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Habían pasado un par de semanas más donde Yuta se había sentido realmente solo. Después de todo, por su mentira blanca terminó diciéndole a sus padres que no podría viajar a Osaka y ninguno de los chicos quiso pasar las fiestas con él. Su navidad y el año nuevo se resumieron en una increíble cantidad de cómics, mangas y manwhas leídos en tiempo récord, hacer ejercicio, estudiar para la universidad y escuchar música. Es decir, nada muy distinto a todos los días.

De tanto en tanto, Joy le escribía algún mensaje desde Jeju, le mandaba alguna fotografía de lo que hacía o lo llamaba. Porque sí, Park Joy le había dado su número de teléfono después de que él se lo pidiera ese día que lamió la crema del capuchino. La pobre chica casi le había dado un infarto en ese momento. Ese día en la noche volvería del viaje y él se había ofrecido a ir a buscarla al aeropuerto (porque sí, le había regalado el boleto de avión de regreso), así ambos pasarían un poco de tiempo juntos, incluso si sólo era un poco.

Yuta era, según las mismas palabras de Joy, el hombre más descarado del mundo cuando le gustaba una chica. Él quería consentirla, protegerla, y al tener pase libre al haber comenzado a salir, era demasiado obvio que le gustaba. El único problema era el trabajo. Doyoung y Taeyong ya le habían advertido que no se relacione mucho con ninguna de las que trabajaban ahí, Doyoung al punto de decirle que simplemente no lo quería cerca del hoyo negro de información que era Park Sooyoung. Pero él ya la estaba conociendo. A eso se le debía agregar que Yuta era un poco celoso. Nada que no pudiese controlar, pero le molestaba demasiado la forma inapropiada en que los clientes intentaban tocar a Joy en el escenario. Incluso si estaban ellos para proteger a las chicas, más de una vez se imaginó golpeando a alguno de los pervertidos que le sugerían a Joy dejarle propina en el escote.

Nakamoto Yuta jamás había sido el más paciente, pero ahí estaba, con la tolerancia del nivel de Buda. En un par de días más llegaría al nirvana. Pero estaba feliz, estaba feliz de las llamadas nocturnas con Joy, dónde le relataba lo ocurrido en el día, estaba feliz con los avances para obtener la custodia de sus hermanas. Estaba satisfecho de poder serle de ayuda a la chica que le gustaba y no solo un celópata de pacotilla.

Pronto se cumplió la hora de vuelo de regreso y Yuta se levantó de su cama. Después de todo, el vuelo no era tan largo y el camino al aeropuerto de Incheon era horrible. Pronto se vio metido en un atasco en el camino hacia el terminal. Eso era lo horrible, el maldito tráfico en esas fechas. Pero iba sobrado de tiempo.

Al cabo de un rato estacionó en el aeropuerto y esperó a Joy. A pesar del aire acondicionado del auto y del edificio, sentía que se le calaban los huesos. Tenía frío. Volvió a mirar el tablero donde avisaba la información de los vuelos. Se suponía que llegaría en unos quince minutos más el vuelo. De ahí ella tendría que esperar a que le entregaran su maleta. Tendría para un rato más. De todos modos le mandó un mensaje a la chica de que ya estaba esperando por ella. Quizá debería comprar café o té para el frío.

En el aeropuerto había un Starbucks, así que compró uno de esos cafés especiales de navidad, que sólo se encontraba ahí por la afluencia de turistas extranjeros. Pidió dos de los mismos, luego volvió a esperar mientras tomaba su café. Aburrido, decidió observar los rostros de las personas alrededor de él. Habían muchas expresiones de cansancio, de no haber dormido bien, de alegría o de tener altas expectativas de un viaje. Algunos simplemente tenían rostros de estar hartos.

Pronto vio un rostro conocido. Pero no era el de Joy. Definitivamente esa expresión amargada no era la de Joy. Sintió que debía ocultarse en ese momento, pasar desapercibido. Después de todo, sabía que el tipo montaría una escena en cuanto lo reconociera, y no tenía ganas de encargarse de él mientras esperaba a la chica.

Bi Chamhan le hacía honor a su nombre: Miserable, era y se veía miserable por todas partes. No había nada de él que le fuera agradable para Yuta, menos aún sabiendo que él le había embaucado con un montón de dinero. Él fue la primera persona estafada por NCT. Por lo menos cinco de ellos se habían encargado de arrebatarle sus acciones, hundirlo y dejarlo endeudado hasta el tuétano. Pero solo había conocido el rostro de Yuta y el de Taeyong. Podría darse por muerto si lo encontraba ahí.

La llegada del vuelo de Joy fue anunciada por los altoparlantes.

Demonios.

Si salía de la cafetería, se encontraría de lleno con el viejo, que se había detenido justo cerca de la entrada, pero si no lo hacía, entonces dejaría plantada a Joy. Ninguna de las dos opciones era viable.

Buscó el baño del local y se encerró ahí. Después de todo, sólo tenía un cubículo. Se vio en el espejo, revisando su apariencia. A diferencia del momento en que había conocido a Chamhan, Yuta llevaba el cabello blanco y bastante largo, por lo que quizá no lo reconocería del todo. Buscó un cubre bocas en su bolsillo y, en el morral que llevaba, buscó también una bufanda que había comprado de camino. Se cubrió con ello y volvió a mirarse en el espejo. Había hecho lo que podía. Ahora sólo quedaba ver que no le descubrieran.

Salió del Starbucks con paso cansino y encorvado. Pasó justo al lado de Bi Chamhan, que lo quedó mirando un par de segundos, desinteresado. Llevaba aún el café para Joy en la mano, pero el calor del vaso de papel casi le quemaba la palma de la mano. Pronto sintió que no respiraba de los nervios.

El viejo siguió su camino, metido en su propio mundo, y Yuta volvió a tomar aire a grandes bocanadas. Caminó rápido hasta la zona donde debería estar Joy, casi corriendo para alejarse de Bi Chamhan, que por fin se iba en dirección contraria.

Cuando vio a Joy, ella estaba recién saliendo con su maleta, buscándolo. Él se acercó, apenas bajando el cubre bocas negro. Ella le miró extrañado.

  - ¿Me veo gracioso, cierto? - Preguntó él, intentando romper el hielo.

  - Como un otaku - Joy no aguantó más la risa, y Yuta sintió que se sentía más liviano ahora que estaba un poco más lejos del peligro.

Abrazó a la chica en silencio y, cuando la soltó, le tendió el café y le quitó la maleta.

Joy era la que le preguntó si ella lo merecía, insegura de no ser suficiente para él. Pero, en verdad, era Yuta quien se sentía un poco inseguro respecto a Joy. Había cometido muchos errores y atrocidades, había engañado a personas hasta dejarles con las manos vacías, siempre aprovechando la imagen confiable que reflejaba, había asesinado por lo menos a dos personas en su vida. Era él quien pensaba que Joy era demasiado buena para alguien como él. Ella era quién le entregaba la sensación de calidez que había estado buscando inconsciente por tanto tiempo, era ella casi un salvavidas de la mierda que lo hundía. Ver a Bi Chamhan le había hecho ver aquello.

  - Volvamos a casa

Hustler  ** NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora