66- Oscuridad

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Ángel tenía razón...

Amanecí mareada, con náuseas y dolor de estómago, algo de fiebre también. Pero, sobre todo, muy consciente de todas las estupideces que había dicho y hecho el día anterior. Reía por no llorar, porque motivos tenía y eran más que esos.

No podría haberle acompañado ni de haber querido, aunque de hecho no quería, a pesar de que me lo había sugerido.

Sabía que lo decía porque sería más seguro si no nos separábamos, pero no podía acompañarle sabiendo qué iba a hacer. Y tampoco quería ver a Lèksey, estuviese vivo o muerto. Pensar en todo eso solo me daba más dolor de cabeza.

Ángel cambió la clave para la alarma antes de irse, por si acaso. También me dijo como volver a activarla completamente después de que él saliese, de modo que si cualquier puerta o ventana se abría se enteraría todo el vecindario... En conclusión, no sería buena idea abrir nada, de modo que estaba atrapada... Pero era lo mejor, no podría haber llegado muy lejos así que lo mejor era quedarme.

Aunque todavía teníamos la sospecha de que fue Lèksey quién estuvo husmeando los alrededores unos días antes, no había motivos para que siguiese por allí. Supuestamente, había quedado con él... Una vocecilla en mi cabeza intentaba advertirme de que era una trampa ¿pero cuándo había confiado yo en voces que no venían de ninguna parte? Además, Ángel insistía en que era imposible que Lèksey supiese que yo estaba allí.

-Bebe mucha agua -me decía Ángel mientras se preparaba.

-Ya...

-Hablo en serio, o te desmayarás... Y no te conviene.

-Uh... Vale, pesado.

Mi cabeza no estaba como para recibir consejos de salud, así que solo asentí a todo lo que decía sin prestarle demasiada atención.

-Te iré escribiendo.

-Vale.

-Llámame si...

-Ok.

-No te olvides de...

-No me olvido.

-Me voy.

-Vale.

Por unos instantes se quedó mirándome preocupado, parecía que quería decirme algo pero no se atrevía.

- ¿Tienes miedo? -le pregunté.

- ¡Claro que no! -dijo poniéndose a la defensiva en el umbral de la puerta-. Solo me preocupo.

-Dijiste que sería fácil.

-Ya lo sé, pero no me gusta la idea de dejarte sola aquí...

-Ah, eso no te importó tanto hace cuatro días.

Quizás fue un golpe demasiado bajo para esa situación, pero mi mente no daba para más empatía y lo soltaba todo sin filtros.

-Ya lo sé, pero...

-Pues no vayas.

Ángel suspiró y me echó esa mirada de circunstancias.

-Ya -dije antes de que abriese la boca-. Ya sé lo que vas a decir. Olvídalo. Vete ya y deja de pensártelo tanto. Solo... acuérdate de volver.

Finalmente se fue.

Le di un corto abrazo de despedida, no quería que fuese más incómodo de lo que había sido la escenita de la noche anterior. Tampoco quería ponerme en plan sentimental, después de todo... No era para tanto.

En cuanto la puerta de la entrada se cerró detrás de él, reseteé la alarma y me aseguré de tener todas las cortinas y ventanas cerradas.

Tal vez era yo quien tenía un poco de miedo... Aunque la paranoia ya se me había pasado un poco.

Secuestrada (Indefensión Aprendida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora