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Joy no retiró sus manos, tampoco reclamó cuando Yuta se tendió en su regazo e incluso le siguió acariciando el cabello mientras él seguía murmurando lo mucho que lo sentía. Pero ella no dijo ni una palabra, demasiado sorprendida como para responder algo.

Yuta, por otra parte, parecía haberse cansado de llorar después de una hora y dormía en el regazo de la chica, abrazado a su cintura y una postura que parecía ser bastante incómoda. Ella también se sentía incómoda, en especial con la cercanía entre ambos pero, al mismo tiempo, deseaba tanto el abrazo de alguien que le susurrase un simple "Todo está bien, llora hasta que te sientas mejor", que simplemente había hecho lo mismo con él. Por eso después no le extrañó quedarse dormida también con la grata calidez que emanaba de Yuta.

Despertó más allá de las tres de la madrugada, parecía haber faltado al trabajo y el muchacho temblaba de frío. Después de todo, la temperatura comenzaba a descender por el invierno y él había dormido sin ninguna manta encima. Incluso ella sentía la punta de sus dedos helados. Pero seguía aferrándose a su cintura con fuerza, como una sanguijuela o un percebe. O una pulga, pero Yuta no tenía el tamaño de una pulga ni de una sanguijuela. De todos modos el chico tenía algunos puntos a favor. Sólo algunos, porque seguía siendo entrometido, terco, un tanto egoísta, malcriado, burlón, un poco antipático (sobre todo cuando recién se conocieron), grosero, mentiroso...

Vale, que la lista era un pelín larga, pero no terminaba de entender qué le había llevado a prácticamente allanar su casa como una estampida y balbucear incongruencias...

No.

Ya lo recordaba. Yuta se refería al tipo que se le vino encima cuando ella hacía ese baile privado. El tipo que la manoseó, la que casi la violó en ese lugar, el que no supo si estaba borracho en ese momento o qué. La bilis comenzó a subir de nuevo por su garganta, tal como cada una de las veces en que lo recordaba, un frío glacial recorrió su columna vertebral, enviando escalofríos al resto de su cuerpo e intentó respirar lentamente cuando notó que comenzaba a hiperventilar. Ese día terminó haciéndose heridas en toda la piel porque, en su desesperación, terminó frotándose por todo el cuerpo la misma lana de acero con la que pulía y limpiaba sus ollas.

Él se sentía culpable por eso.

Sooyoung acarició el cabello de Yuta en suaves toques, incluso enredando sus dedos entre los mechones teñidos. Desde la primera vez que lo vio, llevaba el cabello mucho más largo, e incluso alcanzaba a hacerse una pequeña coleta. Ella la desató quitando la pequeña liga elástica. Luego tiró un poco del cabello de Yuta, sólo un poco. Él se quejó en sueños, removiéndose mientras dormía, lo suficiente como para soltarla y ella pudiese levantarse del sofá.

De cierta forma, le agradaba el hecho de que él empatizara respecto a lo sucedido. Después de todo, eran muy pocos los hombres que le brindaban apoyo a las víctimas de abuso sexual, mucho menos eran los que lo hacían en cuanto sabían que la víctima podría trabajar en un Club. Por el momento no se lo diría, pero sí podría buscar una manta para evitar que Yuta pescase un resfriado ahí en el sillón. Ella podría dormir en su cama.

El problema igual seguía siendo que, bueno, parecía que Yuta la quería. No en el sentido en que te encariñas con alguien porque es simpático o porque es divertido, sino que la otra forma de querer. Esa que busca proteger al ser querido, de quedarte a su lado, de brindar apoyo y todo lo que eso acarreaba. Pero qué va más allá de una relación fraterna, sino que más bien amorosa. O por lo menos eso podría suponer ella. Tampoco es como si se quisiese hacer ilusiones con el chico, después de todo, él era un estudiante universitario que seguramente preferiría a alguien más de su nivel, no a una bailarina de un club de strippers.

Además, Yuta tenía un montón de defectos, al igual que ella, pero otros. Y sería raro salir con el vecino. Muy raro.

Dios, ¿Acaso se estaba montando una película en su cabeza? Chanyeol la regañaría de nuevo si algo así sucedía. Intentó dejar de divagar y simplemente fue a buscar una manta gruesa para Yuta.

Pero el sofá era bastante grande, podrían compartirlo y así él no la buscaría en cuanto se despierte. Y su cama era muy dura y suele dormir con frío. Pero eso sería darle alas a Yuta, ¿No? Pero él ya se había dormido abrazado a ella...

Al diablo todo, ella dormiría en el sofá.

Dejó cerca la manta y se recostó al lado de Yuta, intentando no hacer nada que lo pudiese despertar. Una vez se acomodó, colocó la manta sobre ambos y se dispuso a intentar dormir. Aunque ella raramente dormía de noche, sino que en la mañana o en la tarde debido a su trabajo. Y ahora se sentía muy nerviosa con la cercanía de Yuta. Si bien el chico estaba durmiendo, podía sentir su respiración acompasada y lenta en su nuca por lo apegados que estaban uno al otro. Pero estaba segura que ya no despertaría.

De algún modo logró calmarse cuando abrazó uno de los cojines del sofá, incluso cuando después de un rato Yuta abrazó su cintura. De algún modo sentía que estaba segura, que no le haría daño, que podría sentirse protegida si se dormía con el calor intenso que irradiaba Yuta. Joy se giró, mirándolo de frente mientras Yuta dormía tranquilo, aferrado a su cintura. Sonrió al escucharlo murmurar palabras que ella no entendía y luego se acurrucó contra Yuta.

Habían pasado tantas cosas esa noche, había sentido tanto dolor los últimos días, había sentido tanta desesperación que poder dormir en un lugar cómodo, cálido y seguro se sintió como un sueño agradable donde podía alejarse de la realidad por lo menos por un par de horas.

Hustler  ** NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora