Capítulo 33

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POV AMAIA

Decir que estaba asustada era quedarse corto, estaba muerta de miedo mientras esperaba que llegara la ambulancia. Lo abrazaba contra mi pecho, fuerte, como si con mi abrazo le trasmitiera vida. Necesitaba que me respondiera, que dijera algo. Tanto quejarme de lo que hablaba y ahora mismo necesitaba escucharlo, oír su voz, sentir que estaba a mi lado. No dejaba de tocar sobre su cuello, sintiendo su pulso lento, menos era nada, ahí estaba, eso era lo que me mantenía cuerda, que estaba vivo, que respiraba.

Empiezo a escuchar como la ambulancia se acercaba, pero yo no podía dejar de tocar su pulso y de hablarle, tenía que intentar que se quedara conmigo como fuera, sabía que me estaba escuchando lo sentía, necesitaba que supiera que estaba aquí con él y que no me iba.

- Alfred, ya vienen... aguanta ruru, estoy aquí. Abre los ojos, por favor ábrelos para mí - digo llorando, no podía parar de hacerlo, no podía estar tranquila hasta saber que estaba bien, que todo esto solo era una pesadilla, que iba a despertar e íbamos a estar los dos juntos en la cama disfrutando de la vida.

De repente, me veo rodeada de dos hombres y una mujer que se acercaban hasta la playa corriendo, me rodean y me piden que me quitara, sabía que debía alejarme para que lo atendieran, pero no podía, no podía dejar de tocarle el pulso para saber que estaba vivo. Necesitaba sentirlo y que me sintiera para que supiera que estaba aquí.

Nos montamos en la ambulancia y enseguida lo llenan de toda clase de tubos, apenas podía tocarlo porque estaba rodeado por los paramédicos. Cuando lo monitorizaron empiezo a escuchar el rítmico "tic, tic" que me decía estaba ahí, que su corazón aun latía. Cuando terminaron de colocarle toda clase de cables, avisaron al conductor y arrancó la ambulancia.

-Chica, ¿Qué le ha sucedido? ¿Ha bebido?

- No, no... tiene L.L.A.

- ¡Ah! De acuerdo – y veo como empieza a ponerle toda clase de productos en el gotero que le habían puesto.

- ¿Está bien? – pregunto mientras esas dos personas no paraban de poner y quitar aparatos al cuerpo de Alfred.

- Tenemos que hacer pruebas, pero no te preocupes, de momento está estable ¿Oyes su pulso? - me dice amablemente el médico al cargo, y yo asiento con mi cabeza... no podía ni articular palabra - ¿O sea, que esta con la quimio?

- No, bueno, solo tuvo unas pocas sesiones, hace ya unas semanas que lo dejo.


- Bien – dice mientras empezaba a sacar muestras de sangre y meterlas en tubitos varios, supuse que para adelantar trabajo.

- Se va a poner bien ¿verdad? – digo asustada, quería tocarle.

- Tranquila, estamos haciendo lo posible para mantenerlo estable – el pobre doctor intentaba mantenerme calmada, si no, seguramente tendría que atender a dos enfermos en lugar de uno, yo estaba al borde del colapso también, verlo ahí inerte mientras le clavaban todo tipo de agujas y tubos me estaba poniendo enferma y ya empezaba a ver estrellitas frente a mis ojos.

- ¿Dónde nos llevan doctor?

-Al hospital más cercano. Allí le atenderán mejor, podrán hacerle las pruebas que necesita.

-No, tienen que llevarnos al Prat.

- ¿Al Prat?

-Si, allí están sus médicos y....y es su casa, si pasa...él querría estar allí.

-Pero no podemos, lo mejor es llevarlo al más cercano.

-Por favor, yo pago el transporte, el avión, un helicóptero lo que haga falta. Lo mejor es que sus médicos se ocupen de él. No pueden hacer nada por él a no ser que tenga un trasplante, ahora mismo es lo único que puede salvarle. Creo que estar en casa es lo que necesita, además su madre lo está buscando creo que...

-Vale tranquila ¿sí? Vamos a llevarla al hospital y de allí le llevaremos a donde quiera, pero porque está estable, si se produce algún cambio de camino...

Últimos deseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora