XXXVI. Abriendo el Corazón

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Empiezo a abrir mis ojos y me encuentro con un Johann que me mira, estudiando mi cara, mis expresiones; como si tratará de definir que soñé o qué estoy pensando en estos precisos momentos.

Abro mis ojos completamente y me levantó de un brinco y abrazó a Johann, sin pensar en mis acciones. Johann también me abraza, pero luego, me alejo y lo miró a la cara. Se ve mal; cansado.

- ¿Te encuentras bien?

- Sí. Huyó, se fue. Gané esta batalla, pero no la guerra.

- ¿Qué vamos hacer? — susurro.

- No lo sé. — Se encoge de hombros.— Todavía no sé porqué Alena manda Criaturas a por ti …  no lo sé.

Callo por unos minutos. Una parte de mí quiere preguntarle sí en realidad tiene sentimientos hacia mí.

¿De verdad, me quieres? ¿Todo lo que dijo Alena es verdad? ¿Johann, me quieres? Pienso. Lo miró a los ojos y me doy cuenta que ha leído mis pensamientos. Esquiva mi mirada.

- Johann... — Susurro.— Tenemos que hablar.

- Sí... — Susurra.

Nos sentamos en su cama y evitamos que nuestros ojos se encuentren.

- Yo... no sé cómo empezar.— Dice.

- Empieza por lo que sientes.

- Joder... — Empieza.— No sé cómo, pero... bueno, yo nunca he querido a alguien, ni siquiera a mí. Y es raro que venga una humana y se robe toda mí atención... Y saqué mi lado humano.—Suspira.— No sé cómo, ni en dónde, ni en qué momento me enamoré de ti... sólo lo sé. Lo ciento, aquí.— Toca su pecho, donde se encuentra el corazón.

Es cierto. Johann me lo acaba de confirmar. ¿Pero, en realidad, que siento yo por él?

- Pero, no entiendo. Siempre me mirabas con odio. Tú me odias. Y, siempre me pregunté, ¿Por qué? — Espero a que responda, pero nunca llega el momento.— ¿Por qué, Johann?

- Desde que te vi, no lo sé, te encontré mejor que las demás… más especial, única. Sabía que serías mi perdición y traté de alejarme, pero no pude. No quería que fueras parte de mí jodido mundo. Está no es vida y yo quiero que por lo menos tú sí la tengas.

- Eso no lo justifica.

- Lo sé. Lo lamento. Y también lamentó no ser lo suficientemente bueno para ti. Te quiero y quiero estar junto a ti pero, mira, tengo un maldición. — Dice, con ironía.

- Johann... yo... — Balbuceo.

- Está bien. Lo entiendo. Estoy consiente que no puedes estar junto a mí.

Johann se levanta y hago lo mismo. Nos miramos y estamos tan cerca uno del otro que su nariz roza la mía.

- Es una tortura no poder besarte...

- Hazlo.

En estos momentos, no me importa nada, la sensación de los labios de Johann sobre los míos me ha hundido. Sí no soy la indicada y muero, por lo menos, moriré feliz. Sé qué si no lo hace, luego me arrepentiré de haberlo pedido, siquiera. Pero ahora no importa nada. No sé sí en realidad lo quiero, sólo sé qué quiero esos labios finos y delgados sobre los míos. Necesito sentirlo...

Me inclino, para besarle, pero se aparta.

- No puedo permitir que por mí culpa mueras. Te necesito viva.

- ¡¿Por qué?! — Grito. Y de pronto, estoy enojada.— ¡¿Por qué, simplemente, no dejas que muera feliz, en tus brazos?!

- ¡Porqué te amo, carajo! ¡Porqué soy tan jodidamente egoísta que te mantendría viva pese a cualquier circunstancia!

Y así sin más, me alejo de él y pasó por su lujosa habitación. Llegó a las escaleras y empiezo a descender. Después de un trayecto, llegó abajo y salgo de su casa. Entró a la mía y busco a papá. Tengo muchos más problemas por los que preocuparme.

Entró a la habitación de papá y me encuentro con un Liam destrozado, débil, sin fuerzas. Me acuesto en la cama, a su lado.

- Lamentó haberte dejado en el cementerio. No te encontraba así qué me fui. — Dice, con voz ronca.

- No te preocupes, vine con Johann. — Los dos nos encontramos viendo el plafon.

- Qué día...— papá suspira.

- Lo sé. ¿Papá?

- ¿Qué? — Dice de mala gana.

- ¿Cómo saber sí estás enamorada?

- No lo sé. Sólo lo sientes, supongo.

No conseguiré ningún buen consejo de papá, por lo que veo. Me levantó de la cama y cuando estoy apunto de salir, digo:

- Te amo, pa.

- Lo sé.

Y salgo de su habitación. Voy a la mía y cuando entró, me encuentro con Johann. Ruedo los ojos y lo miró enojada.

- ¿Qué quieres?

- Qué todo siga normal mientras investigo sobre una posible solución.

- ¿Una solución? ¡Oh, por favor! ¿Siquiera hay posibilidades de una?

- Sí la hay. Y es la mejor opción que tenemos.

Una opción ¿A qué? ¿A mantenerlo vivo a él y romper la maldición o para mantenerme viva a mí?

- A ambos.

- Deja de hurgar en mí mente. Pero, ¿Qué quieres decir conque podría mantenernos vivos a ambos?

- Qué podríamos probar sí eres la indicada. Y, sí no lo eres, esa opción hará que vuelvas a la vida.

- ¿Qué es lo que podría hacerme volver a la vida?

- El Diamante de Sangre.

False InnocenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora