Cuando Seth se marchó, lo primero que hice fue comprobar el tatuaje, pero sólo girando el cuello no era capaz de verlo con claridad. Tampoco hubiera podido verme en un espejo o algo, en el baño no había ninguno. Y si lo hubiese habido, ya lo habría roto hace tiempo.
Toqué mi hombro con la mano derecha, a penas rocé el lugar, sentí como ardía, dolía bastante. Pero tenía que reconocer que era precioso.
Además, todo el proceso, era un dolor que nunca antes había experimentado. Mucho más concentrado y breve que cualquier cosa que yo hubiese podido hacer. Y no es como si no hubiese probado ya a pincharme con agujas... Pero eso... era diferente. Quizás se debía también al recorrido, el movimiento que hacía. No lo sé. Pero era agradable ver que generaba un resultado distinto a cualquier cosa.
Por otra parte, al menos no me había vuelto a atar. Era relativamente libre, para estirarme y volver a ponerme la ropa. Y por supuesto, había notado el cambio de temperatura en el lugar.
Aunque suene extraño, dormí bien esa noche. Mejor que las otras, al menos, pero seguía siendo un sótano.
Cuando Geb volvió a aparecer ni siquiera parecía enfadado. No le dio importancia a que estuviera desatada. Nada. Sólo dejó la comida como siempre. Pero antes de irse, se detuvo a hacer preguntas, como de qué hablaba tanto con Seth, qué habíamos estado haciendo la noche anterior...
No contesté a ninguna, prefería dejarlo todo a su imaginación. Aunque se rió de mi. Pero justo cuando abrió la puerta y se fue, escuché de nuevo su teléfono. Y esta vez, tambien escuché claramente a quién se dirigía: de nuevo Seth. Pronunció su nombre.
Sólo cuando cerró la puerta detrás de si, perdí el eje de la conversación, pero lo había entendido claramente.
Traía nueva "mercancía".Las luces del sótano no iluminaban mucho, a penas eran un par de viejas bombillas colgando del techo, pero siempre estaban encendidas, incluso de noche. La diferencia sólo se notaba los días más soleados, cuando entraba algo de luz por la pequeña ventana. Excepto aquella mañana...
No era la primera vez que inspeccionan esa ventana, intentando ver algo del exterior, pero lo único que conseguía atisbar era el cielo y algo de verde en las copas de unos árboles.
Aquel día fue diferente. El cielo estaba ennegrecido, parecía que iba a haber tormenta. Quizás hasta había truenos, pero yo no conseguía escuchar nada del exterior, esa habitación estaba insonorizada.
Lo que si que escuché fue la puerta detrás de mi abrirse con la llave y a alguien entrando, andando despacio. No le pude ver desde detrás de las estanterías, así que supuse que él tampoco me veía a mi.
Cuando volvió a salir, no cerró la puerta detrás de si, así que me acerqué para asomarme con cuidado.
Vi una figura vestida de negro subiendo unas escaleras hacia una segunda puerta, cuando la abrió también escuché la voz de Geb en el piso superior, dando órdenes.
No tenía intención de subir y seguirle, tampoco de que me viera alguno de los dos fisgoneando en la puerta cuando volviera a bajar, así que regresé dentro. Sólo entonces observé a la chica dormida en el suelo en una esquina. Me acerqué a ella.
Tanto sus manos manos como los pies y la boca, estaban envueltos con cinta adhesiva. Tenía el pelo rubio largo atado en una coleta, vestía ropa deportiva, tenía constitución atlética.
Al menos respiraba. Todavía.
Escuché como ambos bajaban la escalera, pero aún así no me alejé de la chica desconocida. Comprobé sus bolsillos, pero no encontré ningún móvil ni nada por el estilo. En cambio sí unas llaves en el bolsillo interior de la chaqueta.
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Secuestrada (Indefensión Aprendida)
Mistério / Suspense"Todas las decisiones que has tomado a lo largo de tu vida, te han traído hasta aquí. ¿No te arrepientes de nada? " "Realmente... me da igual". Una chica es asaltada y a pesar de sus conocimientos de defensa personal, decide ignorar el instinto de s...