XII. Asimilando el bombardeo de información

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-Sí, soy un Hechicero Híbrido.

Siento que mis ojos se saldrán de sus orbitas. Siento que todo este tiempo que he vivido ha sido como falso. No lo puedo creer, les juro, esto no puede ser verdad. Esto… no… Ya ni siquiera sé qué creer.

-Sé qué es difícil de creer – Dice Anabel –, pero, te estamos siendo sinceros.

-¿Dicen conjuros y todo eso?

-La verdad es que no. Sí existen los hechizos y conjuros, pero yo no los utilizo.

-Es tan poderoso que no es necesario. Inclusive, nosotras, Celeste y yo, tampoco los necesitamos, ya que Johann nos envía ondas con fuerza. – Frunzo el ceño. – Quiero decir, Johann es como una fuente de energía para Celeste y para mí, pero es así porque él lo quiere. Johann puede brindar fuerza a otros hechiceros si él quiere.

-Ya…– Asiento, confundida.

-¿Por qué crees que es tan arrogante? Porque si él quiere, podría dominar el mundo sin mayor esfuerzo.

Me remuevo en el sofá, incomoda. Ay, no, esto no me puede estar pasando, no a mí.

-Celeste y yo, podríamos jugar con la mente de los demás, así como Johann hiso contigo, pero somos débiles, y nos cansamos rápido.

Y solo de recordar que Johann ha jugado con mi mente, me enoja. Yo tan asustada que estaba por mi “imaginación” y resulta que este idiota a estado jugando conmigo. Qué imbécil.

-Creo que es mucha información por ahora, Anabel. Debemos irnos. – Johann se levanta del sofá.

-Sí, creo que sí. – Anabel también se levanta.

-Abeja, si dices algo…

-Johann. – Advierte Anabel.

-Mi nombre es Aleesha, Johann.   

-Como sea. – Se encoje de hombros. – Cuida tus palabras. – Y Johann se va, zumbando, desapareciendo.

-Nos vemos, Ale. – Y Anabel se va, pero caminando, como persona normal.

Es raro decir que se va caminando como persona normal. Ellos no son normales. Son hechiceros…

Me cuesta asimilar toda esta información… Carajo, jamás había, no, yo, bueno, esto es irreal.

Quizás estoy soñando. Quizás estoy alucinando… ¡Ah, esto no puede estar pasando! Me desplomo en el sofá, mirando hacia arriba, hacia nada en general. Mi vida era menos complicada en Florida… si tan solo jamás hubiera conocido a la familia Schindler. Si tan solo papá viviera en otro estado, otro lugar… si tan solo dejara de respirar… de sentir…

Me levanto y camino hacia mi habitación. Entro y miro por las puertas de cristal hacia la casa de Johann. Cierro las cortinas. Entro en la ducha y me baño, tratando de relajar todo mi cuerpo con el agua caliente. Me duelen los músculos de tanta tensión. Termino y salgo envuelta en una toalla.

Me cambio a un camisón de algodón y bajo a la cocina, que está remodelada por mi culpa, y me preparo chocolate caliente. Miro al reloj de pared y son las seis de la tarde. Natacha y papá no tardarán en llegar. Me siento de un pésimo ánimo. No sé cómo es que en estos momentos me mantengo en pie. Solo quisiera cerrar mis ojos, asimilar todo y luego despertar. O tan solo que nada de esto hubiera pasado, que jamás hubiera prendido fuego a la cocina y así Johann no hubiera mostrado que es un Dios de Los Cuatro Elementos y aparte de eso, un hechicero.

False InnocenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora