"Love is a bitch"

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Desperté al día siguiente con los gritos de Lucy. Suprimí mis ganas de abrir la puerta y darle una paliza.


—¡Despierta, Sharon! —exclamó desde el otro lado— Sarah ha llamado a reunión.

—¡Maldita sea! —grité maldiciéndolas, a ambas— Iré enseguida.


Levantarme de mal humor, era normal para mí. Sarah tenía que tener una buena excusa para levantarme o iba a mandarla al demonio. Me puse un jean, una remera y bajé hacia el bar. La mayoría estaba allí. Sin saludar me senté en uno de los lugares libres. Cuando antes acabara todo el teatrito, mejor para mí. Solo quería regresar a la cama, no tenía ganas de ver a nadie más.


—Bien, buenos días —saludó Sarah, dado por entendido de que todos los que debíamos oír su palabrerío estábamos presentes—. Reuní a parte del personal aquí porque tengo noticias, no tan buenas, pero noticias en fin. Estamos siendo investigados por la policía del distrito. Necesito absoluta discreción con el tema, pero uno de los clientes del salón ha sido encontrado asesinado anoche a una cuadra de aquí. Claramente, sospechan de nosotros.

—¿Quién fue asesinado, Sarah? —habló una de las nuevas.

—Eric Wilson —soltó sin preámbulos. Por un momento creí haber oído mal. Todos dirigieron su vista a mí—. No quise ser indiscreta, Sharon, pero... vino por ti anoche y lo vi irse antes de encontrarte aquí abajo, en el bar.

—¿Qué insinúas, Sarah? —solté con voz fría— ¿Crees que maté a Wilson? —sonreí irónica— Sí, claro. De hecho, puedo frecuentar varios lugares al mismo tiempo. Todo un poder digno de una puta como yo, ¿no? —ella me miraba fijo, sin expresión alguna.

—Nadie dijo eso, Shar —intentó mediar Lucy. Solo la fulminé con una mirada dura.

—Wilson tenía varios enemigos, había quienes lo querían muerto desde un principio. Empezando por su esposa. La investigación tiene que ir hacia otro lado, ¿sabes? —estaba hablándole a Sarah— Yo jamás lo hubiese matado —me puse de pie—. No tengo por qué oír toda esta mierda. Yo soy inocente, si lo que quieres es culparme.

—Ya, cálmate Sharon —me sugirió madame—. Nadie te ha culpado, pero has sido tú quien vio por última vez a Wilson con vida.

—De hecho, no —sonreí cínicamente—. Tú le has visto salir mientras yo me quedaba arriba.

—Todas le vimos salir —habló una muchacha de cabello rojizo.

—El punto de todo esto, sin embargo, es tener discreción con el tema. No han venido a interrogar con mayor interioridad, así que debemos comportarnos con normalidad —sostuvo Sarah—. Si vienen a interrogarlos, hablaremos con total franqueza, ¿vale? No hay nada que esconder —añadió mirándome fijo. Le sonreí cínicamente, otra vez. Sentía ganas de arrancarle su teñido cabello azabache.

—Claro que no —animó Lucy con un canturreo—. Pobre Señor Wilson.

—La gente infeliz muere siendo infeliz, como ratas —murmuré por lo bajo mientras salía del bar. Sarah oyó, me siguió hasta perderme de vista con la mirada.


Realmente, jamás creaba vínculos con mis clientes. Ni siquiera con el Señor Wilson. A pesar de que él hablaba conmigo sobre su vida privada y venía seguido pidiendo verme a mí, yo no guardaba ningún tipo de lazo o atisbo relación "especial" con él. Si les dicen alguna vez que las prostitutas no tenemos corazón, debo decirles que esa teoría está en lo cierto. Yo, al menos, nunca logré interiorizarme con mis clientes.

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