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Durante dos semanas, Yuta había ido religiosamente al hospital a ver a Jaemin y Jeno, todos los días hasta que dieron de alta a Jeno. No quiso decirle porque de seguro el chico ya lo había intuido, pero habían encontrado a cada uno de los participantes de la golpiza que ambos sufrieron. Sólo esperaban a la recuperación de Nana para pensar qué harían. Después de todo, eran una familia.

La única familia que tenía Jaemin.

Esa noche volvió agotadísimo a casa. Había dejado a Jeno en su departamento, donde le acompañaría Doyoung, pero había estado corriendo todo el día de un lado a otro. Esa semana también eran sus finales y cerrarían pronto también el año universitario, por lo que no tendría turnos en el Red Velvet. Al menos podría descansar en ese sentido.

O eso pensó hasta que vio a Joy sentada frente a su puerta, en posición fetal y viéndolo directo a los ojos. Yuta suspiró, no hastiado, pero sí un tanto agotado. Sólo quería dormir hasta que llegase la primavera, pero verla así también le hacía pensar que a ella le había ocurrido algo y no quería quedar con esa preocupación carcomiéndolo por dentro.

- ¿Cómo estás, Yuta-ssi? - Ella se levantó para que él abriese la puerta.

- Estoy agotado, Joy - Quería acariciarla, pero se sentía tan adolorido. Sentía que en cualquier momento sus piernas cederían y él caería al suelo.

- Siento molestarte, Yuta-ssi, pero quería saber cómo estás...

Yuta apoyó su cabeza en el hombro delgado de la chica, descansando parte de su peso sobre ella. Cerró los ojos cuando ella le abrazó y comenzó a acariciar su cabeza, y dejó que el olor del champú de la chica inundara sus sentidos, o el roce de su cabello sedoso o de su mejilla helada.

- ¿Ha sido un día difícil? - Él asintió con lentitud antes de separarse de ella. Frotó sus brazos para hacerla entrar en calor.

- Venga, comamos algo ya que estás acá - Yuta abrió la puerta, instándola a entrar con él. - Ha pasado una semana desde la última vez que te he visto...

- Has estado ocupado, supongo - Respondió, torciendo la boca en un gesto de resignación. - No quiero quitarte el tiempo que tienes para estudiar

- Ya estoy por terminar el año, así que las cosas están un tanto difíciles

Ambos entraron al departamento, que estaba tan frío como el pasillo. Yuta encendió el calefactor y también puso a hervir agua, por lo menos para tomar una taza de té.

- Creo que tengo galletas fritas con miel - Le ofreció él.

- ¿Yakgwa? - Preguntó Joy.

- No lo voy a llamar así, es difícil pronunciarlo - Yuta volvió de la cocina con dos tazas de té caliente y después con el plato de galletas.

- ¿Lo crees?

- Entonces di okonomiyaki, señorita sabelotodo

- Okonomiyaki - Repitió ella, con una sonrisa de satisfacción ante la expresión desconcertada del chico. - ¿Qué, no te lo esperabas? Estudiaba japonés en la escuela como idioma extranjero

- Dime senpai - Soltó Yuta, medio en broma y medio en serio. - Vamos, Joy-ssi...

- ¿Qué? - Ella arrugó la frente, sorprendida al ver la extraña efusividad del chico. Luego sacudió su cabeza con energía, negándose a la extraña petición de Yuta. - No, a saber qué obsesión perversa tendrás con que te digan así. Fetichista...

- Mmmm, qué mujer más malvada - Yuta se acostó en el sofá de la sala. Lo había cambiado hacía poco a uno mucho más suave que el anterior, donde fuese más cómodo para los dos dormir ahí. Desde ahí, podía ver a Joy riendo, con una expresión realmente hermosa. Pronto abrió los brazos para que ella también se acostase en el sofá. - ¿Por qué decidiste tomar japonés como idioma extranjero?

La verdad sea dicha, ni Yuta ni Joy eran buenos para hablar de sí mismos por demasiado tiempo, pronto se ponían a la defensiva, negándose a decir una palabra más de su pasado. Yuta entendía que a ella no le agradase en absoluto, después de todo, ya sabía a grandes rasgos lo que ella había vivido y él tampoco quería dar señales de ser un completo delincuente.

Joy se acomodó entre los brazos de Yuta, que sonrió, mirándola a los ojos. Había descubierto en él una especie de obsesión con tenerla cerca, cerquísima. De hecho, estaban tan próximos uno del otro que Yuta podía oler el té de ginseng en su aliento. Eso le gustaba, le hacía sentir calidez cuando se sentía solo. También podía ver los enormes ojos de cachorro de Joy.

- Bueno, Jeju es conocido por el turismo, ¿Cierto? Así que decidí especializarme en turismo en la secundaria - Dijo ella, jugando con los dedos de Yuta, especialmente con sus anillos. - Y nos daban tres idiomas. Así conseguí trabajar en un hotel decente como recepcionista. Y yo preferí el japonés porque sonaba más lindo

- ¿Crees que suena más lindo? - Preguntó él, en susurros. Ella asintió. Yuta tenía esa sensación de que pronto se quedaría dormido.

- El hiragana es precioso, sinceramente - Confesó ella, esta vez acariciando la piel de sus muñecas, haciéndolo estremecer por las vibraciones que recorrían su cuerpo. - Yuta...

- ¿Hmmm?

- Hagámoslo

- ¿Qué cosa? - Preguntó él. Arrastraba las palabras como si estuviese borracho. Pronto abrió los ojos, algo atónito. Acaso, ¿Se refería a lo que él pensaba? Prefería asegurarse que echándolo a perder.

- Sexo... Tengamos sexo - Respondió sin rodeos.

Vale, ahora sí podría decir que estaba completamente despierto. Apretó la estrecha cintura de Joy entre sus manos, haciendo su mejor intento por controlarse. Dios, que se había perdido en el tiempo: ¿Cómo es que habían comenzado hablando de okonomiyaki y ahora hablaban de tener sexo?

- ¿Estás segura, Joy? - Quiso cerciorarse. - No quiero presionarte ni nada...

- Ya lo sé - Respondió ella, dejando una hilera de besos desde su clavícula hasta las líneas más definidas de su mandíbula. Yuta coló los dedos debajo del suéter de la chica.

- Si después quieres parar, entonces me detendré, ¿Sí? - Yuta se sentó por fin del sofá e instó a Joy a sentarse sobre él, quien se dejó llevar. - Si me dices que no quieres seguir, no seguimos, ¿Sí?

- Vale

- Bien

Yuta besó a la chica de lleno en la boca antes de quitarse la camisa y la camiseta. Agradeció que el departamento no estuviese helado. Siguieron besándose mientras él jugaba con el bordillo del suéter de Joy, colando su mano por el interior para tocar la piel de la chica, suave y cálida al tacto. Pronto ella se quitó la prenda y él pudo deleitarse y besar a su antojo.

Joy parecía brillar con su piel tan cristalina, que parecía mutar al rosado por el sonrojo. Sus ojos, en cambio, se habían oscurecido por completo.

El chico besó el nacimiento de sus pechos, donde el corpiño aún no molestaba en cubrir la desnudez de la chica, escuchando un suspiro de su parte. Se dedicó a recorrer cada centímetro de piel con los labios y la lengua, conociendo los rincones del cuerpo de Joy, observando dónde parecía gustarle más. Al cabo de un tiempo, decidió desabrochar el corpiño y dejarlo caer con suavidad por sus brazos. Llevó su boca a uno de los pezones de Joy, debiendo encorvar su espalda para ello.

Ella rasguñó su espalda, lo supo por el ardor que sintió luego del paso de sus uñas.

Siguió jugando con sus senos, sintiéndola removerse sobre él, su cadera frotándose con la entrepierna cada vez más dura del chico. Mientras él seguía lamiendo las curvas de los senos de Joy o rodeando las aureolas oscuras de sus pezones, llevó una de sus manos a los vaqueros de la muchacha, tocando superficialmente dónde debería encontrarse su centro. Sin embargo, sólo sintió la costura de la tela, pero sí la humedad caliente que parecía acumularse en la entrepierna de Joy.

Sin decir una sola palabra, Joy se levantó de su regazo y se quitó los pantalones mirándole directo a los ojos. Yuta aprovechó también de quitarse sus propios pantalones.

Pronto, el calor del momento y de sus cuerpos fue envolviéndolo de a poco, haciéndolo jadear ante las sensaciones que Joy le entregaba y preocupándose también del placer de ella, rindiéndose a la excitación que la chica le brindaba en todos los sentidos.

Hustler  ** NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora