XXIII. Día de la excursión

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Ayer, como siempre, ha sido día pésimo. Últimamente mis días son pésimos y la causa es Johann. De verdad, no lo soporto. A veces, me entran unas enormes ganas de llorar de la frustración porque no le puedo hacer definitivamente nada.

Ha pasado un día y Johann me lo arruino, también. Me presumió el excelente sexo que había tenido con Perla. Y trato de darme más detalles, pero realmente, iba a vomitar si me los hubiese contado.

Hoy es el día de la excursión y me he levantado a las cuatro de la mañana para preparar todo. Ya pague lo que se tenía que pagar y ahora solo queda hacer mi maleta. Dentro de la maleta, he metido gafas de sol, bloqueador solar, un bikini negro de dos piezas (por precaución), sandalias, una botella de agua, una toalla, una crema humectante, mi maquillaje en una cartera pequeña, mi móvil, un short blanco pequeño y una camisa blanca de tirantes finos de repuestos. Me he puesto un bikini blanco de dos piezas y encima un short negro y una camisa de tirantes roja. Voy preparada para cualquier cosa: sandalias de repuesto, bikini de repuesto, ropa extra de repuesto.

Tomo mi maleta y me la cuelgo en el hombro derecho, y bajo los escalones y camino hacia la sala de estar, donde se encuentra papá. Sé lo que me espera.

-Cariño, ten cuidado, ¿sí? Sé qué el profesor dijo que nada de alcohol, pero yo también fui adolecente y muy rebelde, por cierto, así qué sé qué ahí habrá alcohol. Mantente alerta y no aceptes bebidas de los demás, pueden echarle drogas. Te quiero. Y… cuidado, ¿sí?

-Sí, papá, mucho cuidado.

-Bien. Te quiero. Lleva tu móvil, puede que te llame.

-Sí, papá. – Digo, irritada.

-Toma. – Papá me da dinero en efectivo. Lo cuento rápido y son cien dólares.

-Papá, es mucho dinero…

-Llévatelo. Te quiero.

-Te quiero.

Salgo de casa y espero unos segundos a Diamond; ya qué quedamos que pasaría por mí. Llega Diamond en su Jeep y me subo. Nos vamos a la escuela, donde estarán los buses escolares para irnos de excursión.

La verdad es qué no sé sí Johann irá y espero que no. No quiero que me arruine el día. No hoy. Además, no lo soporto. Joder, no lo soporto, de verdad, no sé qué hacer para que deje de molestarme.

-Nos la pasaremos bomba. – Comenta Diamond, cuando nos aparcamos en el estacionamiento de la escuela.

-Eso espero.

-Johann te molesta mucho. – No es una pregunta, es una afirmación.

-Vaya, ya lo notaste, he.

-Todos lo hemos notado. Eso no es normal en él.

-¿Qué quieres decir con que no es normal?

-Si te molesta mucho es por algo.

Se encoje de hombros y nos bajamos de la Jeep. Sí, claro, me molesta mucho porque me odia. Obvio.  Entramos a clase Diamond y yo y nos sentamos. El profesor de Biología nos mira, estudiándonos.

-Bien. Hoy es la excursión, y les pido de favor que no den problemas. No habrá alcohol y el que lleve será expulsado. Y hay una sorpresa. Una empresa muy reconocida ha decidido apoyarnos así que tendremos un yate para dar un paseo por el mar. ¡Sorpresa! – Dice, sin emoción. – Por favor, salgan, afuera están esperando los buses.

Nos levantamos y salimos de la escuela. Llegamos  a donde están los buses y el profesor se pone en la puerta del autobús.

-Bien. Se irán sentando conforme los vaya nombrar, ¿vale?

-Vale. – Murmuramos todos.

El profe empieza a nombrar nombres y mientras los nombra, ellos suben en pareja y se sientan. Espero que me toque junto a Diamond o Alex.

-Diamond y Alex. – Qué suerte la mía.

Diamond sube junto a Alex. Luego, sigue nombrando nombres hasta que llega al mío.

-Aleesha… y…– Mira la lista que tiene en sus manos. – Johann. Aleesha y Johann suban.

Mierda. Johann me mira con odio y le devuelvo la mirada. Subo primero al autobús y luego él. Nos sentamos en los últimos asientos del autobús, juntos, maldición.

-Qué suerte tienes, querida.

-Cállate. – Gruño.

Todos subimos al autobús y esté queda lleno. Los que no caben aquí, se van a otro autobús que está detrás de nosotros. El autobús arranca y nos vamos a la playa.

Y en todo el camino, Johann se mantuvo molestando con los demás chicos. Joder, soy la única chica en esta fila. Maldigo mi suerte. Al final de un trayecto de una hora y media llegamos a una hermosa playa.

False InnocenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora