11-Manos de asesino

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- ¿Qué demonios...?

Seguramente Geb había sentido el viento y escuchaba la tormenta del exterior.
Me escogí en una esquina del sótano lejos de la ventana, al otro lado de las estanterías. Mientras veía trazos de la luz de su linterna, buscándonos. Hasta que llegó a mi lado y vio la ventana caída con los cristales rotos, el hueco abierto. No paraba de maldecir en voz alta.

Hasta que me vio.

- ¡Tú! ¿Dónde están las otras?

-Se fueron. Hace ya rato.

- ¡Y tú las has ayudado! ¡Maldita seas! ¡Seth!

Me agarró del brazo para levantarme. Yo se la devolví arrancandole la máscara de la cara de un guantazo.

Su linterna se cayó también y a mi me dejó caer al suelo con brusquedad. Gritó y maldijo todavía más mientras intentaba taparse con las manos la cara.
Sé que no deberia decir esto, es cruel por mi parte y al fin y al cabo sólo era una cicatriz, pero era horrible. Aterrador. Parecía un verdadero monstruo.

Finalmente desistió en su intento de ocultarse y puso la cara frente a mi.

- ¿Con que esto es lo que querías? ¡Pues disfrútalo entonces mientras puedas!
No permitió que me levantara, golpeandome con el pie después de levantarse él. Recogió la linterna y sacó un manojo de llaves, que fue probando en la penumbra en las cerraduras de los estantes. Mientras hacia esto, la electricidad regresó y...

Era todavía más espantoso visto a la luz.
No tuve tiempo de ver qué llevaba en la mano porque me golpeó con el objeto en cuestión en la cabeza y se me nubló la vista.

Con el segundo golpe empezaron a pitarme los oídos, ya a penas era capaz de escuchar su voz, él seguía hablando, fuera de sí.

Al tercero... pensé que ya iba a perder el conocimiento con el tercero, pero no fue así del todo. Aunque sí perdí toda noción de lo que ocurría.

Sólo lograba sentir dolor en todo el cuerpo. Ya no podía distinguir que parte de mi estaba saliendo más perjudicada, lo sentía todo por igual, hasta el punto en el que ya no pude moverme.

Aún cuando ya había parado, yo todavía sentía el dolor perforándome cada nervio.

Mis sentidos se estabilizaron poco a poco, primero escuché a Geb gritando, exigiendo que le soltaran.

- ¿Era necesario destrozarle la cara por eso? -dijo Seth.

Era el que había traído a las otras chicas. Pero luego también escuché pasos bajando la escalera, una tercera persona.

- ¿Se puede saber qué pasa?

Él sí que era Seth. El que yo conocía.

-Han escapado. Las dos. Por culpa suya -dijo Geb.

- ¿Que han escapado?

-Joder.

Se marchó. No supe a dónde.

-Vamos. Deja de perder el tiempo -dijo el otro Seth.

Y así, el sótano volvió a quedarse vacío, sólo estaba yo.

Intenté moverme pasado un rato, pero en cuanto me apoyé sobre mis manos para intentar incorporarme, las muñecas me fallaron. No podía levantarme, no de momento al menos.

Tampoco es que hubiera podido ir a ningún lugar. A penas veía, soy miope, pero aquello era incluso peor. Notaba los párpados pesados, la cara hinchada, los ojos me escocian y no podía girar la cabeza sin marearme y verlo todo negro.
Ni siquiera fui consciente de cuánto tiempo había pasado.

Secuestrada (Indefensión Aprendida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora