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  - ¡Gracias por el trabajo de todas ustedes de nuevo, chicas! - Irene sonrió mientras las dieciocho mujeres presentes aplaudían. Yuta las miró a todas de nuevo, ya sin maquillaje y preparadas para volver a sus casas. Tenían expresiones cansadas pero alegres y muchas estaban cuchicheando sobre lo que harían cuando llegaran a sus respectivos hogares.- Esta noche nos fue bastante bien, pero también lo siento mucho por lo que le pasó a Seulgi-ah, ¡Lo sentimos mucho por eso, Gigi!

Un grupo de camareras abrazó a su compañera mientras ésta sonreía hasta ya resignada.

  - De todos modos les pediremos a Yuta-ssi y Yangyang-ssi que empiecen a tener más equipo de seguridad... - Irene les dedicó una sonrisa que no alcanzaba a llegar a sus ojos.- ¡En fin! Hay dos furgonetas afuera para que las vayan a dejar, ¡Buen trabajo todas y me mandan un mensaje sobre cómo llegaron!

  - ¡Buen trabajo!

  - Tengo tanto sueño...

  - ¡Hey! ¿Alguien quiere ir a comer ramen por ahí?

  - No jodas, Wendy, que ayer me comí un pastel entero yo sola

  - ¡Debo comprarle comida a Tofu!

  - ¿Quién es Tofu?

  - ¡Tontita! Es mi gatito, ¿No recuerdas que te lo conté?

Yuta se dio cuenta rápidamente que todas las mujeres ahí parecían llevarse de las mil maravillas, conversando entre ellas mientras formaban grupos para irse a sus casas. Algunas hablaban de deudas, de planes, de familia y mascotas, de música y comida. Sin embargo, se sorprendió a sí mismo buscando a Joy entre las mujeres. Cuando la encontró vio que estaba conversando con algunas de las chicas, dando su atención a Seulgi. Cuatro horas atrás, cuando fue acosada por esos famosos, Seulgi llevaba un sugerente vestido negro. Ahora llevaba una sudadera enorme, dándole una apariencia dulce. 

  - ¡Bien! ¡Wendy, Sooyoung, Taeyeon, Sulli, Seulgi, Yoona, Hyoyeon, Yeri y Hwasa se van con Yangyang!

El chino sonrió tierno y luego fue abrazado por una de las chicas, escuchando halagos sobre lo precioso y dulce que era el chico. Yuta sólo se puso a reír mientras le apretaban las mejillas a su compañero. Por él, si querían le podían moler las mejillas a pellizcos a Yangyang. Pero era increíblemente molesto cómo fingía ser un dulce pastelillo. 

   - ¡El resto de las chicas se va con Yuta!

Esperó a que todas las chicas se reunieran (incluida Joy) y se fueron todos al furgón. La verdad era que le molestaba un poco recorrer toda la parte norte del Han sólo para dejarlas a ellas. Menos si las escuchaba parlotear todo el tiempo sobre un montón de temas. Le distraían un poco, en verdad. Ni siquiera podía colocar música porque ellas terminaban discutiendo sobre qué escuchar. En verdad, ya lo tenían algo cabreado.

De todos modos, el tiempo pasó rápidamente mientras iba dejando a todas las mujeres en las puertas de sus casas. Luego se quedó solo con Joy en el furgón, que se cambió al asiento de copiloto cuando bajó Sunny en Nowon. Ahora se debían dirigir a Dongdaemun, donde estaba el bloque de edificios donde ambos vivían. Fue capaz de conducir en un completo silencio por un rato, lo suficiente como para descansar sus pobres tímpanos. Luego de cinco minutos, Joy comenzó a hablar.

   - Yuta... ¿Cómo debería llamarte? - Él la miró sólo por un segundo antes de volver a fijarse en el camino. Se veía mucho más distinta a cuando estaba bailando. Para comenzar, llevaba ropa. Y no se refería al vestido dorado. Joy parecía que iba de viaje al ártico con esa chaqueta gruesa.- ¿Yuta oppa? ¿Yuta-san? Oí que eres japonés, ¿Puedo decirte vecino-san? 

   - No - Yuta no sonrió ni nada. Seguía estoico mientras Joy refulgía vitalidad y juventud. Así, él parecía mucho mayor que ella.- Yuta está bien.

  - Ahm, bueno... - Ella se acomodó en su asiento, intentando no parecer nerviosa, o por lo menos eso leyó Yuta. Desde ahí, podía sentir cómo la calefacción le entibiaba las piernas.- ¿Y por qué llegaste a Corea? ¿Eres un estudiante de intercambio que trabaja como guardia de seguridad?

Yuta soltó una pequeña risa, demasiado corta. Joy ni siquiera supo si había sido real ese sonido arrogante o no.

   - ¿No sabes quiénes son los guardias de seguridad del Red Velvet? ¿Crees que soy un guardia de seguridad? - Ella negó con la cabeza, sus ojos refulgiendo de curiosidad.- Mejor así. Ahora bájate. Ya llegamos.

Si era sincero, completamente sincero, él se sentía demasiado incómodo con ese trabajo. Se le hacía incómodo que una de las bailarinas viviese frente a su departamento, literalmente al frente. Se le hacía incómodo que la chica pareciera tener un problema para controlar su consumo de alcohol y sea tan desinhibida con licor encima. Se le hacía incómodo el verle los ojos luego de haberla visto bailar en el club de esa forma tan erótica y, luego, lo observe con esos ojillos parecidos a los del puto Bambi, con tanta inocencia y curiosidad en ellos. ¿Cómo podía haber tanta dualidad en una sola persona? Si hasta casi tuvo una erección viéndola bailar, aunque no lo admitiría nunca. 

Ella bajó del furgón y caminó sola hacia la entrada del edificio. Yuta agradeció que ella se diera cuenta de su incomodidad, incluso si no había sido la persona más amable del mundo. Esperó diez minutos para estacionar el auto y subir hacia su departamento. Estaba agotado. Le dolía la espalda, le punzaba la cabeza y tenía hambre. Eran las malditas seis de la mañana. ¿Cuándo podrá dormir como las personas normales? ¿El próximo año, acaso?

  - Yuta... 

Demonios, y ahora Joy parecía esperarlo en el pasillo.

Respiró hondo y contó mentalmente hasta 10. Qué pena que en su mente no fuese capaz de gritar. ¿No podía tener un puto minuto en paz? Se merecía un descanso. Caminó hasta estar frente a ella y se apoyó en la puerta de su propio departamento.

  - ¿Ocurre algo, Joy?

  - Yo... No soy alcohólica, en verdad - Vio a su vecina jugando con sus dedos, en un gesto que significaba nerviosismo y timidez.- Lo siento mucho por lo de anoche, de verdad. Yo... Si quieres puedo dejar de molestarte, de verdad. Pero recién estoy mudándome a Seúl desde Jeju y... Uhmm... Aparte del club, eres a la única persona que conozco...

Nakamoto Yuta suspiró antes de reflexionar al respecto. Joy era una novata en una de las capitales más grandes del mundo. Y él había sido un pesado con ella, un verdadero bastardo antipático y desalmado.

  - Lo entiendo. Escucha, yo también estaba asustado y nervioso cuando llegué a Corea, ¿Sí? Así que, si quieres, puedo ayudarte en lo que necesites acá

Joy por fin lo miró a los ojos luego de haber estado un buen rato con la cabeza gacha. Una enorme sonrisa empezó a extenderse por su rostro, y Yuta le siguió el gesto, pero con mucha más sutileza.

  - ¡Muchas gracias! ¡Y buenas noches, Yuta!

Ella entró a su departamento y él al suyo.

Sí, a lo mejor sí había sido un cabrón con ella en primer lugar. Después de todo, estando sobria era una persona muy distinta. Quizás ella podría caerle bien en algún punto, ¿No?

Hustler  ** NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora