"Dark Paradise"

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Paul estaba de pie frente a mí en la sala, y se veía atormentado. Me crucé de brazos sobre el pecho, me sentía desprotegida con tanta soledad alrededor. Sus ojos negros me miraban fijo, parecía vivir una guerra interna. Le costaba hablar y estaba exteriorizándolo.

-Sólo dilo -le sugerí con curiosidad.

-Henry es mi amigo -soltó de sopetón-, y sé que ha puesto el ojo en ti, Sharon. Pero no he dejado de pensar en ti desde esa noche que te vi en el bar.

-¿Eso vienes a decirme? -cuestioné intentando no sonar como si me burlara de él.

-Sí, bueno, no -se pasó la mano por el cabello, despeinándolo nerviosamente. Paul era un hombre sexy, lo pensé desde el momento en que lo vi.

-Te invitaría algo de tomar, pero no tengo nada. Y también sé por lo que vienes -Paul me miraba en silencio.

-No sé por qué vine -confesó después de un momento.

-Siempre luces pretencioso y seguro de ti, es raro verte en éste estado -puntualicé. Una ñeve sonrisa apareció en su lindo rostro.

-Hubiese pagado por ti en el bar, Sharon. Pero Henry me hubiese aniquilado -confesó.

-¿Qué tienen ustedes con las prostitutas? -pregunté divertida- ¿Es que no consiguen una mujer que los quiera o no pueden follar sin pagar?

-Eres tú -me corrigió.

-Y tú has venido a pagar por mí ahora -deduje mirándolo divertida, él se quedó congelado frente a mí. Reí por lo bajo-. Yo estoy fuera, Paul. Y no soy novia de Henry, ni le pertenezco.

-¿Qué significa eso?

-El sexo ya no es mi trabajo y aunque eres caliente no quiero acostarme contigo, porque no estoy caliente y no tengo ganas de flirtear ahora -respondí libremente, sin tapujos. El amigo de Henry, mi flamante daddy sugar, se quedó viéndome divertido.

-Tengo una invitación para ti -tituló ignorando mis palabras.

-A ver, dime.

-Mañana -me informó-. Iremos a una fiesta. Va a gustarte.

-No me gustan las orgías.

-No es una fiesta de intercambio, Sharon -sonreí ante su tono cansino.

-Es una pena -murmuré divertida. Él sonrió ligeramente con picardía.

-Puede que Henry quiera llevarte, recuerda que mientras estés ahí estaré pensando en follarte -oír aquella confesión de su parte, me sorprendió gratamente.

-¿No que tú me invitabas?

-Yo te invito -ratificó-. Pero probablemente debas asistir con Henry. De cualquier manera, encontraré el momento.

-¿El momento de qué? -pregunté con la voz juguetona.

-Lo verás mañana.

Se acercó a mí y besó mi mejilla con firmeza. Su barba apenas crecida picó contra mi piel, pero su aroma me envolvió cálidamente. Sonrió antes de alejarse y abrirse la puerta él mismo.
Mientras intentaba conciliar el sueño en mi nueva cama, me debatí pensando si Paul podría ser más caliente en el sexo que el maravilloso Henry Taylor.



Ordené las pocas pertenencias que había sacado del burdel en los muebles de la habitación, aún así la casa se sentía vacía y la lluvia no acompañaba aquella mañana.

Había dormido plácidamente, pero la soledad era abrumante cuando estaba despierta. Encendí la televisión para simular compañía, pero las voces se volvieron mucho mas ajenas de lo normal cuando abrí el cofre de madera que traía en el bolso.

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