Sooyoung despertó de golpe, bañada en sudor frío. Desorientada y aterrada por la pesadilla, encendió a tientas la luz de la mesita de noche, desesperada por saber si estaba en peligro o no. De su sueño aún recordaba las nauseabundas garras que recorrían y rasguñaban su cuerpo, aferrándose dolorosamente a su carne e impidiéndole gritar, como si se tratase de un gigantesco y asqueroso buitre. Al mirar hacia atrás, descubrió que estaba sola.
El lado vacío de la cama estaba frío y sólo desprendía olor a suavizante, haciéndola sentir aún más desamparada luego de esa pesadilla, sin sentirse a gusto cuando faltaba el perfume de su novio. Quería llorar y sentirse acompañada, pero no podía pedirle eso a sus hermanas, no podía pedirles que la consolasen, no podía permitirse ser vulnerable con ellas... así que llamó a Yuta, rogando que a esa hora estuviera despierto y así poder hablar con él. Sólo con escuchar su voz se sentiría mejor. No, sólo con escuchar el "mochi mochi" con que la saludaba cariñosamente, sin importar la hora.
Cada vez, las pesadillas eran más recurrentes, cada vez se volvían más aterradoras, al punto que a veces tenía miedo de irse a dormir sólo por esos sueños desagradables. No importaba si ya había cambiado de trabajo a un ambiente muchísimo más seguro, sin tipos de mierda que la acosasen explícitamente. Es verdad que su actual trabajo ganaba bastante menos, considerando que las propinas no eran tan exuberantes como lo que ganaba bailando semidesnuda, pero le alcanzaba para vivir con lo necesario y seguir ahorrando para más tarde.
Yuta jamás contestó, pero sí lo hizo alguien más, en el mismo teléfono del chico.
– ¿Hola, Yuta?
– Habla con el teniente Song Yoonhak, en este momento estoy en posesión del teléfono del señor Nakamoto Yuta – Contestó una voz varonil, tosca. – ¿Con quién hablo yo?
Intentó analizar un poco la situación, sin responderle aún al desconocido al otro lado de la línea ¿Qué demonios era lo que ocurría? Es decir, se imaginaba que, si un policía tenía el teléfono de Yuta, significaba que había pasado algo grave, ¿Quizás otra golpiza? ¿Alguien volvió a lastimarlo? ¿Estaba herido?
Recordó entonces ese día, cuando vio la laptop de Yuta, las carpetas que tenía con perfiles de distintas personas, o cómo no tuvo ningún problema en regalarle y ayudarle económicamente...
O cómo Chanyeol dejó de molestarla, completamente de la nada.
– Park Sooyoung, soy... la novia de Yuta-ssi – Respondió ella, vacilando si decir la verdad o sólo mentir por su propia seguridad y la de sus pequeñas. – Dígame, ¿Le pasó algo a él?
– Ahora mismo está entrevistándose con un agente de policía y luego será detenido como un posible sospechoso por el homicidio de Lee Minhyuk
Si no estuviera aún sentada en la cama, se hubiera caído de rodillas al suelo, con las piernas temblando. Era imposible, ¡Era imposible! ¿Un asesinato? ¿Yuta? Él no sería capaz, él era una buena persona, ¡La había ayudado a obtener la custodia de sus hermanas!
Y aunque sabía Yuta estaba metido quizá en qué cosas turbias, se negaba a creer que el mismo que la había abrazado, que la había acompañado en sus momentos difíciles fuera el mismo que abandonaba un cuerpo calcinado como quien deja tirada una colilla de cigarrillo completamente quemada.
– Señorita Park, ¿Sigue ahí?
La voz del oficial de policía la quitó de su ensimismamiento.
– Sí... sí, sigo en la línea... – Tragó saliva, intentando humedecer así su garganta. Por culpa de sus padres, ya sabía más o menos qué debía hacer, ya acostumbrada a algunos procedimientos de la policía. – Dígame, cuando termine el interrogatorio, ¿Puedo verlo?
– Podrá visitarlo a partir de las nueve de la mañana
El oficial le dijo en qué comisaría se encontraban y otros detalles, los cuales ella garabateó en el papel más cercano y después ella cortó la llamada, incapaz de seguir aguantando el teléfono en su mano, como un carbón que llevaba rato quemándole la mano.
Volvió a acostarse, ya con las sábanas heladas, haciéndola temblar de frío. Quería ser capaz de procesar la información, quería pensar qué sería mejor para ella. Su lado más visceral le pedía ayudar a Yuta con todo lo que tenía, abandonando todo lo que fuese necesario, ¡Daba lo mismo qué cosas él haya hecho! ¡Sólo quería que él se mantuviera a su lado!
Pero sus hermanas la necesitaban. Necesitaba su expediente libre de cualquier mancha, por muy minúscula que fuese. Ya tenía la custodia total, tenía un trabajo decente con el que mantenerlas, un techo bajo sus cabezas y comida caliente sobre la mesa, pero necesitaba que eso siguiera así mismo, hacerles saber a los de Servicios Sociales que sus pequeñas estaban seguras a su lado... Se mordió el labio hasta que saboreó el metálico de la sangre en su boca.
Revisó la hora. Pronto serían las cinco de la mañana.
Juntó valentía y llamó a Amber, sabiendo que recién debían estar cerrando el club a esa hora. Cuando ella no le respondió la llamada, marcó a Irene, que sí contestó a los pocos tonos. La mayor le respondió alegre, a pesar del cansancio que se escuchaba en su voz. Ella le había prometido que sus puertas siempre estarían abiertas para ella y que, si necesitaba algo, que siempre podría contar con su ayuda. Ahora sólo quería pedirle un favor.
Obtuvo el número telefónico de Lee Taeyong, que parecía ser muy cercano a su novio, así que lo colocó al tanto de la situación, yendo directo al grano y dejando de lado cualquier tipo de formalidad, sin ni siquiera disculparse por una llamada tan temprano en la madrugada. Le dijo que le consiguiera un buen abogado a Yuta.
Después de eso se vistió para ir a preparar el desayuno de las niñas. Una vez que estaba más avanzado, despertó a sus hermanas menores, que tenían en sus mejillas gorditas y rosadas las marcas de las sábanas. Bromeó al respecto, intentando que ellas no notaran sus verdaderas emociones.
– ¡Vaya! ¿Cuándo les dije que se podían tatuar la cara? – Sus hermanas entraron a la cocina, atraídas por el olor a sopa de algas y estofado. – ¿Durmieron bien?
Minyoung salió abrazando un peluche gigante de Pororo, un tanto sucio y con las huellas de marcadores en su cara, como si el pobre pingüino hubiese sobrevivido más de quince años de batallas, cuando en verdad así había quedado luego de que la hermana menor hubiese querido darle una transformación como la de Geum Jandi en Boys Over Flowers a sus cinco años. Sin soltar al maltratado peluche y sin abrir demasiado sus ojitos, abrazó a su hermana mayor.
Sohyeong tenía rastros de saliva en sus mejillas, como si hubiese babeado la cama, y con su teléfono en mano. Sooyoung la abrazó, sin recibir nada más que quejas de parte de la adolescente, que sólo quería seguir durmiendo.
Las niñas se fueron a bañar y ella planchó sus uniformes y luego peinó a Minyoung. En el desayuno, le llamó la atención a Sohyeong por fijarse más en el vídeo musical de su grupo favorito que en su comida, a lo que Minyoung se sumó, repitiendo sus palabras y con un dedito acusador apuntando a la hija mediana.
Ante la escena cotidiana de desayunar juntas, de ayudarlas, de ir a dejarlas a la escuela, sólo pensaba en lo distinta que era en ese momento su vida a un año antes. Y mientras se despedía de sus hermanas, ya estaba segura de qué decisión debía tomar.
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Hustler ** NCT
Fanfiction"Somos una familia. Una maldita familia de bastardos sin honor, pero somos una familia. El que traicione a uno traiciona a todos" ADVERTENCIA: Capítulos cortos