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Sea como sea fue a Yuta y Yangyang quienes tuvieron que vigilar el Red Velvet, incluso si el primero de ellos le tocó cerrar el trato con más de la mitad de las ganancias para NCT. Quizás fue porque, en verdad, nadie quería estar con el pequeño psicópata de Yangyang. Ni él, para ser sincero, pero tampoco era como si tuviese algo más importante o mejor que hacer.

La asistente de Irene les había explicado que habían varias mujeres trabajando para ella. Eran diecisiete mujeres entre camareras y bailarinas, otras quince entre el personal de aseo y el equipo de sonido. Sólo las encargadas de aseo trabajaban en la mañana. Todas eran mujeres. Los hombres de NCT tenían la obligación de acercar a sus casas a cada una de las mujeres que trabajaban en la noche por motivos de seguridad una vez terminada la jornada laboral. Trabajarían todos los días excepto los lunes. Ningún hombre de NCT tenía el derecho de relacionarse con las chicas fuera de lo laboral. 

Luego de una hora comenzaron a llegar el grueso del público, la mayoría de ellos eran hombres. La música comenzó a inundar el club mientras las camareras llevaban de un lado a otro un montón de tragos a todos los hombres. Yuta reconoció a varios tipos que aparecían en la tele dentro del club. Muchos de ellos miraban con otros ojos a las camareras, vestidas de forma sensual. Yuta recordó las instrucciones que les habían dado. Si veían que alguno de los clientes intentaba sobrepasarse con las chicas ellos estaban autorizados para detenerlos, para hacer lo que encontrasen necesario. Era un club, después de todo, no un burdel o un prostíbulo. Nadie tenía el derecho de tocar a las chicas de Irene. Incluso en las habitaciones privadas habían cámaras para evitar que ellas sufrieran de agresiones sexuales.

Pasaron más horas todavía y ya eran las dos de la madrugada. Habían pasado al escenario distintas mujeres, todas ellas ganando buen billete con sus bailes. Notó que había un baile cada treinta minutos. Las chicas que bailaban luego iban a ayudar a la bar tender, o ayudaban a las camareras, o debían hacer bailes privados. Todo el tiempo había música de un ambiente, bueno... más o menos sexy. Pero hubo una que le llamó la atención.

  - I need a a gangsta to love me better than all the others do... To always forgive me, ride or die with me... That's just what gangsters do 

Las luces se apagaron por unos breves segundos y cuando se encendieron de nuevo, Yuta creyó que soñaba. La canción le pegaba un poco como anillo al dedo. Se fijó por primera vez en la chica que subiría ahora al escenario y sintió que se derritiría en ese momento. Iba vestida con un corto vestido dorado y el cabello negro caía en cascada por su espalda, pero cuando se movía con el baile su cabello volaba como si le diesen alas propias. Sus labios entreabiertos, rosados, hinchados, tentadores. Esa mirada que era inocente y también pecaminosa. La piel blanquecina brillando sobre las luces de varios colores. El cuerpo tan jodidamente pecador mientras movía las caderas y se iba quitando el puto vestido lentamente mientras seguía bailando. 

Joy se veía jodidamente caliente en todo ese baile. Se acostaba en el piso del escenario, curvaba la espalda y parecía fijar su mirada en él, permaneciendo con la misma mirada que rogaba y te exigía tantas cosas. La chica parecía un ángel tan obsceno y corrompido con esa ropa interior negra y el chocker de cuero en su cuello mientras él se sentía observado e incluso algo nervioso. 

La presentación de la chica se le hizo tan corta que estuvo a punto de exigirle a Irene que hiciera bailar de nuevo a su vecina.

Yangyang no demoró en romper todo su ambiente de fantasía cuando le golpeó el hombro. Le dieron ganas de asesinar a ese pequeño chino impertinente y parlanchín si seguía así. Si no fuera porque Taeyong, Doyoung y Kun lo encontraban primordial ya lo habría asesinado. 

  - Mira hacia allá, Yuta - Yangyang definitivamente odiaba los honoríficos. Al japonés eso ya le había quedado más que claro.- Hacia allá...

Buscó con la vista algo interesante en la dirección que había señalado Yangyang, y se fijó en ello. Unos clientes estaban molestando demasiado a una de las chicas del club. Cuando se fijó bien notó que era un grupo de famosos que había entrado al club hacía un buen rato.

  - ¿Los golpeamos? - Preguntó Yangyang mientras hacía tronar que dedos. El japonés se negó.

  - Saca una foto de ellos

Así lo hicieron. En las fotos se veían claramente los rostros de esos cantantes y la expresión incómoda y asqueada de la mujer. Fueron diez fotografías. Luego se acercaron ambos. Yuta miró hacia otra esquina del local, fijándose que Amber asentía, intuyendo su accionar. Caminaron hacia ellos, llamando su atención.

  - Señores - Saludó Yuta.- La gerencia del local les recuerda que esto no es un burdel, por lo tanto no tienen el derecho a acosar a las empleadas

Uno de ellos por fin soltó a la mujer, que salió de la vista de ellos, en dirección a la barra. Yangyang se ocupó de ir a apoyarla si es que era necesario, dejando solo a Yuta con esos molestos clientes. Uno de ellos reaccionó mal.

  - ¿¡Uh?! ¡Pagué para tener a esa chica! ¡Es mi puto derecho! - El tipo se levantó torpemente y se acercó a Yuta, intentando verse amenazante.- ¡Quiero mi dinero de vuelta si no voy a tocar a esa perra!

  - Recordarle, señor Lee Seunghyun - Yuta recalcó el nombre del famoso mientras se zafaba con facilidad del agarre del tipo.- ... Que usted ya está siendo investigado por la Policía, y que hay registros de ustedes ingresando a nuestro local y molestando a nuestras empleadas

  - ¡Esas no son empleadas! - Chilló otro.- ¡Son putas!

Yuta miró hacia atrás. Amber le hacía señas para que los eche del local. Irene estaba a su lado, fría e impasible mientras susurraba algo al oído de la otra mujer. El muchacho volvió a mirar hacia el frente a hizo tronar su cuello. Yangyang y Amber también venían a ayudarle.

  - Está bien - Dijo.- Entonces no me queda otra que pedirles que se vayan

Cada uno inmovilizó a uno de esos fastidiosos famosos y los echaron mientras estos iban gritando y chillando sobre que eran famosos, que los demandarían y se pudrirían en la cárcel por atreverse a faltarles el respeto. Yangyang arrojó a Seungri a un charco que había en la calle. Amber igual. Irene salió también para saber qué ocurría.

  - ¡Los denunciaré! - Gruñó Seungri.

  - ¡No me diga! ¿Y cómo se lo tomarían los medios, Seungri y compañía? - Se mofó Irene.- La prostitución es ilegal, señor Lee, y nadie tiene el derecho de meterse con mis chicas, mucho menos un pedazo de mierda como tú

Irene estaba entrando de nuevo al local con Amber cuando escuchó de nuevo a uno de los acompañantes del famoso.

  - ¡Perra loca! - Irene lo quedó mirando, fría y llena de repulsión. Todo lo que hizo fue darle un asentimiento en dirección al chino.

Algo en la mente de Yuta lo hizo estremecer cuando vio de nuevo la tierna sonrisa de Yangyang, que parecía estar pasándolo de maravilla. Luego lo dejó solo antes de escuchar los gritos y aullidos de dolor.

Hustler  ** NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora