56-Noche de Año Nuevo

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Llegamos a la entrada de un hotel situado en la avenida principal, donde todavía la gente se agalopaba dando saltos y cantando mientras bebían. El tráfico estaba cortado, pero entre la música que sonaba desde algún lugar cercano y la gente, el ruido era tan abrumador como un día de hora punta.

Miré desde lejos el edificio, era altísimo y la fachada preciosa, blanca con detalles en hierro dorado. Las habitaciones tenían grandes balcones donde también había algunas personas asomadas festejando. La cristalera de la puerta permitía ver el interior, una recepción grande y de techo alto, con lámparas colgantes que iluminaban toda la estancia y hasta el exterior. Una pequeña escalinata daba el paso desde la acera hasta el interior y un portero postrado en ella nos abrió en cuanto pisamos el primer escalón.

Si no me había equivocado con la dirección al buscar en Google maps, se notaba que Ángel no escatimaba en gastos al viajar. De hecho malgastar se le daba genial.

Entramos en la recepción que se encontraba prácticamente vacía, salvo el recepcionista mismo. Una vez cerrada la puerta detrás de nosotros, el silencio se hizo inminente, mostrando la gran efectividad de aislamiento acústico del lugar.

No tenía ni idea de a dónde ir pero tampoco iba a preguntar, ya que sería demasiado sospechoso y el recepcionista ya nos miraba con cara rara al vernos entrar así. De todas formas habló con un tono amable pero cauteloso.

-Buenas noches señor Voyager -se dirigió a Ángel ignorándome casi por completo-. ¿Ha pasado una buena tarde?

Me reí por lo bajo al volver a escuchar ese apellido. Ángel lo ignoró o simplemente no le escuchó, cosa que al empleado no pareció molestarle, pero no lo mostró con palabras.

- ¿Desea usted y su acompañante unirse a la fiesta en el bar. La suscripción viene incluida en su tarifa.

Viendo que insistía y Ángel no estaba por la labor de hablar, le contesté yo. Desde luego lo último que él necesitaba era otra ronda de bebida.

-No gracias. Ya nos íbamos a dormir...

El recepcionista arqueó una ceja al ver que yo me dirigía a él. No sé que pensaría de mi, pero no debía ser nada bueno.

Localicé el ascensor y me dirigí allí.

-Debo recordarle al señor Voyager que eso implicará un suplemento de coste en...

-Vaaaaale -le interrumpió Ángel agitando la mano en su dirección para que dejase de hablar-. Añádelo a mi cuenta y ya está...

Intuí que ese "suplemento" se refería a mi. Al fin y al cabo era una especie de huésped indeseada y no planificada. Pulsé el botón del ascensor y las puertas se abrieron instantáneamente.

-Como plazca... Que pasen una feliz noche de año nuevo.

Empecé a entender porqué había tanto festejo en las calles. Claro, había visto en el teléfono que era 31 de diciembre, pero no había caído en la cuenta de que ya era año nuevo. Menuda manera de empezar...

En cuanto la puertas se cerraron volví a mirar la tarjeta para ver qué habitación indicaba.

-Ciento treinta y seis... ¿Pero eso qué planta es?

Ángel no contestó. Se apoyó contra la pared y cerró los ojos al tiempo que se tapaba con una mano. La repentina y potente luz de todos esos focos debía estar dañando su sensible vista de alcohólico.

- ¡Qué planta es, te dije!

-Ahm... no sé... ¿La cuarta? Sí creo que es esa...

No parecía muy convencido.

Secuestrada (Indefensión Aprendida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora