba que mis manos no eran las únicas que habían sufrido. Además lo de la lengua era peor por momentos, ya no era capaz de recordar cómo era todo antes de sentir dolor constante. Llevaba días con ese sabor a sangre en la boca.
Eso, por alguna extraña razón me llevó a pensar que sentiría él cuando le besé. Con suerte cuando ocurrió sus sentidos no estaban bastante despiertos y no se dio cuenta...

En realidad, no todo lo que quería pensar era culpa suya. Era una sucesión de errores que habíamos cometido ambos desde un principio, ante los cuales fuimos cayendo como piezas de dominó. El secuestro, el asesinato, la huída, la sangre en el coche, su intento de regresar, mi insistencia por ir... Y muchísimas cosas entre medias de las que ambos éramos culpables a partes iguales.

Si sobrevivía, tal vez haría un gráfico para ver quién había cometido más estupideces.

De vez en cuando veía, por la luz de la linterna o la luna llena por encima de nosotros, el vaho que se creaba cuando ambos respirabamos. Hacía realmente mucho frío. Ángel se giró hacia a mi dos veces. La primera fue casual y disimulada, como para asegurarse de que seguía allí en el silencio de la noche, la segunda vino justo después de la primera, extrañado al darse cuenta de que le observaba fijamente.

- ¿Qué pasa? -dijo en un tono tranquilo.

Me encogí de hombros y desvié la mirada enseguida. No fue hasta un par de minutos más tarde cuando decidí hablarle. Tenía que saber qué pensaba él. Tenía que explicarle porqué hice lo que hice.

-Oye, Seth...

- ¿Hmm? -Me miró curioso.

-Quería decirte que... todo lo que ha ocurrido y lo del beso y eso, era por...

-No hace falta que te expliques -me interrumpió, cosa que me aliviaba porque no sabía muy bien como continuar-. Ya sé porqué lo hiciste.

- ¿Lo sabes?

Esta vez era él quien me rehuía la mirada.

-Sé la historia que les contaste. Sé que solo lo hiciste para que fuera creíble, para ayudarme a mi. Actuaste conforme la ocasión y creo que sirvió para convencerlos.

Secuestrada (Indefensión Aprendida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora