"Superhero"

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Nadie habló en el viaje hacia el departamento policial, sólo podía oír el ruido del motor e intentar no dormirme sentada en el asiento de cuero. Al llegar, atravesamos un pasillo que estaba en medio de varios escritorios, casi no había gente a esa hora de la mañana. Ambos oficiales me escoltaron de cerca, como si fuera una terrorista inmolada, hacia una de las oficinas del fondo, en la puerta se podía leer una placa que decía:

Fiscalía

Dr. Anton Dallas

Abogado

Uno de los policías que me acompañaban abrió la puerta, deduje que estaban esperándonos. La oficina era pequeña y olía a café. Detrás del escritorio de madera que estaba en medio, un hombre de mediana edad alzó la vista ante la irrupción, podía jurar que a aquel tipo de cabello renegrido y gesto severo nada lo sorprendía demasiado.


—Pase, señorita Williams —indicó sin preámbulos—. Siéntese.

—¿Por qué estoy aquí? —pregunté mientras me sentaba.

—Fue la última persona que tuvo contacto con el señor Eric Wilson —sus ojos cafés me miraban atentamente.

—No lo sé —me sinceré—. Debió haber visto a alguien más cuando salió del bar, señor Dallas —él asintió pensativo.

—¿Hacía cuanto tiempo Eric iba a verla, señorita Williams? —debí repasar mentalmente la primera vez que vi a Eric Wilson.

—No lo sé exactamente —respondí mirándolo a los ojos—. Un año y medio, aproximadamente.

—¿Mantenía una relación con él? —soltó después de un momento en silencio.

—No —dije automáticamente. Él sonrió como si esperara esa respuesta.

—¿Cuántas veces la visitaba por semana?

—Generalmente iba un día a la semana, muy pocas veces dos —lo cierto era que mi tarifa era cara y Eric Wilson no era millonario como Henry.

—Explíqueme a qué iba —me pidió, luego recostó su espalda en el respaldo de su silla. No quitaba su vista de mí, era como si quiera leerme la cara—. Usted habla de un bar, ¿no es cierto? Era striper, señorita Williams. Eso les dijo a mis detectives.

—Así es.

—¿Entonces qué hacía con Eric Wilson cuando él iba a verla? —sólo estaba siguiéndome el juego. Era obvio que sabía que era mentira.

—Bebíamos una copa, charlábamos —en cierta medida, eso era cierto.

—No puede mentirme —dijo con firmeza—. Si descubro que sus palabras son falsas, puedo iniciarle una causa por entorpecimiento de investigación.

—La realidad era que Eric Wilson estaba divorciado, señor Dallas —dije después de un momento—. Algunas veces me pagó por sexo, yo necesitaba el dinero y él la compañía.

—¿Sugiere que él estaba enamorado de usted? —cuestionó. Suspiré frustrada.

—No —respondí sin saber qué más decir. No quería comprometer al burdel, la prostitución era ilegal.

—Las pericias forenses encontraron sus huellas digitales y su ADN en el cuerpo de Eric —me informó finalmente—. No hay otro sospechoso, señorita Williams. Si no es sincera conmigo, deberé retenerla y enviarla a la cárcel hasta iniciar un juicio en su contra por asesinato simple —tragué con dificultad, oír aquello era aterrador. Pero sonreí divertida, sabía qué pensaba él en ese momento.

—Hacen esto de esta manera porque sabe que soy una prostituta —opiné libremente, él no se inmutó al oírlo—, porque Eric Wilson pagaba por estar conmigo, porque apareció muerto cerca del burdel —suspiré frustrada—. Eric iba a verme a mí, es verdad. Esa noche pagó por mí, tuvimos sexo, se vistió y se fue. Me quedé fumando un cigarrillo en la habitación, bajé después a beber un vaso de whisky en el bar antes de irme a dormir. Fueron muchas las personas que vieron a Eric salir vivo de mi cama —él sonrió complacido.

—La prostitución es ilegal, señorita Williams —me recordó con paciencia, él realmente lo disfrutaba.

—Lo es si me encuentra haciéndolo en la vía pública, señor Dallas. No soy estúpida.

—Nadie puede asegurar que estuvo en la habitación hasta volver al bar, Wilson murió en ese lapso de tiempo —me encogí de hombros mirándolo fijo.

—No hay forma de que salga de esa habitación sin pasar por el bar —estaba cansándome.


Era obvio que él necesitaba a alguien para culpar, y... ¿quién mejor que la prostituta a la que se folló antes de ser asesinado? No iba a salir fácil de esa situación. Era un crimen bastante sólido, no había pruebas. Pero Eric sí tenía enemigos: su ex esposa, el amante de su ex, sus socios. No lo sé, no quería saberlo. Sólo trabajaba para él cuando me pagaba por ello, ¿por qué querría matarlo? Me daba dinero.


—No tuve motivos para matarlo —me sinceré desganada—. Wilson me trataba bien, pagaba por mí. Me agradaba después de todo.

—¿Sólo le agradaba? —inquirió con malicia.

—Me acuesto con muchos hombres, señor Dallas —le indiqué—. Eric Wilson no significaba nada para mí. Iba, nos acostábamos, a veces me contaba sus problemas. Su esposa estaba viviendo con otro hombre, estaban separados. Se hacían la vida imposible.

—Sugiere que fue ella —dedujo.

—No lo sé. No es mi trabajo saber quién lo mató. Sólo hacía mi trabajo, nunca me importó su vida privada.

—¿Hay alguien a quien debamos comunicarle que está aquí, señorita Williams? Quedará demorada por unas horas —me informó como si no estuviera diciéndome nada importante—. Sería conveniente llamar a un abogado, si es que lo tiene. Sino el Estado podría propinarle uno.


Estaba atónita ante semejante situación, él estaba siendo maleducado conmigo, sólo me retenía allí para mover el expediente del imbécil de Wilson. Abrí la boca para quejarme varias veces, pero sería en vano. Si algo aprendí en estos años es que cuando eres prostituta tu palabra pierde valor, porque follas por dinero, porque eres sucia, porque para todo mundo sólo eres un cuerpo portador de todas las ETS aunque tu educación sexual y salud sean mejores que las del resto. Sólo eras una puta y aquello era incluso menos creíble que ser un animal.

Debía pensar rápido, debía llamar a alguien que pudiera ayudarme. Sarah claramente no ensuciaría sus manos conmigo, si ella metía sus narices peligraba el negocio. Perder una de sus chicas era solucionable, caer presa por proxeneta era otro tema. Mi familia escupiría mi cara de ser posible, a lo sumo y con demasiada suerte a favor, ellos rezarían unas plegarias por mí los domingos.

De estar vivo, llamaría a Eric, claramente. Con todos sus consejos y su rostro apacible, él al menos vendría a visitarme cuando ya no pudiera soportar la condena. Sin embargo, estaba en semejante problema por su maldita culpa.

Mis posibilidades eran reducidas, casi nulas. Sólo me quedaba pedirle ayuda al único hombre que se ofreció a cumplir todos mis caprichos.

¿Qué tanto tienes que gustarle a un hombre como para que te ayude a salir de la cárcel? Necesitaba un milagro, un abogado y mucho dinero. En el mejor de los casos, necesitaba un superhéroe, lo que reducía de manera abismal mis opciones que ya estaban en cero. 



Estuve buscando un video con la letra traducida de la canción, pero le cambia el sonido por temas de copyright. Les dejo el link, por si les interesa saber qué dice: 

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