XXXV. El Último Adiós

1.1K 90 3
                                    

Hoy es el entierro de Natacha y papá está destrozado. Me duele mucho verlo así. Y por la maldita Hada de La Oscuridad que manda a sus malditas Criaturas Mágicas a por mí. ¿Qué carajo le he hecho yo? ¡¿Qué?! Estoy hasta la coronilla de ella. ¿Está mandando esas Criaturas por mí porqué piensa que soy la indicada? ¡Quizá éste equivocada! Estoy harta de ella.

Dejo a un lado mi enojo y me miro en el espejo: Llevo puesto un bonito vestido negro. Pero se viera más bonito si no lo usara en una ocasión así. Uso unos zapatos de tacón, negros. Bajo los escalones y me reúno con papá, que usa un esmoquin negro. Salimos de casa, sin decirnos nada, y subimos a mi Audi. Yo conduciré, por cualquier cosa. Conduzco un buen tiempo, hasta que llegamos al Cementerio Nacional de Arlington . Me aparcó y nos bajamos. Puedo ver que hay un sacerdote, familiares de Natacha, Celeste, Anabel y por último, Johann, que se ve súper guapo en esa camisa de vestir negra, junto a un esmoquin negro, pantalón de vestir negro y zapatos de vestir, negros. Lleva una corbata plateada y le asienta muy bien. Han formado un circulo, y en medio se encuentra la tumba de Natacha.

La ceremonia da inicio y habla el sacerdote. No pongo atención a lo que dice, la verdad, porque, en realidad, no me interesa. No quiero estar aquí. No puedo. Me alejo y empiezo a caminar sin rumbo. No quiero despedirme.

Me alejo y camino, mirando las demás tumbas.

- No deberías andar sola. No cuando tienes muchas Criaturas detrás de ti...

Me vuelvo hacia la voz. Una mujer. ¡Vaya, que hermosa! Tiene una hermosa melena rubia brillante. Lleva un vestido negro, largo, con una gran cola. Las mangas llegan casi hasta el suelo. Sus ojos son amarillos, muy, muy hermosos. Es blanca y sus labios van pintados de color negro. Lleva sombra arriba de sus ojos, negra. Es hermosa, la mires por donde la mires.

- ¿Y los perros que te cuidan? - Se ríe macabra mente. - ¡Claro! Llorando por lo que mato mi hermoso cachorro... - Se vuelve a reír. Frunzo el ceño.

- ¿Quién eres?

- Alena, claro. - Dice, arrogante. - Alena, La Hada de La Oscuridad.- Sonríe.

Joder... ¿Ella es La Hada de La Oscuridad? ¿La que derramo una maldición sobre Johann? Una enorme furia se forma dentro de mí.

- ¿Por qué mandas esas criaturas por mí? ¡Natacha está muerta por tú culpa!

- Preciosa, sólo es una vida menos. Oh, claro, son dos.- Sonríe.

- ¿Qué quieres de mí?

- Tú hermosa alma.- Sonríe. Dios, ¿Qué la hace sonreír tanto?

- ¿Soy yo la indicada?

- Sabes mucho, niña. Si yo fuera Johann ya te hubiera matado. Pero, ¿Sabes por qué no lo hace? - Como no sé, no respondo.- ¡Empieza a sentir sentimientos por una niña como tú! - Se ríe a carcajadas. - Es raro. Se enamoro de una pequeña pobretona ridícula ¡Y además! ¡Una estúpida humana! - Grita. Y ese grito fue tan fuerte, que me manda por los aires, hacia atrás. Grito y pataleo en el aire y caigo encima de mi trasero.

Alena, La Hada de La Oscuridad, se acerca a mí y me paro rápidamente.

- Y tú eres una incoherente e inmadura. La niña no quiere aceptar lo que siente por Johann.- Dice, con tono burlón.-  ¡Oh, por favor! ¡Eres una estúpida! - Grita en mi cara. Y cuando grita, abre tanto su boca que puedo ver dentro de ella miles de cabezas de serpientes.

¿Johann? Digo mentalmente, esperando que escuche mis pensamientos. ¡¿Johann?!

- Hubiéramos sido tan felices.- Suspira. - Pero no importa ya.- Sonríe.- Te tengo a ti, mi amor, y sí te tengo a ti, lo tengo a él comiendo de mi mano.

False InnocenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora