VIII. Incidente en la mente

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Llegamos a mi nueva casa y le cuento como fue mi primer día de escuela a Natacha.  Recibí miradas misteriosas y la mayoría fueron de Johann. En serio, ¿Cuál es su problema? Sé qué soy rara pero ni siquiera hemos entablado una conversación y Johann ya me ve hasta con odio.  Y lo peor: Natacha quiere que me haga amiga de él. Por todo el camino ha dicho cosas como: Tú y Johann se ven misteriosos. Creo que a Johann le gustas. Dice que nos vemos misteriosos y ella ni siquiera sabe las miradas de odio que recibo de parte de él. Papá ha ido a trabajar –Papá es doctor– así qué en casa solo estamos Natacha y yo, sentadas en el sofá, viendo The Originals.

-¿Hiciste nuevos amigos, Ale? - ¡Ha, deja de bombardearme con preguntas, Natacha!

-No, Natacha, no hice nuevos amigos. – Muestro irritación.

-¿Por qué? – Pongo los ojos en blanco.

Natacha es tan dulce, tan amigable que empalaga. Parece una niña a la que le tienes que explicar cada cosa que dices.

-Por qué primero quiero adaptarme. Además, no he visto a alguien que podría agradarme.

-… ¿Y Johann?

-¡Y darle con Johann! – Exploto. – Él es un egocéntrico y pésimo. Se comporto como un idiota el primer día que lo vi.

-Pero…

-Nada, Natacha, supera a Johann, ¿vale? – Le corto.

-Vale. – Asiente.

Y el rato solo miramos la Tv en silencio. En serio, creo que Natacha tiene un trauma con Johann… Frunzo el ceño ante la idea. El resto de las horas pasaron volando. Tengo hambre, así que voy a la cocina y preparo unas botanas. Escucho que el timbre suena y luego escucho voces. Salgo de la cocina con una bandeja llena de botanas: pequeños sándwiches de jamón, galletas de chocolate, golosinas, mini hamburguesas, mini pizzas. Entro a la sala de estar y me encuentro con Anabel y Celeste, que platican con Natacha. ¡Y yo que hice bastante comida sólo para mí!  Dejo la bandeja en una mesita que está entre los sofás.

-Hola. – Las saludo sonriente. Celeste, Anabel y Natacha empiezan a devorar mis botanas. Me siento a la par de Natacha, frente a las hermanas.

-¿Qué tal la escuela? – Pregunta con una sonrisa Anabel. Que sorpresa.

-Muy bien, señora.

Le digo señora porque, en realidad no sé qué edad tiene, pero se ve joven. Incluso, más joven que Natacha.

-¡Oh, no me digas señora! ¿Tan vieja me veo? – Sonríe.

-No, no, claro que no, sólo qué… bueno.

-Llámanos por nuestros nombres. – Dice Celeste.

¿O es Anabel? ¡Ah, ya me confundí!

-Lamento interrumpir la agradable conversación. – Miro hacia el sonido de la voz: Johann. Una sonrisa irónica se dibuja en su feo rostro. ¡Está bien, es bonito su rostro, lo acepto, pero es un patán!

Johann se encuentra en el umbral de la puerta principal.  Viste pantalones negros, camiseta negra, chaqueta negra, botas negras. ¿Por qué todo de negro?

False InnocenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora