4-La carretera

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En algún momento debí dormirme, aunque no recuerdo exactamente cuando sé que todavía era de noche. Era extraño que pudiese dormirme con tanta facilidad en el coche de un desconocido, además de todo lo que acababa de ocurrir. Pero aquel asiento era sorprendentemente cómodo, ligeramente reclinado hacia atrás, la temperatura era la adecuada para que no echase en falta una manta y el silencio absoluto. El simple hecho de hacer viajes largos solía dormirme con facilidad, pero es que ese tipo no dijo nada en todo el camino, daba la impresión de que viajaba sola. En la oscuridad de la noche ni siquiera podía verle bien, las pocas veces que me había girado para mirarle, podría haberse Tratado de cualquier persona conocida y no me habría dado cuenta. A pesar de la situación, nada parecía indicar peligro.

No estoy segura de qué soñé o si soñé algo realmente. Tampoco debía ser algo muy importante si lo había olvidado con tanta facilidad al abrir los ojos.

El sol estaba saliendo delante mía, en el horizonte y cegándome todavía más si era posible, después de haber perdido las gafas. Al levantar los brazos para resguardarme, la chaqueta que me cubría desde los hombros resbaló. Debía ser suya, de no haber sido por eso habría notado inmediatamente el frío alrededor.

El coche estaba detenido y yo estaba sola. Tuve que mirar a mi alrededor varias veces para convencerme de ello. Parecía una locura que me hubiese dejado allí por mi cuenta, pero comprobé muy pronto que las puertas estaban bloqueadas.

Miré por la ventanilla, estaba en un área de descanso. Había una gasolinera y una zona de cafetería. Los coches entraban y salían constantemente hacia la autovía. Tardé en reconocer la figura del secuestrador, estaba a pocos metros apoyado contra una farola dando la espalda a la puerta del copiloto. La verdad es que ni siquiera tuve la oportunidad de fijarme del todo bien en su aspecto la noche anterior, probablemente con la luz del día parecería una persona completamente distinta.

No pasaron más de dos minutos desde que le localicé hasta que le vi tirar una colilla al suelo y pisarla antes de darse la vuelta. Su expresión era indescifrable por momento, pero en cuanto abrió la puerta se vio ligeramente sorprendido, ocultando rápidamente esa emoción tras una sonrisa con un toque macabro. Tal vez no esperaba que ya estuviese despierta, intuía que los cristales debían ser tintados y ni siquiera me podía ver desde fuera.

Entró en el coche acompañado de una brisa de aire fresco. Me tendió la mano con un vaso desechable de cartón, tardé bastante en reaccionar y cogerlo, estaba caliente y olía a chocolate.

Se acomodó en el asiento y arrancó el motor, la calefacción no tardó en hacer efecto, lo cual me hizo preguntarme si él no había pasado frío fuera sin la chaqueta. Aunque no es como si me importase realmente, pero me resultaba muy contradictorio que hubiese tenido el gesto de dejarme su chaqueta dada la situación en la que estábamos. Le Con detenimiento y la verdad es que parecía una persona de lo más normal, un poco inexpresivo y vestía como si fuera gótico, pero nadie diría que la noche anterior había intentado secuestrarme. Bueno, lo estaba haciendo.

Se incorporó a la circulación sin demora, regresando a la autovía.

- ¿Despertaste hace mucho?

Su voz me sobresaltó, incluso se me había olvidado cómo sonaba. Moví la cabeza de lado a lado, clavando la mirada en mi vaso todavía sin tocar.

-Oye que te estoy hablando -dijo.

-Y yo he negado.

-Si pretendes que te mire cada vez que te hago una pregunta, mal vamos.

No sabía qué decirle exactamente. Ante mi silencio giró la cabeza durante una milésima de segundo para mirarme, lo suficiente para que pudiese fijarme en sus ojos, verdes. No le favorecía.

Secuestrada (Indefensión Aprendida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora