Esto no puede estar pasando.
No sé que me sorprende más: que me haya salvado Johann o que él se encuentre haciendo… ¿magia?
Abro mis ojos y los entrecierro, por la luz del día que entra por la ventana. Me siento en la cama, con mis piernas estiradas y miro que estoy en mi habitación. Mi visión se traslada a las puertas de cristal que dan a la terraza y me encuentro con Johann, que está de espaldas a mí, mirando por las puertas. Como si sintiese mi mirada en él, se da la vuelta y me mira cerio. Se acerca a mí, a pasos lentos. Lo miro con curiosidad y me concentro en ver sus manos. Esas manos, que sostenían esferas de agua… Miro hacia su rostro, que ahora, el también me ve con curiosidad. Llega hasta mí, está tan cerca que sus rodillas tocan el borde de mi cama. Me mira. Ni siquiera sé qué decir.
-¿Estás bien? – ¡Qué pregunta!
¡¿Cómo estar bien cuando he visto como apaga el fuego con esferas de agua que brotaron de sus manos?! Niego con la cabeza, aturdida.
-¿Qué…? ¿Qué… hiciste? – Balbuceo.
-Nada es lo que parece.
-De eso ya me di cuenta. – Susurro. Mi voz sale áspera.
-Tú padre llegara en unos minutos.
-¿Lo has llamado? – Me paro de un brinco. – ¡Tengo que ordenar todo ese desastre!
-Anabel y Celeste ya han hecho lo que han podido.
-¡¿Cómo?! Quieres decir… ¿Abajo todo está limpio?
-No todo. Tú padre sabe que dejaste la estufa encendida y toda la cocina prendió fuego.
-¡¿Cómo carajos apagaste eso?! ¿Cómo es eso que de tus manos broten esferas de agua?
Me paseo de un lado a otro, como un perro persiguiendo su cola, me toco las sienes con la yema de los dedos. Estoy irritada, exasperada.
-¡Tú no eres normal! ¡¿Qué eres?! ¿Johann es tu verdadero nombre? ¡Dime! ¿Qué carajos hiciste?
-Olvida todo esto, Ashley, es por tu bien.
-¡Aleesha! ¡Mi nombre es Aleesha, imbécil!
-Da igual. – Se encoje de hombros.
-¿Qué eres? – Me acerco a él y lo encaro. Estamos viéndonos cara a cara.
-Si sabes lo que te conviene, callarás.
Se aleja de mí y se va, zumbando, como corriendo pero a una velocidad increíble. Lo miro boquiabierta. Esto es una completa mierda. Bajo corriendo las gradas y entro a la cocina. Todo está chamuscado pero ordenado. Ya no son del color que eran, ahora todo es color negro. No puedo creer que Johann se halla parado justo en medio de todas las llamas, halla hecho que de sus manos brotaran esferas de agua y que las esferas de agua, pasaran rodando por todas las llamas, apagándolas. Y al final, como había empujado la esfera hacia adelante, explotándola y convirtiéndose en una enorme ola de agua, cubriendo todo. O yo soy la loca o Johann lo es.
Escucho unas pisadas que resuenan en la madera y luego, me encuentro con mi papá, que me abraza por detrás.
-¡Oh, cariño, estás bien! – Me abraza más fuerte.
Me suelto, y me giro, viéndolo a la cara.
-Papá… – Susurro. – Lo lamento, yo no quería que esto pasará, olvide apagar la estufa, perdóname, no lo volveré a hacer. – Lo abrazo.
-Está bien, está bien, cariño. No fue tu culpa.
-Sí lo fue. – Lloriqueo en su pecho.
Papá me lleva a la sala de estar y nos sentamos en un sofá, me acurruco en él, y así permanecemos unos minutos, en silencio. Luego, llega Natacha.
-¡Oh, Dios! – Chilla. – ¿Están bien?
-Sí, estamos bien. – Contesta papá.
Natacha se sienta al lado derecho de papá y se acurruca en él, también.
Pasamos como unos quince minutos así, hasta que papá decidió que teníamos que botar lo que se había quemado. O sea, casi todo. Si no hubiera sido por Johann… toda la casa se hubiera quemado. No limpiamos el piso, los muebles y otras cosas, ya que Celeste y Anabel habían quitado todas las cenizas. No sé cómo lo hicieron, no me pregunten. Botamos casi todo. Me siento tan culpable. Así qué mañana iremos de compras. Compraremos una estufa nueva, un refrigerador nuevo, un comedor nuevo. Me siento terrible.
-¿Cómo apagaron las llamas?
-Papá…
Y recuerdo lo que Johann me dijo: Si sabes lo que te conviene, callarás.
-Ni siquiera yo sé realmente cómo, papá.
-Esta bien, hija, todo está bien.
No, no lo está. Si tan solo lo hubieras visto… papá.
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False Innocence
FantasySoy Aleesha Bloom y estoy pasando por una verdadera crisis familiar: mis papás están peleando por quedarse con mi patria potestad. Nora, mi madre, ha estado aprueba por dos años y ahora es el turno de Liam, mi padre. Tengo que volar hasta la otra pu...