59-Miedo

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-Gracias -le dije, una vez se hizo silencio en el coche.

- ¿Por qué?

-Por contármelo. Y por confiar en mi...
Entendía lo mucho que debió costarle revivir toda esa historia. También entendía un poco mejor porqué había hecho todo aquello por mi, las circunstancias eran distintas, pero la historia similar. Tal vez vio a su propio padre en el mío aquella noche...

Nos parecíamos un poco más de lo que esperaba, porque ambos después de lo ocurrido en cada caso, intentamos evitar todo lo posible volver a casa, para no tener que afrontar la verdad.

-Pero no lo entiendo... Después de todo lo que pasaste ¿por qué seguiste este camino?

Se encogió de hombros.

-La costumbre, malas influencias, era lo único que sabía hacer... podría ser cualquier cosa. No lo sé.

-Pero...

- ¿No dijiste que serían sólo dos preguntas?

Empezó a darme lástima de nuevo, tal vez era verdad y me estaba pasando con el interrogatorio.

-Tienes razón, perdona... ¿Estás bien?

-Necesito un cigarro... Pero da igual. Estamos a cinco minutos, si no he estrellado el coche hasta ahora no lo haré en lo que queda de trayecto...

Aunque estaba notablemente ansioso, siempre se molestaba en aparentar más calma y paciencia de la que tenía. Movía los dedos sobre el volante con inquietud, más de lo normal. Sólo entonces me di cuenta de que llevaba los guantes puestos... Además de que se estaba mordiendo el labio y tenía la mirada perdida en la carretera.

Quizás había exagerado insistiendo en que me lo contara todo en aquel mismo momento. Pero no podía haberme ido con él sin saber, por lo menos, la historia que llevaba detrás; porque algo de racionalidad me quedaba, por lo visto. Ángel pareció relajarse conforme nos acercabamos a su casa. Pulsó un botón de las llaves del coche y la puerta de la entrada se abrió. Hizo una maniobra rápida y dejó el coche aparcado en el interior.

Se dejó caer en el respaldo de su asiento y suspiró, pero no pasaron más de un par de segundos hasta que sacó las llaves bruscamente y salió del coche dando un portazo. Siempre tenía que dar portazos a todo... No se movió del sitio, le vi meter la mano en su chaqueta y sacar el mechero.

Para cuando salí yo y cerré la puerta, ya estaba dejando salir la primera bocanada de humo.

-Te vas a morir de cáncer -le dije.

Se rió. Al menos estaba de mejor humor.
Allí hacía todavía más frío. Los nubarrones negros amenazaban con tormenta sobre nosotros.

-Lloverá...

-Eso espero...

- ¿Por qué?

-Me da pereza poner las cadenas.

Me costó darme cuenta de que se refería a las ruedas del coche.

-Te espero arriba -le dije mientras subí los primeros escalones.

-Espera... Ahora yo tengo una pregunta para ti.

Me detuve y esperé a que hablase. No se giró para mirarme ni una sola vez.

-Sam... Tú ¿no me tienes miedo?

-No. ¿Debería?

-Sería lo normal...

-Supongo que no lo has intentado bastante -dije bromeando, tratando de restarle importancia al asunto.

Terminé de subir las escaleras, entré en cuanto puse el código y la puerta se abrió. Ya no soportaba tanto frío...

Secuestrada (Indefensión Aprendida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora