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En cuanto terminó el año académico, su familia comenzó a insinuar respecto a que viajara. Su hermana menor le llamaba más seguido, intentando de convencerlo descaradamente de que, si no iba, dejaría de ser su hermano favorito. Por otro lado, su madre le decía constantemente lo mucho que lo extrañaba en casa. De ahí había salido manipuladora la niña...

Había sido una semana completa escuchando cómo su familia reclamaba su ausencia, así que terminó comprando unos pasajes a Japón, diciéndoles a los chicos que sólo sería una semana. Y sólo sería una semana en Osaka. No podía permitirse más que eso dado que se le venían un montón de horas y días haciendo de guardaespaldas en el Red Velvet Club, más cuando, en palabras de Irene y Amber, habían comenzado a rondar policías y detectives en los barrios alrededores. 

Había pensado en entregarle una copia de sus llaves a Joy para que regase las plantas o algo pero, en verdad, no tenía plantas en su departamento. Pero sí mucha evidencia de sus delitos de la que aún no se podía deshacer, pero era motivo suficiente como para dejar todo completamente cerrado. No era que desconfiase de Joy en particular.

Como cada vez que viajaba a Japón, compraba boletos hasta Osaka y luego se iba cómodamente en primera clase. De hecho, la única vez que viajó en clase turista fue cuando llegó por primera vez a Corea y detestó el que alguien prácticamente durmiese en su regazo mientras él estaba incómodo a más no poder por ese jodido asiento echado hasta atrás. Volviendo al tema principal, sí le había dejado su auto a Johnny que, de casualidad, se encontraba en el país. 

Con todas las preparaciones listas, después de unas horas se encontraba comiendo mochi con su familia, su hermana menor contándole un montón de anécdotas. Su padre, después de saludarle y pasar un rato con él, había sintonizado las noticias en la TV mientras su madre le regañaba por no tomar atención a su hijo recién llegado.

Se sentía raro estar en familia después de un año sin visitarles. Todo era raro: la forma en que le conversaban como si sólo se estuviesen contando las anécdotas diarias después de regresar de un largo y cansado día en las clases. Es como si después fuese a tomar una ducha, peleando el turno del baño con sus dos hermanas y sólo fuesen a resolverlo jugando piedra, papel o tijeras. Su hermanita era excelente ganándoles a los mayores y lo había comprobado una vez más cuando fue el perdedor.

Una vez terminó de bañarse y llegó a su antigua habitación, sintió que una extraña nostalgia le embargaba. Era como si volviese al pasado, todo tan limpio, tan impoluto y atemporal: en las paredes estaban sus trofeos y medallas, algunas fotos con su equipo de fútbol y con sus amigos. Estaban sus revistas de manga y sus viejos discos de ONE OK ROCK. También su viejo reproductor.    

No pudo evitar notar que, incluso si no había estado en el país, su madre había comprado para él los dos últimos álbumes del grupo. Él se había ido a Seúl el 2015 o 2016, pero ahí estaban Ambitions y Eye of the Storm. Su corazón se sintió cálido en cuanto los tomó entre sus manos. Ahí estaba la evidencia de lo poco que se merecía sus padres. Papá le solía dar el dinero para sus CDs cada vez que ganaba un partido y, si no, lo hacía su mamá.

Colocó Ambitions. Lo conocía de memoria porque lo escuchaba por Spotify, pero le había hecho ilusión el que sus padres lo hubiesen comprado sólo para él. 

Al rato, estaba moviendo la cabeza y disfrutando del ritmo del rock en su lengua materna, hojeando sus ejemplares de mangas como si fuese de nuevo un quinceañero. 

  - Te ves más cómodo, hermano - Haruna le sonrió mientras entraba a su cuarto, sin esperar su autorización. Luego se sentó a su lado, reposando su cabeza en el hombro del chico. - ¿Me has extrañado?

  - Qué va, dejó de dolerme la cabeza porque no estabas parloteando y gritando al lado mío - Bromeó él, desordenando el cabello de su hermanita. Un suave olor a manzanilla le envolvió. La niña (que tenía la misma edad de Jeno y Jaemin) clavó sus dedos en las costillas del mayor, apuñalándolo por su respuesta. Se largó a reír a pesar del dedo que amenazaba con llegar a perforar hasta sus pulmones. - ¡Ya, ya! ¡Te eché de menos! ¡Mucho! ¡Lo juro!

Hustler  ** NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora