XXVIII. Ocultándome información

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Mientras caminamos hacia la casa de Johann, me doy cuenta que se ve débil, cansado, exhausto.

-Hey.- Lo llamó. - ¿Estás bien?

- Sí... - Johann hace una mueca de dolor.

- No, no lo estás. ¿Qué te ocurre? ¿Te lastimo el jabalí?

Johann se detiene y se quita su chaqueta de cuero negra y lo veo: una cortadura en su brazo. Y de ella baja sangre... pero negra.

- Tú sangre es negra... - susurro, impresionada.

- No importa.

Y sigue caminando. Lo sigo. Después de un trayecto, llegamos a su casa. Entramos y Anabel ve a Johann pálido. Al instante corre, lo sienta de un empujón en un sofá y le quita la chaqueta.

- Carajo, Johann, ¿Qué ocurrió?

- Nos ataco un jodido jabalí negro. - Johann hace una mueca de dolor.

- Mira, estas sangrando. - Anabel entra a una habitación que se encuentra con llave puesta desde afuera. Me siento en un sofá y aparece Celeste.

- ¿Por qué sus sangre es negra? - le pregunto a Celeste.

- La sangre inmortal refleja el alma.

¿Quiere decir que, el alma de Johann... es negra?

- Si. - Dice, como si me hubiera leído la mente.- Mientras más cosas malas hagas, tú alma se hace negra, al igual que tu sangre. - Miro a Johann, quien desvía la mirada. No quiere verme a los ojos. ¿Por qué?

-Pero claro, puede cambiar.

Y aparece Anabel, con un cofre negro del tamaño de un brazo, se siente en el sofá que esta frente a Johann. Saca un bote blanco con un líquido color verde pantanoso. Lo abre y esté desata un horrible olor.

- Para que una herida cierre lo más rápido posible, solo necesitamos orina de duende.

¿Escuche mal, verdad? ¿Orina de duende? ¡Asco!

- Joder, eso no, Anabel, deja que se cierre sola. - Todos hacemos una mueca de asco ante el olor.

- ¿Puede cerrarse sola? - pregunto.

- Claro, pero el colmillo de jabalí contiene una sustancia venenosa. Si ese jabalí nos hubiera atacado a nosotras, en este momento estaríamos agonizando. Pero Johann es fuerte. Su sangre lo es. Pero si dejamos que cure sola, eso tardaría por lo menos una semana, como mínimo. Para nosotros, los inmortales, una herida pequeña puede cerrarse en segundos.

- Guau... - susurro.

Anabel junta la orina de duende en un algodón y luego pasa el algodón sobre la herida de Johann. Traza círculos sobre la herida y esta empieza a ponerse de color rosado y poco a poco empieza a cerrarse. ¡Y cabum! ya no hay ninguna herida.

- El brazo me apesta. - Dice Johann, con asco.

- Aprenderás a vivir con ello. - Celeste se encoje de hombros.

- ¿Dónde se encontraron al jabalí? - Todos nos sentamos en los sofás.

- En el bosque, cerca de los girasoles.

- Ese no es territorio para las Criaturas.- Comenta Celeste.

- Algo se trae entre manos La Hada de La Oscuridad. Tengo que saber que es.

Al escuchar ese nombre, otra vez, miro a Anabel y al instante, desvía la mirada.

- De verdad... alguien me explique, ¿Quien es ella y cuál es el problema de ella hacia Johann?

False InnocenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora